miércoles, 5 de abril de 2023

LA PASIÓN DE UN TURISTA EN SEMANA SANTA

 


    Todos los años la misma pesadilla por Semana Santa desde que vi "La pasión de Cristo" de Mel Gibson, que viene a ser como la de Pasolini pero en gore y dirigida por un integrista católico en lugar de por un comunista ateo y así; a mí, ni qué decir, me gusta más la segunda, un verdadero clásico y tal.
    Pues resulta que estoy con mi señora de vacaciones en Tierra Santa, para lo de asistir a las celebraciones de Semana Santa en su lugar de origen. Un destino curioso para un agnóstico practicante como un servidor; pero, es que me pierde la curiosidad antropológica y no puede haber nada más interesante que asistir a eventos donde la sinrazón y la crueldad van de la mano, ya sea la procesión de los Picados en San Vicente de la Sonsierra, los crucificados en vivo de Filipinas, los pasos procesionarios sevillanos o cualquier otra salvajada por el estilo. ¿Que a santo de qué? Pues bien podía decir, en plan estupendo y así, que porque me hacen reflexionar acerca del absurdo del comportamiento humano a lo largo de la Historia y del hecho religioso en particular como el más grande de todos; pero, para qué engañarnos, asistir a semejante actos colectivos de renuncia enfebrecida del sentido común para lo que de verdad me sirven es para reafirmarme en lo poco que tengo en común con la mayoría del género humano, y eso, qué le voy a hacer si soy un listillo prepotente de mierda y además a conciencia, me hace infinitamente feliz.
    El caso es que estoy asistiendo al Vía Crucis del Nazareno como si de verdad estuviera dentro de la peli de Mel Gibson, viendo cómo arrastra el primero la cruz bajo la lluvia de latigazos que le propina el típico legionario romano encabronado por su destino en una tierra tan árida e ingrata como la provincia romana de Judea en lugar de poder estarlo en Dalmacia a orillas del Adriático con una copa en la mano y el miembro viril y erecto de un efebo ilírico en la otra, y en eso que no puede más y la deja caer sobre el asfalto.
    - ¡A ver, tú, el de la gorra, ayuda al condenado a portar su cruz!
    - ¿Yo?
    - ¿Te lo tengo que explicar en latín?

    Conste que al principio me resisto; pero, son los cabrones que me rodean los que me empujan para evitar así que los legionarios se fijen en ellos. En fin, tampoco será para tanto cuando se puede ver el Monte del Calvario desde aquí, la Vía Dolorosa que le dicen, y, hostia, que soy vasco y hablamos de un trozo de madera, no de una piedra de 200 kilos como con la que me suelo entretener al mediodía levantándola en varias tandas mientras espero que lleguen los críos del colegio para comer.

    - Tú descansa un poco si eso, que ya llevo todo el peso yo -le digo al Nazareno en un acto de piedad lógico tras verle tan demacrado y cubierto de sangre al pobre.
    - No, es un peso que debo llevar a mis espaldas.
    - ¿Pero quién cojones te obliga ahora que estoy yo aquí para ayudarte?
        - Mi padre desde los cielos.
   - Pues eso en mi pueblo se llama ser un cabrón de cuidado, da igual si es tu padre, tu suegra o tu asesor fiscal. Claro que vete a saber qué le has hecho a tu viejo para que te condene a semejante castigo.
        - Estoy aquí salvar a los hombres de sus pecados.
   - ¡Hostia! ¿Como Pablo Iglesias? Pues sí que lo tienes merecido.
        - ¡Oh Padre celestial, ten piedad y misericordia de mí!
    - Oye, que yo en el fondo te admiro. Todo lo que sea cuestionar el orden establecido, y sobre todo si es para luchar contra el invasor romano, merece todo mi respeto. No te creas, si yo también he sido muy abertzale cuando era joven, luego ya me dio por darle al coco y empecé a ver cosas que cada vez me convencían menos...
    - ¡Ten piedad y misericordia de mí!
    - Me parece a mí que empecinarse en el error, vamos, como soléis hacer todos los fanáticos, no es precisamente lo más...
    - Ten piedad...
    Y no acaba de recitar su letanía cuando veo que el Nazareno aprovecha un descuido de los legionarios que nos escoltan, se ve que unas rameras están llamando su atención enseñándoles los senos desde las ventanas de un lupanar que da a la calle, para desaparecer entre la multitud.

    - ¡Oigan, que aquí el amigo... -advierto a los legionarios para que luego no haya mal entendidos.
    - Tú a callar y tira p´alante -tremendo latigazo.
    Por lo que se ve los funcionarios de estado, y aquí poco importa si son los del Imperio Romano, del Gobierno Vasco o de cualquier otra administración pública, son todos iguales en todas las épocas y situaciones, vamos, que al menor imprevisto procuran hacer la vista gorda como si no hubiera pasado nada y seguir con el procedimiento que tienen entre manos como el que no quiere la cosa para no tener que rendir cuentas luego. Total, que no tardo en verme crucificado en lo alto del Calvario de marras sin comerlo ni beberlo.

    - ¿Pero cómo cojones he acabado yo aquí? . pregunto a los dos fulanos también crucificados que me acompañan a cada uno de mis costados.
    - ¿No eras tú el Rey de los Judíos?
    - ¡Qué cojones voy a ser el rey de nada, si yo había venido aquí de vacaciones!
    - Pues vete tú a ahora a quejarte a Poncio Pilatos.
    - ¡Algo habrá que hacer!
    - Sí, podemos cantar los tres juntos:
"Some things in life are bad
They can really make you mad
Other things just make you swear and curse
When you're chewing on life's gristle
Don't grumble, give a whistle
And this'll help things turn out for the best
And
Always look on the bright side of life
Always look on the light side of life"
Always look on the bright side of life
Always look on the light side of life

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