jueves, 7 de enero de 2016

LOS VERDES CAMPOS - AMADO GÓMEZ UGARTE






"En la hacienda apenas había muchachos de su edad que reuniesen condiciones para poder besarla. Losbcriados eran viejos para ella y le daban asco, con esos dientes amarillos y escasos. En las caballerizas había un chico no demasiado mayor, pero olía a estiercol y no se levantaba nunca. Los campesinos eructaban a todas horas y se echaban pedos, por culpa de las alubias que comían un día y otro. En el molino trabajaban algunos mozos, pero siempre estaban blancos de harina y parecían fantasmas del otro mundo, daban miedo. Sólo quedaba Werner, y conseguiría que la besase."

LOS VERDES CAMPOS - Amado Gómez Ugarte

Me he leído Los Verdes Campos de Amado Gómez Ugarte de un tirón. Me parece que es la única manera que se puede leer este libro porque una vez que te atrapa ya te engancha y disfrutas tanto con la historia y la escritura que dejar el siguiente capítulo para más tarde es tontería. Creo que eso ocurre porque es una historia redonda. Y lo es tanto porque tiene las páginas que el autor considera necesarias para que lo sea, ni una más, he ahí tambien una muestra de lo que es un escritor de oficio, no un pergeñador de libros al peso, como porque se nota y mucho que AGU ha disfrutado la órdiga (¡ganas tenía de usar esta expresión de la infancia o así!) escribiéndola, y cuando eso sucede se nota, se trasmite al lector algo o mucho de ese entusiasmo. Y por si fuera poco, algo que sabemos todos los que hemos leído a AGU anteriormente, no es sólo el encanto de unos personajes como la revoltosa Rosamar de la que te enamoras al instante y de los demás con sus personalidades perfectamente marcadas, o el entorno casi edénico y para algunos cercano -y para los que no supongo que de un exótismo geográfico y temporal sumamente atractivo- del poco conocido Valle de Ayala y alrededores de la vertiente cantábrica de Álava, sino también sobre todo ese fino, agudo, tierno humor que impregna cada hoja del libro y en general de toda su obra. Si tuviera que pensar en las referencias que me venían a la cabeza mientras leía el libro, y por lo tanto, sí, de una subjetividad que espanta, destacaría los Pazos de Ulloa de la Bazán con luz y buen rollo, y la película Belle Epoque de Fernando Trueba por el contexto histórico y el vitalismo y lo pintoresco de los personajes. En cualquier caso, y sí, esto suena tanto a reivindicación de un autor cuya obra conozco de muy atrás y con la que me he divertido siempre, siempre, porque estoy convencido de que AGU es uno de esos escritores que sí piensan en su público, esto es, en no aburrirlo sino todo lo contrario, como de la literatura con mayúsculas, es decir, en la que se nota a la lengua que atesora oficio y talento, pasión inclus. Todo lo demás amateurismo, cuando no algo peor, algo que roza la estafa mercantalizada y así, cosa de famosetes, sus negros y el pirata de turno al mando. En fin, me centro, me centro. Sólo terminar diciendo que espero haber conseguido contagiar a alguien mi entusiasmo por este libro, unica y verdadera razón, siquiera la más grata, por la que merece la pena reseñar un libro o lo que sea que he hecho.

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