jueves, 14 de diciembre de 2023

PESADILLA STRICTO SENSU


 

 Aunque ya tengo preparada la pesadilla que suelo subir aquí los viernes, he pasado una noche de perros entre una mierda y otra que no vienen al caso, sólo decir que estoy despierto desde las seis de la mañana y que he perdido toda sensibilidad en mi brazo izquierdo. Con todo, lo más chungo ha sido la pesadilla absurda de necesidad que tuve anoche.

Resulta que como nos cambiábamos de piso, y no a uno cualquiera, sino a uno en el mismo edificio del centro donde estuvimos viviendo unos años hace ya la tira de años, pues que me presentaba en la portería para verlo y en ese que me encuentro al Andreu Buenafuente de portero y al Berto Romero de ayudante, mancebo o de vete a saber qué. Para más inri no me acuerdo del número o letra del piso, algo como muy mío y así, y la única solución que se nos ocurre es subir hasta el quinto para probar con la llave que me ha dado el casero una puerta tras otra. Sin embargo, es subir hasta el quinto y encontrarme una planta inmensa en la que apenas se distingue el final. Ni qué decir que el número de puertas por las que hay que pasar para meter la llave se me antojan infinitas. Y en esas estamos, provocando todo tipo de reacciones a los inquilinos que de repente oyen que alguien intenta abrir la puerta de sus domicilios; desde viejas rodeados de gatos que nos amenazan con llamar a la policía, tarados con síndrome de Diógenes que nos provocan arcadas nada más abrir la puerta, prostitutas brasileñas que nos exigen que respetemos los turnos, miembros de un comandos fundamentalista islámico que se empeñan en colgarnos chalecos con explosivos para que les acompañemos a no me acuerdo muy bien, ni quiero, dónde, un concejal del Vox, o puede que fuera del PP, que nos abre al grito de "¡España se rompe!". En fin, un muestrario del mismo vecindario con el teníamos que bregar a diario cuando vivíamos allí. El caso es que después de un palizón de un extremo a otro de la planta y, sobre todo, aguantando las gracietas del dúo cómico, el cual pretende en todo momento hacer reír a los vecinos que nos abren su puerta con el único fin de sacarles así un generoso aguinaldo para la Navidad -vamos, vergüenza ajena por un tubo-, por fin consigo entrar en el piso que hemos alquilado. Y en eso que de repente me veo con mi mujer sentados en el único mueble que hay en la casa, un sofá que mira a una pared blanca vacía.
- ¡Ay, Dios, que todavía falta la mudanza! -comenta ella.
- En serio, no sé si preferiría morirme ahora mismo -confieso todo serio.
- Y yo.
Momento de verdadero pánico en el que, como suele lo habitual durante las pesadillas, despierto de golpe, o más bien de un brinco. Luego ya un dolor insoportable en el brazo izquierdo porque parece que me he dormido encima no sé cómo o por qué, un estruendo en forma de ronquidos a mi vera que me impide reconciliar el sueño y, qué menos, el sentimiento de alivio infinito al tomar conciencia de que no hay mudanza alguna en mi horizonte vital más inmediato, si eso vete a saber lo que nos depara el nuevo año, que ya te digo yo que las Navidades son muy putas y puede pasar de todo. ¡Ah! Y no veas tú la manía que les acabo de coger de repente y para los restos a esos dos payasos catalanufos.
All reactions:
Luis de Guezala eta Santy Corcuera Rojo

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