viernes, 2 de septiembre de 2022

FOLLANDO COMO SEÑOROS


 El sueño de esta noche era de uno de esos que hasta que no te despiertas no eres consciente de que lo era. Salía a pasear como todas las mañanas por el parque periurbano de al lado de casa, cuesta arriba, cuesta abajo, cuando al alcanzar el alto de la colina donde suelen estar la mayoría de los conejos que pululan por la zona indiferentes a la presencia de los humanos, me encuentro a dos conejos en plena coyunda. No solo eso, sino que enseguida me percato de que el resto de conejos de parques están arremolinados alrededor de la pareja como esperando su turno para sustituir al macho encima de la hembra. No quepo en mi asombro. De modo que cuando aparece de entre la nada una señora en pantalón bombacho, camiseta de tirantes, abalorios varios y así en general como para echar unos malabares junto a un semáforo. Una chica de estatura... Bueno, la verdad es que paso de hacer la descripción de rigor porque tengo muy presente aquello que me dijo hace ya un porrón de años una pav... ¿moza? , ¿chavala?, ¿muchacha?, ¿fémina?, ¿chiguita que diría mi abuelo?, bueno, se entiende, en cualquier caso una tía muy guapa (¡ay!)y maja que según me dijeron se había hecho feminista militante hacia solo unos meses, durante la presentación en la capital del reino de las Españas de una de mis novelas, o lo que fuera aquello que me solían publicar sin saber yo muy bien a santo de qué, acerca de que había percibido que en mis descripciones de los personajes femeninos había una mirada exclusivamente masculina y por lo tanto "cosificadora" de la mujer, que dedicaba el doble de adjetivos descriptivos a las féminas que a los varones, vamos, que se notaba que me deleitaba hablando de sus rasgos físicos más destacados, que ella lo había anotado debidamente y me lo podía demostrar con los correspondientes extractos del libro. Pues eso, que paso para no caer en estereotipos heteropatriarcales y por el estilo.

- Anda que no se lo están pasando poco bien ni nada los conejos. Menuda orgia tienen montada aquí.
-¿En serio? ¿Te parece bonito lo que acabas de decir?
- Yo solo decía...
- Que te hace mucha gracia asistir a una violación en manada.
- A ver, que estamos hablando de conejos.
- Claro, y como solo son conejos que se joda la hembra. ¡Que la jodan todos los conejos que quieran!
En ese momento reparo en el careto de la señora, y no voy a decir que como se me antoja el de una coneja creo que empiezo a entender su reacción. No, porque sé que, de la misma manera que si atribuyera rasgos animales a un hombre no pasaría nada, Johny "El Rata", Billy "La Rana", Trump "El cerdo", en el caso de hacerlo a una mujer eso podría entrar directamente dentro de las competencias del ministerio de Irene Montero.
- Estamos hablando del mundo animal -le replico, por replicarle algo.
- ¡Ah! Entonces todo está permitido contra el colectivo femenino.
- ¡Hombre! Creo que no es lo mismo que...
- ¡Hombre, hombre y más hombres! Ese es vuestro problema que solo veis las cosas desde vuestra perspectiva. Como con el porno, ¿no? Seguro que a ti también te pone ver bukkakes de esos en el ordenador. ¿A que sí?
- Pues no. Creo que son cosas muy diferentes. Y, desde luego, yo sé distinguir perfectamente un acto denigrante para la mujer de una escena de "El hombre y la tierra".
- ¡Acabáramos! Ahora me vas a venir de aliado del feminismo y toda la monserga al uso de los señoros.
-¿Cómo, qué hostias me acabas de decir?
- Señoro, que eres un señoro, todos sois unos señoros.
- ¡Ah, sí! ¿Pues sabes lo que te digo? ¡SEÑORO TU PU...!
Momento en el que me despierto con el consabido sobresalto, me levanto, me aseo, me visto para salir a dar el paseo mañanero de verdad, y... Y que no sé yo que me pasaba esta mañana que no podía levantar la mirada del suelo, no me fuera a cruzar con una de las féminas que también frecuentan el parque a esas horas y, al ir a saludarlas como suele ser mi costumbre, ya sabéis, colegio de pago y todas esas mierdas clasistas, hablando de coña, claro, que ya uno no sabe..., alguna de ellas creyera adivinar en mi mirada una intencionalidad heteropatriarcal de esas que me hiciera merecedor de un sonoro: ¡SEÑORO!

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