martes, 18 de abril de 2017

VICTIMISMO CRISTIANO



España celebra su Semana Santa, las procesiones son eventos multitudinarios, copan portadas de informativos y telediarios, la gente se regodea en tradiciones que gusta tildar de seculares, es la gran fiesta del postureo religioso, se finge una devoción que el resto del año brilla por su ausencia en las misas de los domingos y en el acatamiento de los supuestos creyentes a los preceptos y dogmas de su iglesia. Sin embargo, y precisamente por eso, España sigue siendo un país profundamente católico para el que la contradicción entre devoción y tradición es la esencia misma de su catolicismo. Ahora, los católicos practicantes no tienen empacho en tirar de victimismo, siempre fueron campeones en ello, diciendo ser perseguidos y maltratados por una sociedad secularizada que no los tiene en cuenta, que no los respeta, que incluso se burla de ellos. Y eso única y exclusivamente porque la mayoría de esa sociedad ya no se somete de buen grado y en masa a su credo, le da la espalda y hasta se atreve a ponerlo en solfa cuando procede. No aceptan la desacralización del mundo en el que viven porque saben que la aspiración última de toda iglesia es someter la sociedad a ese credo, ni más ni menos que lo que hicieron durante siglos. De ahí que el laicismo, el cual no sólo no les obliga a renegar de su religión sino que además también los protege como creyentes, les sea hostil por principio. Y aún así todo lo suyo es asumido por el conjunto de la ciudadanía española como propio cuando llegan fechas como las que nos ocupan. Todo esto a diferencia de los que profesamos otros credos sin dioses ni absurdas trinidades, credos que pese a tener la razón y al ser humano como el centro de todo, y en especial el respeto a su libre albedrío, son denostados como un anacronismo propio de nostálgicos alejados de la realidad de la época y el lugar en el que viven, lo cual también dice mucho de dicha época y dicho lugar.

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