Leo lo del barco encallado en el Canal de Suez y enseguida me acuerdo de que yo estuve allí hace muchos años. Íbamos en un monovolumen y veíamos a esos mastodontes marinos como el de la noticia cruzar el canal paralelos a la carretera que nos llevaba hacia el Sinaí. Luego recuerdo haber parado en una antigua base militar israelí de cuando arrebataron la península a los egipcios tras derrotarlos en la guerra aquella en la que estos iban a echar a los judíos al mar junto con los ejércitos de otros países árabes. Ahora la custodia el ejército egipcio para vigilar el tráfico del canal, o yo qué sé. Recuerdo que los soldados que nos enseñaron los vestigios de sus sucesivas derrotas contra el ejército israelí -si bien ellos, faltaría más, contaban la Histotia de otra manera- eran la mar de simpáticos, a la par que desaliñados. Pero, sobre todo, cachondos, lo estaban mucho, como casi todos los varones en aquel país en cuanto veían una extranjera en vaqueros o bermudas; había que ver cómo se les iban las manos a los traseros de las féminas que nos acompañaban sin hacer distinciones de edad o morros. Luego ya solo recuerdo que hacía un calor infernal y que yo solo deseaba llegar de una puta vez al hotel en el Sinaí.
Por otro lado, leo las circunstancias del tremendo atasco provocado por el megabarco de marras, en especial cómo influye en la subida del precio del crudo, y no puedo evitar que se me dispare la imaginación. Sí, atisbo un novelón de intriga y aventuras. La historia del capitán, o quien fuera el responsable, que encalló su barco a propósito para alterar el mercado de la noche a la mañana y permitir así que los especuladores de turno hicieran el negocio del siglo, previo pago de la correspondiente comisión.
Sí, ya, no lo puedo evitar
Suma y sigue.
El diputado del PP Diego Movellán ha afirmado este lunes en el Congreso, ante la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que en Unidas Podemos «las mujeres solo suben en el escalafón si se agarran bien fuerte a una coleta». Y yo me pregunto qué tendrá el PP, o su comparsa, Vox, para albergar en su seno tanto hijo de puta, tanto canalla malnacido, tanta escoria humana, por metro cuadrado. Y así en general, todo lo peor que habita entre nosotros, que te encuentras con un miserable de esos que Machado describía como "mala gente que camina y va apestando la tierra", y enseguida piensas que es de los suyos.
UN PÍCARO RECADERO
Ayer a los postres, hablando con mi compañera sobre los tipos y marcas de cafés que había cuando éramos críos -aunque yo me lo he quitado por la cosa de la tensión y tomo descafeinado en la calle y achicoria en casa-, le comentaba que mi madre me solía mandar siempre a comprar mitad torrefacto y mitad tostado a la tienda que la Brasilela tenía en la esquina de la calle de la Avenida Gasteiz donde vivía de pequeño. Entonces me acordé de la joven dependienta alta y de larga melena morena que me atendía con una simpatía que entonces creía para mí en exclusiva. Aquella moza me tenía obnubilado con once o doce años, no sé, puede que hasta con menos. De hecho, era mandarme mi madre a la Brasileña y bajar con una sonrisa y algo más.
Yo era un mico y no recuerdo un deseo especialmente libidinoso hacia aquella chavala de la Brasileña, como que dudo mucho de que en mi imaginación hubiera mucho margen para escenas eróticas de ningún tipo, entre otras cosas, porque todavía tenían que pasar un par de años para que comenzara ya en serio mi carrera de onanista compulsivo hasta la fecha. Así que, todo lo más, poluciones nocturnas y por el estilo, vamos, aquello que nos explicó el Arrillaga el primen día de las clases de sexualidad sobre lo de soñar que íbamos en bicicleta y sentir que de repente se nos había caído el sillín; no sé, algo así, si soy sincero todavía no he llegado a entender muy bien... En cualquier caso, qué podía pretender un crío de mi edad que no fuera babear delante de un dependienta, esto es, ya en plan más fino, casi lírico y tal, recrearse ante la maravilla de la belleza trémula y voluptuosa de las muchachas en la flor de la vida.
Claro que entonces también recordé que aquel sentimiento de perplejidad ante la irresistible atracción que algunas féminas provocaban en mi conciencia todavía infantil no era exclusiva de mis visitas a la tienda de la Brasileña. En la pollería de la calle Gorbea, justo enfrente del bar Albizu donde también le echaba a la "vieja" la quiniela y que luego se llamó El Verdi (tengo para mi que este ejercicio de la memoria toponímica del callejero es una manera de hacerlo también con nuestra infancia) y adonde me mandaba mi madre a por huevos y pechugas de pollo, también había una dependienta, esta ya recuerdo que de una voluptuosidad que era imposible disociar de las pechugas que se exhibían en la vitrina. Una chavala tan simpática como lozana y de la que recuerdo que tenía también una sonrisa preciosa, la cual probablemente fuera la responsable de que volviera a casa con aquella huevera metálica en alto mirando embobado a los huevos, y no tanto por miedo a que fueran a romperse, como porque la imaginación se me iba por los cerros de Úbeda. Otro tanto cuando volvía, además por el mismo camino, con dos bolsas de leche del día, de las de Beyena, en cada mano, cómo se escurrían, y mi cabeza hacia asociaciones de ideas que mejor me reservo para no dar una falsa imagen del niño inocente y sobre todo pasmado que yo era.
Y en Fernández de Leceta, detrás de mi casa de la Avenida, la hija de los dueños de la Carnicería Elvira. O las chavalas donde La Manoli, o sería la Encarni, o la Mariví, no sé, en la calle Badaya; la de kilos de peras, manzanas y melones que le compraría a mi madre en aquel colmado. ¿Y la hija de la pescatera de Beato Tomás de Zumarraga? Pero para chavalas ya más finas, elegantes, siquiera porque no se remangaban y, en lugar de recogerse el pelo para que no les molestara mientras atendían, solían arreglarse más, eso y que en mi desquiciada memoria preadolescente se me antojan en su mayor parte rubias, eso ya no me pregunten por qué, las dependientas de las farmacias; cada semana siempre una o varias botellas de agua destilada.
Recuerdos inocentes, sí, más de pícaro con sonrisa inocente que de pajillero con mirada digna de una orden de alejamiento, más de perplejo mozalbete en el despertar de su sexualidad que golfillo rijoso haciendo acopio de imágenes para luego recrearse con ellas en la soledad de su habitación, pero que, tras hacer un somero repaso de aquellos rostros y cuerpos que ya prácticamente habían desaparecido de mi memoria, me hacen concluir que, además de ser ya entonces un pequeño demonio del heteropatriarcado o algo así, por lo de pasarme casi todo el día de un lado a otro medio empalmado o sin medio, como para que luego vaya mi vieja y se enfade cuando le digo que me tuvo media infancia haciéndole recados. Eso y que, a tenor del careto que me ponía mi señora mientras compartía esto recuerdos, la verdad es que sí, un poco gilipollas sí que estoy hecho, sí.
"¡Vete al médico!" le suelta el diputado pepero Carmelo Romero a Iñigo Errejón cuando este hablaba del problema de las enfermedades mentales. Un "¡Vete al médico!" que recuerda aquella otra ignominiosa frase de "¡Que se jodan!" que espetó la también diputada pepera Andrea Fabra -sí, la hija del condenado por fraude y cacique inmemorial de Castellón Carlos Fabra...- cuando un ministro del gobierno de Rajoy detallaba los recortes a los parados. Dos frases para la ignominia entre otras tantas, claro.
Que cómo puede ser semejante falta de respeto, de decoro, cómo es posible que un diputado del Congreso demuestre tanto encono hacia otros cuando se tratan temas que afectan de verdad a los ciudadanos de a pie. Pues es evidente que porque a los señores peperos les importa una higa lo que afecta de verdad a los ciudadanos de a pie, incluso se diría que les irrita y hasta aburre. De ahí que a veces no puedan reprimirse, de puro fastidio, y se les escape a voz en grito lo que piensan de verdad.
Y ahora dime demagogo y hasta radical si afirmo que no puede ser casualidad, no, que la gente de peor calaña que hay en la sociedad, la que se le ve a la legua que está donde está única y exclusivamente para lo de poner el cazo, siquiera ya solo para custodiar lo suyo y poco más, la que defiende con uñas y dientes sus privilegios y chanchullos frente al bien común, está en el PP como perfecto sindicato de criminales y sinvergüenzas que es y para de contar.
Y si tenéis alguna duda, antes de ponerme pega alguna, ya sabéis, id y preguntad por Bárcenas...
Pobre Iglesias, el saco de todas las hostias, y no solo por méritos propios, no solo. Ahora hasta la candidata de Más Madrid se apunta a la fobia contra su persona, esa fobia inducida desde el sistema, el cual dicen que cuestiona con sus pujos republicanos y un comunismo que no ha aparecido nunca en ninguno de los programas electorales de su partido, socialdemocracia puesta a punto, acaso un poco más convencida, atrevida y poco más, lo que se puede, incluso se debe y gracias. Una campaña de acoso y derribo contra él y su partido perfectamente orquestada desde los poderes fácticos por todos conocidos, con todos los medios a su alcance, la famosa Brunete mediática que ya dijo otro..., que lo denigra a cuenta de cualquier nadería que nunca es motivo del mismo encono y persecución en otros, "a ver esa facturita de chuches, esas vacaciones playeras en no sé dónde o una comida en un asador castellano con orujos y puros a los postres, ¿acaso no son rojos?, ¿con qué derecho entonces pretenden entonces disfrutar de la vida como el resto de los mortales?, escándalo seguro, montañas a partir de granos de arena, a ver qué les sacamos aunque sea solo para ponerlos en la palestra durante unas semanas, que vea la gente que para corruptos ellos, ríete del Egea comprando diputados murcianos al peso, y ya luego si eso, esto es, cuando salga la sentencia exculpatoria de costumbre, que rectifique su puta madre". Una campaña de una insidia tan descarada y grotesca que abochorna y mucho hasta a los que no somos podemitas; pero, que cala a la perfección entre la gente tenida a sí misma de decente y orden, con los pies en el suelo y toda la monserga reaccionaria al uso, siquiera ya solo temerosa de lo que le dicen que tiene que temer, yo diría que hasta contenta de tener una cabeza de turno a la que odiar mientras hacen la vista gorda con todos los demás. Así que va la doctora García, rechaza la oferta de unidad de Iglesias, y, ya de paso, tacha a este de machirulo por atreverse a proponerle un lista en la que él iría de segundo, de se-gun-do, esto es, una lista encabezada por ella, que es la que en mi opinión debería disputar la presidencia a Ayuso, y en la que lo del líder de Podemos es más un aldabonazo mediático que otra cosa, y eso sin que pueda medir con cuánto de verdadero gancho entre la gente de izquierda, o puede que todo lo contrario a tenor de lo pasado en las últimas elecciones locales en Madrid. De ese modo, puede que un Iglesias como principal cabeza de la oposición fuera incluso contraproducente, un problema añadido antes que una solución, sobre todo, teniendo en cuenta la campaña-trampa que el MAR le ha diseñado a la Ayuso para que todo se desarrolle en el fango convencidos de que el nivel intelectual del electorado también está a la misma altura.
¿Miedo a ser eclipsada por la figura mediática y política de un Iglesias en retirada, y eso tras haber hecho lo más atinado de toda su carrera política, algo que, tranquilos, tampoco le reconocerán sino todo lo contrario, reconocer que su momento ya ha pasado dando un paso atrás para poner al frente de su formación a la ministra mejor valorada, Yolanda Diaz? ¿Feminismo mal entendido, peor aun, como coartada barata y cada vez más preocupante y hasta obscena, un "mansplaining" inaceptable sólo porque el líder de Podemos tiene polla, al confundir, o más bien querer confundir, la condición masculina de Iglesias con esa otra de líder natural de Podemos, y, por mucho que les pique a sus legiones de furibundos "odiadores", que no críticos, a derecha y también izquierda, figura ya histórica de la izquierda española con todos sus claroscuros, en especial sus increíbles meteduras de pata, no me vaya a hacer sombra después de lo mucho que me lo he currado en la Asamblea de Madrid? ¿Acaso hay tiempo para andarse con exquisiteces procedimentales, que si no son modos porque lo que tenía que haber hecho es tal o cual? ¿Incapacidad innata de la izquierda para reconocer las prioridades políticas de cada momento histórico por culpa de su ceguera banderiza, sus pejigueras ideológicas o, más bien, la insoportable vanidad de los egos de cada cual?
Lo que sea, pero está claro que quienes están dispuestos a repetir el error que los llevó a perder el gobierno de la Comunidad Madrileña en las pasadas elecciones, la división de la izquierda alternativa al PSOE, no merecen respeto alguno. Tienen lo que se merecen, y mucho me temo que en este caso será un gobierno orgullosamente "fascista", Ayuso dixit et Monasterio dictante, ya sea por obra y gracia de los méritos populistas de los otros como de su propia y tenaz inoperancia. En Madrid van a privatizar hasta las ganas de morirse, si es que no lo están ya. Paraíso liberal, toda la libertad del mundo para los que se la puedan pagar; el resto a joderse; pero, no lo digas, no seas comunista. Comunismo o libertad, dicen los que anteponen siembre los caprichos de su ombligo a las necesidades del común.
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