jueves, 29 de abril de 2010

LABASTIDA: ENTRE LA REVOLUCIÓN Y LA REACCIÓN


Como bien indica el libro de los hermanos Martínez Mendiluze, de entre todos los pueblos de Álava que sufrieron la represión de los sublevados, Labastida ocupa el primer puesto con un balance de 19 víctimas mortales, de las que diez eran cenetistas y las demás republicanas. De cómo y por qué una pequeña localidad de poco más de 1000 habitantes sufrió semejante sangría es lo que voy a tratar en esta entrada, y no sólo por lo que pueda tener de particular e incluso personal, sino sobre todo porque lo sucedido en Labastida refleja a las claras cómo la verdadera voluntad de los franquistas no era tanto restablecer el orden supuestamente perdido o en peligro, como eliminar de cuajo a todos los disidentes, esto es, el genocidio.

Antes de nada, y con el único fin de comprender por que en el año 36 una villa tan pequeña vivía en un estado de confrontación política tan grande, creo conveniente hacer una somera introducción histórica sin la que no se puede entender el clima o la sicología de las gentes de aquel momento, para ello, sobre todo para no liarme, recurro al resumen histórico de la web del ayuntamiento, la cual transcribo más o menos íntegra.

Labastida en la Alta Edad Media fue importante plaza de armas, quedan restos de la antigua fortaleza situada sobre el monte al que se le llamó Tolonio hoy Toloño.
Labastida como población en la historia fue consecuencia directa de la existencia del castillo de Toloño.
Según Julio Caro Baroja Labastida se fundó como Villa entre el siglo XII y el XIV de la mano de los monarcas navarros.
LA BAJA EDAD MEDIA:

Labastida continúa bajo la tutela de los monarcas navarros hasta el siglo XIII. Sancho "El sabio" fundó el templo-fortaleza hoy conocido como la ermita del Santo Cristo. Labastida pasó de pertenecer a Navarra a serlo de Castilla hacia 1.200 como consecuencia de las invasiones castellanas bajo Alfonso VIII por tierras navarras y alavesas. Fernando III concedió el Fuero de la Bastida en 1.242. En 1.379 Enrique II de Castilla donó a Diego Gómez Sarmiento la villa de Labastida la cual tras haber sido durante siglos villa de realengo pasó a ser "señorío".

LA EDAD MODERNA

Los primeros años de la Edad Moderna bastidarra van a estar marcados por el ingreso de Labastida en las tierras de Álava (entre 1.463 y 1.5.2) y la sucesión del dominio de la Villa por parte del ducado de Híjar.
Labastida entro a formar parte en Las Cuadrillas en las cuales se distribuyen las Hermandades pasó por diferentes Cuadrillas acabando en 1.567 en la cuarta Cuadrilla.

LOS SIGLOS DE ORO DE LA VILLA (XVII Y XVIII)

En el siglo XVII Labastida va a disfrutar de los años más relevantes y gloriosos de su existencia, comienza en 1.602 con la inauguración de la Iglesia parroquial Nuestra Señora de la Asunción, en 1.606 se trasladan a la Villa las reliquias de los Santos Mártires de Cárdena.
Es una época marcada por el desarrollo económico de la Villa; se mejoran los accesos, se empedran calles y plazas, se construyen fuentes, se adereza el reloj , se reparan arcos, se hace molino nuevo, se crea un mercado en la plaza...; que es un reflejo de la sociedad española de la época: clasista y presuntuosa.
En el siglo XVIII tras la "Guerra de Sucesión" y la instauración de la casa de Borbón en España, Labastida continúa su época de esplendor y se recrea con sus obras y embellecimiento: se construye la nueva sacristía, el Ayuntamiento, se arregla la plaza, la cárcel , el arco de Larrazuría... .
A finales del siglo se inicia el principio del declinar bastidiense influenciado por la lucha contra la Revolución francesa de la sociedad española.

LA EDAD CONTEMPORÁNEA

En el siglo XIX la Villa sufre una progresiva y profunda decadencia influenciada por la hegemonía francesa en Europa por tierra, el dominio marítimo inglés y por la guerra de la Independencia .
Las arcas de la Villa van enflaqueciendo y la situación financiera se va minando por completo debido al descenso del precio de venta del vino y la manutención de la tropa francesa acantonada en Labastida durante la guerra de la Independencia. La Villa se ve obligada a vender mucho de su patrimonio, es la desamortización de 1.816.
En la primera guerra carlista (1.833-1.840) Labastida deja entrever su simpatía por el carlismo debido al poder del campesinado, lo cual va a traer funestas consecuencias para la Villa al final de la guerra, a lo cual se le unió un azote de peste y un saqueo de la Villa por los liberales.
En 1.855 sufrió la desamortización de Madoz afectando gravemente a la institución eclesiástica.
En 1.870 vuelve a sufrir la tercera guerra carlista y tras ella una plaga en los viñedos conocida como filoxera que les arruinó y comenzó la emigración.
A final del siglo la economía descendió en proporciones alarmantes ofreciendo Labastida una imagen de pueblo hacinado y moribundo.

El siglo XX empezó como acabó el XIX, las cosechas destruidas por la filoxera, se arranca el viñedo y se dedican parte de sus fincas al cereal, los jóvenes se van a las ciudades industriales y la población desciende .
En la guerra civil Labastida se decanta a favor de Franco por lo cual estuvo tomada por tropas italianas aliadas con Franco.
El despertar de Labastida surgió con el turismo lo cual influyó en el sector servicios, hizo desaparecer la ganadería y apareció la moderna maquinaria agrícola. En las últimas décadas el sector del vino ha adquirido gran importancia económica.


Esta introducción histórica nos habla de una villa fronteriza y por lo tanto fuertemente señorial, esto es, poblada en su origen por linajes que debían defenderla tal y como deja constancia el hecho de que sea de entre todas las villas de la zona la que más escudos heráldicos presenta en sus fachadas. Por otro lado, a ese carácter señorial de la mayoría de sus habitantes se le une la riqueza agrícola que con el tiempo se fue decantando por la producción vinícola. Esta actividad vinícola enriqueció no tanto a sus habitantes como a los hidalgos que poseían la mayoría de las tierras. No obstante, tras ese periodo de esplendor centrado en la venta de la producción vinícola a las provincias costeras a través de Vitoria, la villa entró en decadencia a partir de la Guerra de Independencia,y sobre todo con la abolición del régimen foral que protegía dicha producción de la competencia del vino de Haro y alrededores. Al abolirse las aduanas el vino bastidense ya no puede hacer frente al precio y calidad de sus vecinos del otro lado del Ebro, con lo que no sólo se reducen los ingresos de esa pequeña oligarquía de terratenientes con blasones, sino que estos se decantan irremediablemente por la causa carlista. Al mismo tiempo, surge un pequeño proletariado de bastidenses sin recursos y emigrantes venidos de otras partes de la península que habían acudido al reclamo de la prosperidad pretérita. Es entre este grupo de jornaleros o pequeños propietarios sin recursos que surge un movimiento de inspiración anarquista que con la proclamación de la Segunda Républica arrecia sus reivindicaciones sociales ante el espanto de la mayoría tradicionalista.

El 8 de diciembre de 1933 se produce un hecho insólito. Militantes de la FAI y afiliados de la CNT, tanto del mismo pueblo como de los alrededores, incluso de Zaragoza, se sublevan contra el orden legalmente constituido al igual que otros muchos lugares de España. En Labastida los congregados en la sede del Sindicato Único, anarquista, se echan a la calle portando armas, se dirigen al ayuntamiento donde obligan al aguacil, Felipe Ochoa, que les entregue las llaves, al negarse los insurrectos asaltan el ayuntamiento, vacían el archivo con los documentos de propiedad y la estadística gráfica de las fincas urbanas y rústicas y les prenden fuego en los soportales. A continuación los libertarios intentan asaltar el cuartel de la Guardia Civil, allí hay un intecambio de tiros del que sale herido de muerte un guardia civil, Pedro Garrido. También es herido de un tiro el concejal carlista Alejandro Amurrio. Más tarde, a las ocho de la mañana hace presencia en el pueblo una sección de la Guardia de Asalto desplazada desde Vitoria. La mayoría de los insurrectos, 38, son detenidos y condenados a penas de cárcel hasta la ley de amnistía del 21 de abril de 1934. En el 36 no tuvieron tanta suerte.

En el 36, al poco de cometerse el Alzamiento, los carlistas de Labastida dieron muerte al aguacil que se negó a darles las llaves a los anarquistas por republicano, Felipe Ochoa, al guarda jurado Jerónimo Rodriguez Garona junto al Ebro -le echaron al río atado a una piedra-. En la Puebla de Arganzón ejecutaron a Agapito Vadillo y su hijo Serapio al poco de ser arrebatados de su domicilio.

Sorprendidos en Haro durante el estallido de la guerra, Ponciano Quintana y su hijo Laureano fueron llevados a la cárcel de la que salieron para ser ejecutados en una de las muchas sacas que se hicieron en aquella cárcel. Otros doce vecinos de la villa fueron asesinados en fechas posteriores tras ser arrebatados del vestíbulo de la prisión provincial de Alava al ser puestos en "libertad".

En los años posteriores otros vecinos de Labastida que habían participado en la algarada anarquista fueron arrancados de sus escondrijos años después y ejecutados.

Con todo, se dieron algunos casos dramáticos como el de Sixto Barrón, famoso libertario, que tras haber huído a Francia regresó hasta Vitoria donde vivían sus hijos con sus abuelos maternos para llevarlos con él al exilio. Una vez allí cometió el craso error de pasearse por el parque de El Prado, donde fue reconocido por unos paisanos suyos que en ese momento viajaban presos en una furgoneta. Al advertir la presencia de Sixto los guardias procedieron al arresto, conduciéndolo hasta el seminario viejo de Vitoria, donde fue ejecutado junto con su hermano y otros vecinos de Labastida.

Algunos abandonaron el pueblo para esconderse en el monte, Angel y Esteban Manzanos, pero enseguida fueron capturados y llevados al mismo convento de las carmelitas de Vitoria donde los asesinaron.

Junto con los asesinatos de 19 personas hubo también muchas detenciones y actos de escarnio popular por parte de los carlistas de la villa como el que sufrieron las hermanas Avelina y María Barrio Mauri, las cuales fueron arrastradas de los pelos por el pueblo mientras las pinchaban con una aguja de coser antes de conducirlas al hospital de Vitoria y poco después a la cárcel de mujeres. Otra mujeres de "topos" o republicanos escondidos o huídos, fueron encerradas en la misma cárcel, Fernanda Quintana, Florencia Manzanos, Honorata y Paulina Corcuera.

De la saña con la que fue perseguida esta gente por sus propios vecinos da fe el hecho de que una vecina, Felisa Iñigo, denunciara a los requetes la presencia del republicano Nicolas Ortego en su casa al mirar por el ojo de la cerradura de su casa. Los carlistas le reventaron la tapa de los sesos con la tapa que cubría el agujero donde se escondía. El caso de la denuciante Felisa Iñigo, no fue un caso aislado de colaboración con los asesinos, de hecho, y aunque por lo general los verdugos procedían de fuera, en Labastida está documentada la participación en las persecuciones y asesinatos de personas cuyos apellidos no dejan duda de su raigambre bastidense: García, Arteaga, Oribe, Barrón...

Esta saña y la persecución durante años de los republicanos por el resto de sus vecinos nos demuestra hasta qué punto el verdadero objetivo de los franquistas y sus aliados no fue otro que el exterminio del adversario, el genocidio por razones ideológicas.

5 comentarios:

  1. Hola, soy una chilena de 22 años descendiente de inmigrantes de Labastida que mencionas en tu texto.

    Muchas gracias por compartirlo, derepente es tanta la diferencia de años, la memoria de los que lo vivieron es frágil, y faltan partes de la historia que uno empieza a rastrear. Con tu escrito pude conocer un poco más sobre los de mi sangre.

    Como observación para complementar un poco, es "Paula Corcuera", no Paulina.

    ¿Me podrías decir cuál es la bibliografía que usaste? Te lo agradeceria bastante.

    Saludos.

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  2. Me parece muy interesante el relato. El guardia civil muerto en el asalto al cuartel era hermano de mi madre. ¿Tienes algún detalle más de ese episodio? Gracias

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  3. El concejal tradicionalista Don Alejandro Amurrio Moreno fue tiroteado el 2 de mayo de 1936, no en el transcurso del levantamiento libertario, sucedido entre el 8 y el 9 de diciembre de 1933.

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  4. El concejal tradicionalista Don Alejandro Amurrio Moreno fue tiroteado el 2 de mayo de 1936, no en el transcurso del levantamiento libertario, acaecido entre el 8 y el 9 de diciembre de 1933.

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  5. Las dos personas que permanecieron escondidas en el monte,fueron Esteban y Felix Manzanos,hermanos ellos,ambos una vez encontrados en el monte fueron bajados al pueblo con largas barbas y paseados entre la muchedumbre,esta intento lincharlos ante lo cual el mando de la guardia civil en el cuartelillo de Bastida en un atisbo de justicia puso freno al animo criminal de las masas y decidio entregarlos de inmediato a la justicia,posteriormente fueron juzgados y recluidos creo,en el penal de Santoña, del cual salieron tras cumplir larga condena,Fallecieron de forma natural siendo muy mayores,de ellos guardo buen recuerdo.

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