domingo, 6 de octubre de 2024

PREMIO MALAHOSTIA


 

      He soñado que tenía que salir al escenario del Kursaal para recoger el Premio Malahostia que me habían otorgado los del Festival sin saber yo muy bien a santo de qué. Tampoco voy a negar que si se trata de premiar la mala hostia yo no haya hecho méritos para ello. A decir verdad, creo que llevo toda la vida haciéndolos. Ahora bien, como los sueños casi siempre suelen responder a situaciones o emociones recién vividas, intento recapitular cuál de los cabreos, salidas de tono o simples juramentos al aire con el Altísimo como cagadero, de los últimos días ha podido hacerme merecedor de tan alto honor.

¿Será por todo lo que está ocurriendo en el Líbano y que se suma al genocidio que Israel está cometiendo en Gaza ante la indiferencia generalizada de eso que llaman la Comunidad Internacional y que no es sino lo que ésta lleva haciendo desde el año 1948 en la convicción racista del que verdadero problema del conflicto son los putos palestinos que se resisten a aceptar su papel de vencidos/víctimas y siguen dando el coñazo con lo de la justicia y bla, bla, bla? Y quien dice lo de Oriente Medio, pues dice cualquier otro conflicto como el de Ucrania que viene a confirmar mi absoluto pesimismo acerca de un futuro inmediato en paz y progreso como algunos memos llegamos a creer algún día que podía ser posible a medida que avanzábamos hacia un mundo más globalizado y, again, bla, bla, bla. Como para no ponerse de mala hostia cuando descubres, ya con la edad y tal, lo ingenuo que has sido respecto a tu propia especie.
¿Será que la respuesta a mi juicio completamente desproporcionada y sobre todo con ánimo de linchamiento justiciero a Alex Sardui, el cantante de Gatibu, por expresar de un modo ingenuo y desenfadado su opinión, si bien puede que también equivocada, de que dentro de la música vasca no existe discriminación de género, confirma que dentro de toda causa justa, como lo es sin lugar a dudas la del feminismo, alberga siempre una minoría radicalizada incapaz de aceptar el derecho de otros a disentir, e incluso a equivocarse, sin que por ello merezcan ser despellejados en público, una minoría que amparada en la causa de turno se empodera en su intransigencia contra cualquiera que osa oponerle pero alguno?
¿Será que noticias como la de que la alcaldesa Maider Etxebarria, hacia la que por lo demás siento verdadero aprecio por motivos que no vienen al caso -vamos, como hacia Urtaran y por motivos parecidos, porque el odio sectario de los demás me los hacen simpáticos-, ha mandado retirar de la parafernalia decorativa para el Mercado Medieval que se celebra todos los meses en el casco viejo de Gasteiz aquella que contiene la Estrella de David, la Menora y otros símbolos judaicos, porque una asociación del barrio, haciendo gala de una notable ignorancia histórica y religiosa, se ha quejado de que no procedía teniendo en cuenta lo que Israel está haciendo en Gaza, me ha confirmado una vez más la pusilanimidad de la clase política, incapaz de mantener una postura valiente y sobre todo seria frente a los prejuicios ágrafos de determinados ciudadanos organizados que no saben distinguir entre judaísmo y sionismo, vamos, lo que atañe en exclusiva a la religión judía como tal y al genocida estado de Israel como otra cosa que nada tiene que ver con el legado judío de una ciudad como Vitoria, un legado del que cualquiera puede tomar nota paseando por el barrio de Judimendi?
- ¿Sera que llevo jurando en hebreo desde que me enteré hace unos días de que tengo que volver a llevar el coche al taller con la correspondiente sangría para no perder la costumbre?
- ¿Será que cada vez estoy más harto, aburrido, de la rutina esta de la casa, el trabajo, la familia, la impostura feisbukera propia y ajena, de la vida...?
- ¿Será que Mónica Belucci pasó por Donosti y ni un puto whassap? ¡Otra!
Pues oye, ha sido verme salir al escenario del Kursaal para recoger el Premio Malahostia embutido en el mismo vestido con el que la Blanchet salió a recoger el suyo de Donostia, y acordarme al momento de que lo que me ha debido hacer merecedor de tal honor por la mala hostia con la me estoy conduciendo estos días con casi todo el mundo -suerte que por teléfono todavía sé mantener las formas, que se nota que soy hijo de autónomos y tal...- se ha debido casi que en exclusiva a la gastroenteritis que me ha tenido baldado durante toda la semana, a mí y a otros miembros de la familia, y de la que todavía no me he recuperado del todo a pesar de ser viernes, lo cual me pone en el terrible brete de inaugurar el fin de semana como suele ser mi costumbre, comilona a la altura del día y un García de Olano de viñas centenarias, o volver a meterme un plato de insípido y deprimente arroz blanco marinado con agua del grifo. Vamos, como para no tener mala hostia ni nada. De hecho, cuando me he despertado seguía de mala hostia y encima me dolía toda la cintura, supongo que por el puto vestido de la Blanchet. Si es que no se puede ser tan sensible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

INVIERNO A LA VISTA

         T anto ejercicio en casa y caminata vespertina me está dejando baldado. Anoche volví a quedarme dormido hacia las once de la noch...