viernes, 16 de octubre de 2015

BEHIN THE BLUES EYES


A veces veo y/o oigo señales. El pasado viernes escuchaba citar en la radio uno de los míticos solos de guitarra de Pete Townshend. Luego durante el fin de semana al ir a comprar el periódico escuchaba "My Generation" de The Who en la radio del coche. Más tarde veía colgado en en el FB de un colega un vídeo con la escena final de la peli Quadrophenia durante la que suena el temazo de "Love reign o'er me ". El domingo a la noche también reconocía "Won't Get Fooled Again" en la banda sonora de una famosa serie de televisión. Y ya hace un par de día, para rematar el mensaje que a saber que oscura divinidad del Rock&Roll me estaba mandando desde el más allá donde habitan John Entwistle y Keith Moon, me sentaba delante del televisor a ver un episodio repetido de los Simpsons donde aparecía, cómo no, la versión en dibujo animados de la banda en pleno concierto. Y claro, tanta señal divina como para poder escapar de la maligna influencia de la nostalgia y así. De modo que, a falta de los vinilos de cuando que era un mocoso y que a saber a dónde habrán ido a parar, me tiré de cabeza a buscar entre las estanterías del olvido ese CD de recopilación de los éxitos de The Who que compraste hace lustros para rememorar uno de los grupos que, quieras o no, forman parte de la banda sonora de tu vida. Y no falla, da igual que la música con la que rellenas ahora tu angustia existencial sea en su mayoría clásicos del jazz, blues, soul, y sobre todo clásica, es volver de visita al pasado y encontrarte que este o ese tema se te pega al subconsciente durante días y de ahí no hay quien lo arranque. Y eso cuando de repente no te sorprendes en medio de la cocina agarrado a la sartén como Pete Townshend a su guitarra -antes lo hacía con las palas del frontón...-, digamos que al final de uno de sus primeros conciertos, esto es, con toda la cocina patas arriba, o lo que es lo mismo, todo el puto brócoli por el suelo. En fin, el veneno del rock&roll es lo que tiene, y las drogas también, no las toméis, niños, esperad a ser mayores y que el médico de cabeza os extienda las preceptivas recetas. La canción que acompaña esta entrada chorra, a ver cuál no lo es, "Behind Blue Eyes".

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