viernes, 4 de febrero de 2022

DEJAR LAS COSAS A MEDIAS

                                  

 

  Todo el día con el tostón de la inminente guerra de Ucrania, los abusos de los curas a menores, la nueva reforma laboral aprobada por los pelos… de los huevos del diputado pepero de Cáceres, el o la… buff, demasié. Así que como para extrañarse si luego sueño que estoy en el interior de una especie de tanque hecho con placas de madera en forma de cono acorazado con visera bajo la cual se sitúan los cañones. Un tanque en que el conductor, un servidor, tiene que mover a mano las ruedas por medio de unas manivelas sin saber muy bien cómo o para qué. Todo muy cuco sobre los planos que me ha pasado un tal Leornardo da Vinci, pero que, ahí en el campo de batalla del frente de Dombass resulta impracticable, ya sea por el barro que me rodea por todas partes o por el propio peso del tanque. De hecho, hace ya un rato que me he quedado atascado en el barro, que no hay manera de que el tanque avance ni adelante ni atrás. Puede que lo hiciera si tuviera más engranajes reductores; pero, eso es algo que debería hablarlo con Leonardo, de modo que, ni corto ni perezoso, me bajo del tanque y me voy caminando –en los sueños no hay distancias, no le demos más vueltas-, bajo el fuego cruzado de las tropas rusas y ucranias, hasta el castillo de Clos Lucé en el valle de Loira, Francia, donde el genio italiano vivió los últimos años de su vida y además fue enterrado.

- Oye, Leonardo, que el tanque ese de madera que ingeniaste es un puto desastre sobre el terreno.
- ¿En serio? Ven, siéntate aquí para que revisemos juntos los planos.
- Vale pues, ¿pero es necesario que me siente sobre tus rodillas?
- ¿Tienes algún problema?
Pues hombre, la verdad es que no me parece muy normal que un señor de su edad le pida a otro de la mía que se siente sobre sus rodillas. Sin embargo, entre que se trata de Leonardo da Vinci, el cual ha tenido la gentileza de cederme la patente de su ingenio para hacer negocio -a ver si no voy a tener derecho también yo de intentar sacar tajada vendiendo armas a los ucranios, puede que también a los rusos, para que se maten entre ellos con las últimas novedades del sector- y que no quiero, bajo ningún concepto porque soy una persona de izquierdas, es decir, muy concienciada con estos temas y así, que piense que lo mío es homofobia mal disimulada, la verdad es que estoy pasando un mal trago. Empero, ya no puedo más porque tengo una mano de Leonardo en el pescuezo y otra en la bragueta, así que me levanto de sopetón e intento improvisar una excusa para justificar mi rechazo.
- Que no, Leonardo, que no se puede hacer lo que tú haces.
- ¿Qué, qué hago que no se puede hacer?
- No acabas nunca nada de lo que haces, lo dice todo el mundo a cuenta de lo de La Adoración de los Magos y la Última Cena : Leonardo deja siempre las cosas a medias, no se puede contar con él para nada.
- Perdona, François, fuiste tú el que me invitaste a tu reino y me alojaste en este castillo para que me dedicara a mis cosas como y cuando me viniera en gana.
- ¿François?
- ¿No eres tú Francisco I, rey de Francia? ¿Te has dado algún golpe en el tanque o qué?
- Pues seré, seré, los sueños son así. En cualquier caso, que no se pueden dejar las cosas siempre a medias.
- ¿Ah, no? Pues cuando se trata de investigar a los curas por los abusos a niños bien que os la cogéis con papel de fumar tú y los tuyos.
- ¿Qué, quién, cómo… de qué cojones me estás hablando?
- Bah, déjalo, si sois todos iguales, cuando se trata de los poderes fácticos os cubrís unos a otros y no hay manera de hacer justicia; mira lo del PSOE y Unidad Podemos negándose a que una comisión del Congreso investigue todos los abusos a menores-
- Perdona, Leo, porque quieren que la comisión se centre en los abusos de la Iglesia española.
- Ya, ya.
- ¿Pero dónde has leído tú eso?
- Dónde va a ser, en La Razón y el ABC, es lo único que me llega de España.
- Pues habrá que mirarlo porque si solo lees lo que dicen esos periódicos la impresión que te llevas de las cosas del país vecino estará siempre contaminada. ¿Por qué no inventas algo para poder leer la prensa de todo el mundo en una misma pantalla?
- Ya tengo pensado algo, le voy a llamar Internet; pero…
- ¿Pero?
- Es que ya me he aburrido del tema y prefiero ponerme a otra cosa. Estoy dándole vueltas a un tornillo aéreo a ver si consigo que algo mío levante el vuelo de una puta vez.
- De verdad, Leonardo, eres incorregible.
- Tú también, bribón.

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