He soñado que estaba sentado en el café Landtmann de Viena escribiendo uno de mis sueños mientras me tiraba toda la mañana con un solo café con leche a precio de barril de gas ruso. Entonces veía que se me sentaba al lado un viejales de frente despejada, barba cana, gafas redondas y un puro en la mano; y no, no era Félix Maraña.
- ¿No será usted...?
- ¡No me joda que estoy en la Viena de entreguerras!
- Permítame que le haga una pregunta, joven.
- ¿Joven?
- En comparación con un servidor.
- Visto así, la verdad es que sí.
- ¿No será usted uno de esos poetas insufribles que se dedican a embadurnar hojas con un café al lado mientras el dueño del café se come las uñas porque no despejan la mesa en todo el día?
- Más o menos, solo que yo lo que hago es escribir los sueños que tengo por la noche, sobre todo las pesadillas. Muchas veces ni eso, me las invento directamente.
- Ich kann es nicht glauben! (¡No me lo puedo creer!) ¿También interpreta usted los sueños para curar las taras mentales de la gente.
- No exactamente. Lo hago para practicar la escritura y así ya de paso entretener a la gente.
- ¿No será más bien para que le den muchos “likes” en Facebook?
- No lo sé, puede que sí, puede que sea para eso.
- Dígame, ¿ha deseado alguna vez acostarse con su madre?
- ¡Pero qué cojones está diciendo!
- Es que salta a la vista que debería psicoanalizarse.
- Pues mire, no he venido precisamente para…
- Sí, ya sé, ya, usted ha venido a echar la mañana escribiendo sus pesadillas para que le den muchos “likes” en facebook.
- ¿Y qué pasa si es así, acaso me van a encerrar en Steinhof por querer agradar a la gente?
- ¿Me permite darle un consejo?
- Qué remedio, no hay viejales que llegado a un punto no quiera dar el suyo a todo quisque y a todas horas; pero, porque es usted Sigmund Freud, que si no hace ya un rato que lo hubiera mandado a tomar por culo.
- Si lo que de verdad quiere es que le den muchos “likes” en Facebook, deje de perder el tiempo escribiendo sueños como este tan largo que luego sólo leen cuatro gatos. Lo que tiene que hacer es subir a su muro fotos de mascotas, ya sabe, gatitos, perritos, camaleones, tarántulas. Eso o, en su defecto, pasteles de colores con mucha mantequilla y de esos de varios pisos para cumpleaños pijos y horteras, tartas de queso desparramándose enteras, pastas recién hechas para celiacos o macacos. Yo incluso me apuntaba al gimnasio para luego enseñar musculito o lo que se terciara.
- ¿En serio?
- Hagamos la prueba. Pida al camarero que le traigan un trozo de una de esas tartas famosas de Viena y le sacamos una foto para que la cuelgue luego en su muro de FB.
- ¿Una Sacher, por ejemplo?
- No sea idiota, esa es típica de otro Café de la ciudad. Además, usted tampoco es muy de chocolate si no es en tableta y siempre con un cacao por encima del 80%.
- Y a ser posible con virutas de naranja.
- Entonces mejor una Apfelstrudel para el contador de sueños. Ya verá como le encanta.
- Supongo que el consejo me saldrá gratis.
- Por supuesto. Y ya luego, si quiere una atención más detallada y profesional, puede pasar por la Berggasse 19 donde tengo la consulta y le hago un presupuesto.
- Tartas, “likes” y sicoanálisis con el inventor del tinglado. Y todo esto sin que salga también en este sueño nada de la ignominiosa farsa política y mediática que cierto partido de la oposición está montando con tal de desviar la atención acerca de las mentiras y negligencias de los verdaderos responsables de la tragedia de la DANA.
- Ya ve, maravillas del subconsciente.
- ¡No quisiera despertar nunca!
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