lunes, 17 de diciembre de 2018

UNA DE ROMANOS




De pequeño por estas fechas al ir a poner el Belén en casa siempre hacía la misma comedia: "¡Faltan figuras, hay que ir a comprar!" Así que, tras berrear un rato largo, al final mi madre me soltaba la guita con el fin de que fuera a comprarlas y dejara así de joder la marrana. 

Me acercaba desde la Avenida hasta la calle Gorbea, donde entonces había una librería muy conocida donde solía comprar todo el material escolar y que en diciembre cambiaba de arriba abajo su amplio escaparate para llenarlo de chuminadas navidades. 

Las figuras de nuestro Belén eran de plástico, no mucho más diferentes de las de los soldaditos de la II Guerra Mundial o los cruzados y moros medievales con los que acostumbraba a jugar en el hueco del armario empotrado de mi habitación, aquel en cuya puerta interior solía hacer muescas con un cuchillo para recordar las broncas injustas que me echaban en casa o las que tenía con alguien en la escuela; anda que no he sido un puto crío poco rencoroso ni nada, me las guardaba todas... Creo que ya me he curado, o amansado, no sé, probablemente no.

Luego regresaba a casa con una bolsa llena de figutiras. La mayoría eran romanos con su coraza, escudo, peplum, gladium y algún que otro también con las faces famosas. También solía traer algún que otro pastorcito, más que nada para disimular.

-¿Y la hilandera, el panadero, el carnicero, el porquero, la abuela con el niño, el ángel anunciador...?

Anda que no era poco ingenua la vieja ni nada, o no, puede, seguro que no. Yo lo que quería era una legión de romanos en condiciones en medio del Belén para luego poder jugar con ellos cuando estuviera a solas, simular un ataque sombre los judíos allí presentes que arrasara toda la aldea, matara a los ancianos, pastorcitos y a San Jose por cornudo, violara a las hilanderas y hasta a la Virgen María si se les ponía a tiro. En fin, una escabechina de la época en toda regla; poco más o menos como la de esos otros "romanos" en Renteria en 1978... Y todo para así luego poder organizar la defensa, o el contraataque, con un ejército de zelotes compuesto en su mayoría por los pastores del Belén encabezados por el porquero o el carnicero; "Gora Judea askatuta! (¡Viva Judea libre!), Iraultza ala hil! (¡Revolución o muerte!)" A ver, no niego que fuera un crío raro, como que de aquellos barros..., pero la época y el entorno también contribuían un muy mucho a la pedrada en cuestión. 

Pues bien, casi cuarenta años después, y como responsable del Belén familiar que coloco todos los años con los play movil de mis hijos, parece que todavía ando en las mismas, casi, casi que sin darme cuenta. De modo que, tiembla pastorcito, tiembla... Alea jacta est!

Cómo no me iban a gustar las Navidades de pequeño.

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