viernes, 22 de marzo de 2024

PESADILLA DE ANTES DE LAS VACACIONES


 

     Mira que sospechaba que esta semana tendría alguna que otra pesadilla con aquel verano que, con veintipocos, arrastré a mi amigo L a unas vacaciones en plan mochilero hasta el norte de Portugal. Unas vacatas a las que iba yo amargado de la vida por eso de que la moza de la que había estado perdidamente enamoriscado se había vuelto a liar con otro, como quien dice al día siguiente de haberse dado el filete conmigo en un tugurio de lo viejo de mi ciudad. Cosas de la mocedad y así, sólo con recordarla me entra una pereza... Y claro, con ese ánimo no se puede decir que servidor fuera la mejor compañía. Empero, no hay nada como un buen amigo para ayudar a olvidar las penas y, por supuesto, mucho alcohol. Y eso que las vacatas no empezaron lo que se dice bien, que servidor iba con la mochila tipo militar que se había comprado hacía ya años en una tienda especializada en retales del ejército y así, un antro al lado del hospital Santiago donde los jóvenes alegres y algo combativos acostumbrábamos a agenciarnos los macutos" cuya tela militar luego "tuneábamos" con el boli o el rotulador -servidor, como era muy pintamonas y así, comiquero y fanzinero, y eso a la par que generoso que te cagas, se pasaba la vida dibujando todo tipo de motivos erótico-reivindicativos en los macutos de sus colegas, vamos, el logotipo de Gestoras para los muy cafeteras y tías con mucha teta y culo para todos los demás; eran otros tiempos...-. Bueno, que me pierdo y en breve se va a la levantar todo Cristo en esta casa y adiós a la paz necesaria para escribir estas mierdas con la amanecida, que para cuando llegamos a Viana do Castelo, la mochila ya tenía descosidos por todos los lados y se le salían los hierros para clavarse en mis costados. De modo que fue llegar a la ciudad portuguesa y buscar dónde comprar una nueva. No sé si me tire dos o tres horas mirando mochilas y comparando precios, los que sé que salí con una que creía haberme agenciado a precio de ganga y al cruzar un par de calles vi una idéntica en una tienda a mitad del precio; creo que mis juramentos se escucharon hasta en la última isla habitada de las Azores. Luego tuvimos una serie de contratiempos buscando el camping, en el mismo camping, fuera del camping, para volver al camping, al día siguiente en el camping. En fin, no es cuestión de hacer una relación de ellos porque en el sueño de anoche apenas aparecían.

Los que aparecíamos éramos L y un servidor en el pub donde, como buenos paletos veinteañeros que de portugués lo mismo que swahili, cada vez que íbamos a pedir una caña el camarero nos sacaba un coñac. Todo ello por un cuestión de fonética de la que no nos percatamos hasta el cuarto o quinto coñac convencidos de que el camarero portugués nos estaba vacilando de lo lindo. Total, que ya salimos del pub lo suficientemente puestos para ir a parar, no sé muy bien cómo, a una verbena junto a la ría y en la que, tras el preceptivo acopio de más alcohol junto a una especie de txozna, acabamos moviendo el esqueleto en mitad de la pista. Y nunca mejor dicho lo del esqueleto, porque lo de bailar, pues oye, si a imitar un ataque epiléptico se le puede llamar baile... El caso es que en una de esas vemos desde el otro lado de la pista a un individuo de barbas y pelo canosos, barriga prominente y ademanes de portero de discoteca chunga, un cincuentamuchos de esos que, como todavía mantienen todo el pelo y visten en plan barbacoa pija y así, todavía se ven cómo para dar la brasa a las chavalitas, abrirse paso a empellones entre el desconcertado y molesto gentío luso hacia nosotros con una birra abierta en una mano y otras dos sin abrir en la otra cogidas del cuello.
- ¿ESPAÑOLES?
- De Vitoria.
- Me encanta Vitoria. Ahí está la principal cantera de los nuestros.
- ¿Los nuestros? ¿Quiénes, el narco gallego?
- ¡Hombre no! O sí, no sé. Me refería al PP del País Vasco.
- Nosotros no es que seamos precisamente muy de...
- ¡Ah! Ya entiendo, ya -afirma el pelanas beodo mientras vacía la mitad de su birra de un trago-. Vosotros sois más de la ETA y así. ¿No es cierto?
- Mira tío, ni lo uno ni lo otro, y si vienes a tocar los cojones ya te puedes ir por donde has venido -le replica el amigo L con esa mezcla de afabilidad y contundencia de la que sólo él es capaz; yo ya me habría liado a hostias.
- Pues ahora os jodéis, batasunis de mierda, porque me voy a beber yo solito las cervezas que os habéis traído.
- Como si te las metes por el culo, payaso -ya he dicho que yo en estos casos soy del tipo diplomacia cero.
- ¿Cómo te atreves? ¡No sabéis con quién estáis hablando! ¡Os voy a triturar! ¡IDIOTAS!
Momento en el que se monta la de Dios es Cristo, vamos, ensalada de hostias por todos los lados. Y mira que nunca hemos sido de broncas, ni de buscarlas ni de tirarnos de cabeza a ellas al primer improperio; pero, una cosa son los insultos con los que aplicando lo de a palabras necias, oídos sordos, asunto resuelto, y otra que te empujen y te echen la cerveza encima. Y en esas estamos, en concreto pateándole la cara al imbécil en cuestión ya por el suelo, cuando aparece la Guardia Nacional Republicana para poner orden y llevarnos presos.
- Puta que pariu tudos os espanhóis! Por que não deixam a su espanholidade do outro lado da fronteira?
Y en eso que me despierto y, en lugar de la jaqueca con la que me suelo levantar cada vez que tengo una de estas pesadillas en las que además corre el alcohol como una riada de principios de otoño en Levante, siento que me duelen los pies como si me hubiera pasado toda la noche dándole patadas al radiador.

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