martes, 12 de enero de 2016

ABRAZOS



Corre por ahí, tanto por las redes como en el ánimo de cierta gente, una especie de hashtag o como se llame que invita a la gente a abrazarse sin motivo, algo así como lo que hacían un grupo de chorralaires no hace mucho en los centros de las ciudades ofreciendo abrazos gratuitos, decían. Pues no, lo voy a decir muy clarito, que no se le ocurra a nadie venir a abrazarme en mitad de la calle o donde sea porque las probabilidades de que se lleve una hostia son algo más que grandes. A mí me han abrazado muy pocas veces en la vida, siquiera de verdad, mi padre cuando volvía de pasar una temporada larga en el extranjero y mis íntimos y familiares en los momentos más tristes de mi vida, circunstancias tanto la una como la otra que hacían que las palabras sobraran todo lo que tenían que sobrar porque es entonces y sólo entonces cuando el abrazo adquiere toda su razón de ser, esto es, un gesto mejor que mil, millones de palabras. Por eso también sólo abrazo con verdadero cariño y de continuo a mis hijos, a mi señora cuando..., o a mi madre cada vez que me despido de ella. En cualquier otra situación el abrazo es un gesto que está de sobra, pura pamema, ganas de impostar un afecto o un cariño que no corresponde ni a la situación ni a la persona que lo da. Los abrazos por que sí, y no digamos ya a o de cualquiera, son una manera de devaluar hasta extremos de verdadera vergüenza ajena el sentido de éstos. Aún diría más, los abrazos gratuitos al grito de "venga, a querernos todos, todos "semos" guays del Paraguay, peace and love for everybody, happy flower y juntos como hermanos miembros de una misma iglesia... de memos", son el más vivo ejemplo de la memez que nos rodea a modo del más pringoso de los chapapotes de moda, una época en la que nos están constantemente machacándonos por ser como somos y no como se supone que algunos quieren que seamos para que el pastor o el perro de turno no tenga problemas conduciendo el rebaño, la devaluación absoluta de los sentimientos más puros como son el amor filial o la amistad. Son una verdadera obscenidad. Las distancias, esto es, saber mantenerlas, ahí está la clave de todo. Y si tienes carencias afectivas o lo que sea seguro que hay especialistas o en su defecto el whisky de quince o más años.

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