lunes, 17 de diciembre de 2018

FEMINISMO DE CHOQUE



Leo en la prensa del pueblín que ayer, sobre las 20.30 horas, y tras una kalejira feminista que recorrió las calles del Casco Viejo de la capital alavesa, un grupo de mujeres entró en el Palacio de los Álava-Velasco situado en la entrada de la calle Zapatería de Gasteiz con la intención de quedarse y poner en marcha un proyecto que llevan meses trabajando, TALKA (choque, colisión).

El movimiento de mujeres asegura que el espacio okupado es “de mujeres y para mujeres”. También explican el nombre que han dado al proyecto okupa en el palacio de los Álava-Velasco: “Chocamos porque el feminismo no se puede entender sin conflicto, es sinónimo de lucha. Chocamos porque el feminismo no está a merced del capitalismo, si el feminismo no es anti-capitalista no es feminismo. Chocamos con las instituciones: El feminismo es de izquierdas, revolucionario y radical. Un espacio gestionado por mujeres y para mujeres desde el que pretenden extender su mensaje feminista, esto es, deciros a vosotras lo que tenéis que pensar y cómo. Todo esto, claro está y conociendo el percal, vamos, el mismo de los que se pasaron toda la vida diciéndonos a otros cómo y qué teníamos que pensar y hacer para ser buenos vasquitos y mejores camaradas...

Pues bien, siguiendo con la lógica revolucionaria y okupa que nos ocupa, yo animo a que sean ocupados los siguientes palacios de lo Viejo actualmente en desuso o ya directamente abandonados: el palacio de los Maturana-Verástegui por el colectivo LGTBI, el de los Gobeo-Landazuri por el vegano, el de los Arana que no conoce nadie por el animalista, el de los Landazuri-Romarate, Alava-Esquivel y del Marqués de la Alameda, de ahora en adelante rebautizado como "Alamierda", (actualmente habitados, pero no pasa nada porque la Revolución exige sacrificios por el bien común y en ese plan, así que se desaloja a sus inquilinos a hostias si hace falta) por los colectivos antiglobalización, antivacunas, antimonogamia o anti lo que sea, incluso abogo por vaciar los palacios de los Arrieta-Maeztu (también conocido por de Bendaña), la torre de los Iruña, el de Villasuso y Montehermoso, de todas esas mierdas culturetas, piezas arqueológicas, botánicas, obras de arte y demás morralla imperialista, que albergan. Abajo los museos y los espacios de encuentro de la burguesía capitalista, para todo aquel que tenga una fobia contra la que pelear por muy absurda que sea. De hecho, hasta reivindico el uso de la plazoleta del palacio Escoriaza-Esquivel para celebrar juicios sumarísimos con sus correspondientes actos de fe a todos aquellos revisionistas que en su momento hayan cometido el pecado de cuestionar las respectivas directrices de los colectivos en cuestión; los o las que hayan leído a Simone de Beauvoir sin el preceptivo tutor designado por el colectivo del ramo serían los o las primeras en ir al pilón, hoguera, lapidación, depilación o lo que toque... ¿Y las iglesias, capillas, conventos y demás? Acaso, para la poca gente que acude ya a misa, como que no caben todos en una sola; ¿no se podría expropiar el resto para lo que tengan a bien los susodichos movimientos populares.

Todavía más. Como todo esto de que cada colectivo tenga su sede para su pequeña revolución sectorial (ya que no podemos cambiar la sociedad en su conjunto de golpe y porrazo, vamos a hacerlo con aquello que más nos obsesiona en nuestra pequeña parcelita y al resto que le den...) debe costar un pastón mantenerlo, también propongo el cobro de una tasa municipal a todos aquellos ciudadanos que repitan como un mantra que estos chicos, y no tanto, son la expresión popular de la juventud rebelde y contestataria que resiste y ahora y siempre al poder establecido, paladines de la libertades, librepensadores con rastras y todo en ese plan. Supongo que serían muchos los que pagarían gustosamente de sus bolsillos todas estas iniciativas populares con tal de poder así contribuir al sueño eterno de la revolución pendiente, vamos, para que hagan otros la revolución que ellos no pudieron hacer en su momento o para la que no tienen tiempo entre una cosa y otra, e incluso hacerse perdonar así frente a su conciencia el inevitable y claudicante amodorramiento, llámalo aburguesamiento si quieres, en el que han caído con la edad; las utopías hay que pagarlas. Siquiera hasta la victoria final, que luego ya veremos con las expropiaciones forzosas y las checas para los que escriben cosas como ésta. Todo por el bien de los demás, quien tiene una causa a la que convertir al prójimo, tiene una razón para vivir.

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