lunes, 14 de diciembre de 2015

CÍNICO, PAGANO Y EPICUREO



“La equidad obliga, no obstante, a reconocer que hay entre ellos gente honesta, que no está completamente privada de luces, ni escasa de ingenio para salir de las dificultades por medio de alegorías. Es a éstos, a quienes este libro va dirigido propiamente, porque si son honestos, sinceros y esclarecidos, oirán la voz de la razón y de la verdad, como espero.”

CELSO, Discurso verdadero contra los cristianos’, pág. 3

Como es de bien nacidos ser agradecidos quiero dejar aquí constancia de mi gratitud a la industria farmacéutica, no todo va a ser experimentar con los más desfavorecidos, alterar el resultado del 90% de los estudios clínicos. prescribir a niños medicamentos de adultos, desarrollar estos única y exclusivamente con fines comerciales o sustituir el marketing por por la ciencia, no. Agradezco en concreto la existencia de las pastillas de Valsartán Kern Pharma 80mg que controlan la tensión arterial porque sin ellas es posible que hoy domingo no estuviera vivo, o al menos no tan relativamente sano, apenas un amago de jaqueca, cierto cosquilleo en los dedos y, eso sí, un molesto revoltijo en el estómago de nada que en cuanto tome la primera copa de vino desaparecerá ipso facto. Y todo ello, lo reconozco, por mi mala cabeza, que como ya ni me preocupaba de la tensión al final me he acabado desmadrando un poco estos últimos días, en concreto desde las lentejas con morcilla que puse el pasado jueves, el chuletón de kilo del viernes con montañas de sal que se me olvidó pedir al camarero que no echara o la comida de ayer en Xixón con unos amigos de mi señora en la que desfilaron por la mesa pollo al ajillo, chipirones afogados, canutillos de cecina con nueces y compota de manzana, tacos de solomillo de buey con boletus y... la correspondiente e imprescindible ingesta de zumo de uva y manzana fermentados.

No quiero ni imaginarme cómo me encontraría hoy de no haber sido por esas pastillas milagrosas. Ya digo que puede que no estuviera en este mundo, cosa de la que, me temo, algún que otro se hubiera alegrado dada mi condición de carnívoro cruel e insensible que contribuye con su actitud a la perpetuación de este sistema de explotación animal contra el que luchan con denuedo los irreductibles veganos, ya sea con su ejemplo o en plan activista a lo despertar conciencias allá donde haya alguien dispuesto a clavar el tenedor sobre la carne de un pobre e indefenso animalico. Y creo que no exagero, al menos no después de oír y leer lo que dicen por ahí estos adelantados de su tiempo sobre esta civilización decadente de la que yo formo parte entusiastamente. Aún más, ha sido releer el Discurso Verdadero Contra los Cristianos de Celso y darme cuenta de que, en efecto, tal es su devoción por su credo y su entrega a la causa con todas sus consecuencias, diríamos que hasta el martirio si ya puestos sustituimos los leones del circo por las porras de las fuerzas del orden o un linchamiento en toda regla por parte de unos vecinos pelín exaltados de Tordesillas..., que hasta me atrevería a afirmar que por un momento me he sentido un filósofo romano del siglo II cínico y pagano, por supuesto que de la escuela de un tal Epicureo, que ve en los cristianos una nueva peste del Imperio, y que considera su religión de charlatanes e ignorantes como una perniciosa superstición que conduce a la disgregación social y casi también que a la llegada de los bárbaros de una vez por todas. Pero eso sí, ya digo que sólo durante un momento, aquel en el que me imagino al pobre Celso en medio de un banquete y al lado el cristiano primitivo de turno tocándole los huevos en plan:

"La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas, y el león comerá paja como el buey. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte, porque la tierra será llena del conocimiento del Señor"
- Isaías 11:6-9

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