martes, 12 de septiembre de 2023

BEN AFFLECK Y YO


 

 Joder qué noche. He soñado que era Ben Affleck y Jenny me acababa de recordar que, como hoy era 4 de Julio, tenía que volver a ir con ella a casa de sus padres para celebrar todos juntos un día tan señalado en el calendario. Entonces recordaba la vez anterior en casa de los López y, que no podía evitarlo, me emparanoiaba porque entre sus padres, hermanos, cuñados, sobrinos, los hijos con su anterior pareja, algún que otro vecino que se colaba en la casa y demás fauna, lo de aquel día me pareció más petado que una sala de urgencias del hospital un sábado a la noche, puede que incluso más animado. Eso por no hablar del galimatías que se monta en casa de los viejos de Jenny alrededor de la mesa con esa manía puertorriqueña de hablar todos a la vez y encima mezclando constantemente el arrastrado inglés neoyorkino y ese castellano quebrado, purito spanglish, que utilizan sobre todo los padres ella por la cosa esa generacional, lo cual hacía que, pese a lo avanzado de mi español después del tiempo que pasé en México y mi simpatía por todo lo latino, me provocase eso que llaman "stress lingüístico" y que viene a ser cuando se te embota la cabeza de palabras de ambos idiomas porque no sabes exactamente cuál tienes que manejar en cada momento o en cuál se están dirigiendo a ti, que es lo que me estaba pasando cuando Leslie, la hermana pequeña de Jenny, me pasó un plato con mi ración de pavo y al mismo tiempo papá López seguía intentando sonsacarme mi opinión acerca de la política migratoria de Trump a pesar de que ya le había dicho vienes y vienes veces antes, puto viejo chocho, que estoy en contra porque todo lo que sea machacar a la comunidad latina, legal o no, en los "Iunaiesteis" me parece empobrecer al país. Sin olvidar a la madre de Jenny, todo el rato dirigiéndose a mí como Marc, por Marc Anthony, el anterior marido de su hija, que no churri, porque de esos bien que ha tenido a mansalva y no se le ha ocurrido invitarlos a casa de su clan un 4 de Julio. Y yo, que como soy tonto, pero tonto con ganas, no se me ocurre otra cosa para caerle en gracia a la vieja que contestarle en castellano a la señora López.

- No grassias, yo no Anthony, ese otro cantante, yo actor, hago películas, mucho buenas películas.
A lo que va la señora y le suelta a su hija en purito portoriqueño como si yo no pudiera entenderle.
- Oiga, mhija, what´s wrong con el gringo, por qué habla so weird, tan raro, pues, está "enfogonao" o qué? He seems overwhelmed all the time.
- Came on, mamy, ya déjalo, ¿no ve que anda ahüevao porque pensaba que tenía que singuear como el Anthony.
- ¡Ah, mhija, aquel si que era un buen pana, a good boy, y no este pendejo que trajiste.
- What a fuck? Ya déjelo, mi vieja, el Ben es bien chévere.
El caso es que aquel día tenía la impresión de que se habían puesto a discutir por mi culpa y, como no sabía donde meterme, acabe metido donde he estado durante mucho tiempo en estos últimos años: dentro de una botella. ¿Resultado? Pues que acabé dando el espectáculo delante de toda la familia a eso de la botella y media de Don Q Reserva 7, un ron magnífico, por cierto. Y cuando digo espectáculo me refiero a apartar los cubiertos de encima de la mesa de un manotazo, subirme con la abuela de más de cien años para bailar juntos un agarrado mientras yo berreaba como un loco "Para bailar la bamba se necesita..."
En fin, así que cuando la Jenny viene a recogerme en su carro para llevarme donde sus padres, que a ver de qué me estaba escondiendo, y yo que de nada, que por supuesto que la acompañaba encantado, qué recaída ni ocho cuartos, vamos, como si hay que ir todos los fines de semana bailando bachata o lo que haga falta. Y en eso que justo me percato de que yo no soy Ben Affleck y la mujer que me habla no es la Jenny sino mi asturiana.
- Así me gusta, porque hoy es el Día de Asturias y toca ir a comer a casa de mis padres para celebrar mi cumpleaños.
- ¡Bendito sea el Señor!

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