jueves, 29 de octubre de 2015

CRÉDITO



Todo el crédito democrático que el independentismo catalán pudiera tener cuando reclamaban una solución pactada para sus reclamaciones al estilo de Escocia o Quebec por venir acompañadas de una mayoría social que las apoyaba, se lo cargaron ayer de un plumazo con la declaración de "insurgencia" del Parlament. Empeñarse en proclamar, cueste lo que cueste y pese a la pura y dura aritmética electoral, un ciudadano, un voto, la República Catalana después de haber convertido unas elecciones autonómicas en plebiscitarias alrededor de la independencia y haberlas perdido, no sólo demuestra que el independentismo catalán está a años luz del escocés o el quebecois en cuanto a calidad democrática, que en realidad la democracia se la trae al pairo porque lo único que les importa es la Idea y todo lo demás lo supeditan a ésta, sino sobre todo que sus líderes no son gente de fiar ni para sus propios seguidores (y qué decir de la CUP que en un principio declaró que un resultado contrario el parlamento resultante no podía declarar la independencia y ahora...). Y lo peor de todo no sé yo si es tanto las posibles consecuencias de esta proclamación como las intenciones ocultas al hacerla, pues mucho me temo que éstas apuntan a una especie de Rebelión de Pascua Irlandesa de 1916 a la catalana, esto es, montar una grande para que la que reacción del adversario, ellos prefieren enemigo, sea de tal calibre que todos los que hasta entonces se mostraban tibios respecto a la independencia acaben decantándose a favor por solidaridad o simple rechazo. El caso es que de momento no le podían haber dado una baza mejor al gobierno de Mariano Rajoy, la baza patriótica con su carga tan irracional como sentimentaloide, prietas las filas alrededor de la rojigualda, los votos al servicio de los salvadores de la patria, y todo lo demás al cajón hasta nuevo aviso. Y a los amigos, conocidos y demás paisanos abertzales que todo lo que tenga que ver con el independentismo catalán lo ven con simpatía porque ven en éste un espejo, que aplauden todos sus pasos porque ellos también supeditan la Idea a cualquier otra cosa, recordarles por enésima vez lo que decía Koldo Mitxelena, lo que recordábamos con especial insistencia en los tiempos en que otros se empeñaron en alcanzar sus objetivos a tiros y con bombas: “antes que nacionalista hay que ser demócrata”.

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