viernes, 7 de junio de 2019

LAS LINEAS ROJAS



Qué cosas. para una vez que sale Labastida en la prensa madrileña (https://elpais.com/politica/2019/06/06/actualidad/1559850283_039853.html) no es para encomiar la calidad de sus vinos o informar de algún hito arqueológico de los que el municipio tiene a patadas. No, la edición de EL PAÍS menciona este pequeño pueblo de Álava para contar la historia del joven candidato del PP que ganó en las pasadas municipales por la mínima a la actual alcaldesa del PNV y que, ni pancho ni perezoso, con una voluntad verdaderamente encomiable - porque lo de sentarse a hablar entre diferentes siempre lo es aunque sea un concepto poco más que tabú en la política española, y eso ya sea por la escasa cultura democrática de la que adolecemos como por simple y puro interés partidista aprovechando precisamente lo primero- , quiso pactar con los dos concejales de EH Bildu un acuerdo para sacar adelante proyectos para el pueblo y así. Y claro, los jefazos peperos de Vitoria le han dado un tirón de orejas porque dicen que EH Bildu sigue siendo el diablo por muy legal que sea con su rechazo a la violencia y su reconocimiento de las víctimas de todos los lados y todo lo que tú quieras. Eso, claro está, cuando eres un mindungui que aspira a dirigir un pueblo de menos de 2000 habitantes, porque si eres el alcalde pepero de la capital, como lo fue un tal Maroto, entonces ya puedes pactar todo lo que te venga en gana y hasta declarar en público que eso es precisamente lo que hay que hacer para normalizar el país, cerrar heridas, la cultura del entendimiento entre diferentes y bla, bla, bla. Vamos que en lo que en Labastida son todo líneas rojas, en la Vitoria de Maroto... pues como es él, más falso que un billete de seiscientos euros.

Por lo demás, llama la atención cómo se repite en el artículo lo de que en el pueblo todo el mundo, incluyendo gente del PNV o EH Bildu, tiene al veinteañero como "un muy buen chaval", lo cual uno no puede evitar sospechar que es la forma entre educada y condescendiente de insinuar que en realidad es "un pedazo de pardillo". Pero eso ya yo que soy más malo que la quina.

Y, de hecho, soy tan malo que tampoco he podido evitar acordarme de la presentación de este chico como candidato a la alcaldía de Labastida poco antes del inicio de la anterior campaña electoral. Lo presentaba el presidente del PP en Álava, el inefable Iñaki Oyarzabal, antiguo compañero del cole,  diciendo delante de las cámaras que el tal David estaba sobradamente preparado (es licenciado en económicas con dos libricos de esos de explicar a la plebe de qué va la crisis y ya de paso el capitalismo en su conjunto, ahí es nada...), y hasta remarcó "mucho más preparado que la mayoría de los que estamos aquí...", a lo que hasta el antiguo diputado general de Álava presente, Rabanera, puso gesto como diciendo "como que no es poco fácil ni nada estarlo..." Pero claro, en política los títulos y los libros como que para lucirlos y poco más. Ahí lo que de verdad cuenta es la habilidad marrullera, cuando no la falta de escrúpulos, de tipos que sin saber hacer la o con un canuto, vamos, sin haberse sacado ni el título de borracho oficial del pueblo, pueden aspirar a regir el gobierno de una provincia (llámale Territorio Histórico según la terminología oficial de Sabinetxea) con su hacienda propia y toda la hostia. Ya sé yo a quién me refiero, ya, en realidad en el txoko lo sabemos todos. 

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