viernes, 3 de febrero de 2023

CON LA CORREA AL CUELLO


 He soñado que me levantaba como todos los días a las siete en punto para ponerme la chamarra contra el fío polar de la mañana, la gorra y lo que al principio creía que era una bufanda. Luego bajaba a la calle y me dirigía hacía el camino al lado de casa que sube hasta el Aramo. Una vez allí, y tras olisquear un rato las plantas del ribazo a la búsqueda de no sé decir qué, saltaba a un prado y me sacaba la chorra para miccionar. Luego volvía al camino, seguía olisqueando todo lo que me llamaba la atención, en especial los regueros de meados y alguna que otra caca, y, de repente, y sin mirar a mi alrededor por si podía verme alguien, me bajaba los pantalones y me ponía a cagar en el ribazo. Luego, y ya con los pantalones recogidos, bien meado y mejor cagado, he debido entrar en un estado de placidez tal que no he podido evitar empezar a segregar una cantidad considerable de oxitocinas, por lo que de repente me he encontrado con tipo que, primero se me ha puesto a olfatear el culo, y luego ha continuado restregándose en él como buscando acceso a donde todos ya os lo podéis imaginar.

En fin, un mosqueo de la hostia. Como que me lo he tenido que quitar de encima de un codazo y salir corriendo cuesta abajo para evitar ser deshonrado, sobre todo a una hora tan temprana y encima con el frío que hacía, que seguro que se me helaban los huevos. Luego ya tras cruzar a la acera de mi portal oigo que un tipo al que no conocía de nada empezaba a abroncarme desde la acera de enfrente; bueno, en realidad me estaba ladrando. El caso es que me he asustado tanto que me he quedado paralizado sin saber qué hacer o hacia dónde ir. Suerte que en ese momento he sentido que alguien tiraba de mi bufanda, en realidad una correa que me había puesto yo al cuello antes de salir de casa sin darme cuenta. Entonces descubro que la persona que tiraba de mi era mi mujer en pijama, "¿Venga "pa" casa ya!", la cual, digo yo, ha debido asustarse cuando se despertado y visto que no estaba a su lado, por lo que, ni corta ni perezosa, ha debido bajar hasta el portal a ver si me veía por algún lado. Ya luego, y tal como suele ser la costumbre, me he despertado de golpe sobresaltando a mi compañera de lecho.
- ¡Joder, qué puta pesadilla acabo de tener!
- Sí, sí, lo que tu quieras; pero, ya que te has despertado aprovecha y baja a la perra de tu madre para que haga sus necesidades en el prado.
- ¿Tanto te molesta que mi madre las haga en tu casa?
- Ja, ja, me parto, qué gracioso eres, un mes haciendo todos los días el mismo chiste. Anda y baja a la perra que estará a punto de hacérselo encima.

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