miércoles, 4 de mayo de 2016

LA NOVELA NEGRA EN ASTURIANO

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El caso de la novela negra en lengua asturiana es algo verdaderamente apasionante o cuanto menos peculiar. Para empezar, hablamos de una lengua no oficial en la comunidad donde es originaria, una lengua a la que incluso amplios sectores de la sociedad asturiana le niegan su condición de lengua, ya sea desde la más supina ignorancia que la identifica con una manera vulgar, rústica, antigua, de hablar castellano, o con un más que evidente interés político que considera que el reconocimiento de dicha lengua supondría un peligroso antecedente para una comunidad como la asturiana, ya que establece una relación de causa-efecto entre el reconocimiento y promoción del asturiano con las reivindicaciones nacionalistas al estilo de Cataluña, Galicia o el País Vasco, siquiera  entre sus capas más urbanas y conservadoras, y siempre en la convicción de que todo particularismo es malo por principio; y aquí se podría afirmar que el tan traído bipartidismo resultante de la Constitución de 1978 y que también ha controlado la administración asturiana ha sido determinante para el estado de postergación y descrédito de la lengua asturiana entre la ciudadanía. Si esto último parece exagerado, basta recordar dos episodios recientes. Por un lado, la actitud de la máxima representante del Partido Popular en la comunidad autónoma, Mercedes Fernández, felicitándose por haber evitado que las convocatorias de la comisión sobre protección y promoción de la llingua se envíen en ambos idiomas en el parlamento asturiano. Y por el otro, la furibunda reacción del profesor Miguel Alarcos como consecuencia de la lectura de un poema en lengua asturiana durante la presentación de un libro de homenaje a los poetas de la cátedra que lleva el nombre de su padre, el conocido filólogo Emilio Alarcos, calificando al asturiano  de "puta mentira de políticos y filólogos paletos".  Así pues, y a pesar del apoyo económico del Gobierno del Principado a la Academia de la Lengua Asturiana y su inclusión como asignatura en los planes de estudios de la Consejería de Educación y Cultura, su falta de reconocimiento como lengua oficial hace que ésta esté ausente tanto en el día a día de administración asturiana, la mayor parte de los medios de comunicación públicos –la televisión pública asturiana apenas dedica programas en la lengua asturiana que no tengan que ver con lo meramente folclórico- y ya muy en especial de la enseñanza, pues más allá de la hora diaria y optativa de lengua asturiana, no existe un proyecto educativo similar a las ikastolas vascas o las galescolas gallegas con el objetivo de garantizar la transmisión generacional y el cultivo de la llingua.

 

Con todo, y siendo tal el estado de postración del asturiano, con no pocos enemigos a su alrededor que miran con recelo y desprecio todo lo relacionado con la llingua, llama la atención el empeño de una minoría asturfalante por mantener viva la lengua y más aún por cultivarla en todos los aspectos de la vida. De este modo, es la voluntad de los asturianistas, casi que en exclusiva, la que hace que todavía exista un teatro en asturiano, una música en asturiano, publicaciones en asturiano y sobre todo una literatura en asturiano. Por eso todavía llama más la atención, ya no sólo la existencia de una tradición de novela negra escrita en asturiano dentro de una literatura con tan escaso apoyo institucional y una proyección tan limitada, sino la diversidad y, en general, la alta calidad de ésta.

 

La mayoría de los escritores asturianos son nacidos a partir de los años cincuenta, se mueven en los mismos ámbitos culturales y tienden a cultivar todo tipo de géneros, acaso con el propósito de cubrir los espacios a los que la lengua asturiana todavía no había llegado, siendo como era una lengua circunscrita en su mayor parte a lo rural. De ese modo, y por lo que atañe al género que nos ocupa, la primera novela negra en asturiano aparece en 1984 con el nombre de La muerte amiga de nueche escrita por Xuan Xose Sánchez Vicente. Respecto a la aparición de esta novela, el escritor asturiano Xandru Fernández hace un comentario asaz irónico que sirve para hacernos una idea sobre el estado de las cosas dentro de la literatura asturiana de la época:

 

≪Si se tien en cuenta que nesa fecha solo habia otres dos noveles publicaes na nuesa
llingua, l’amante de la estadistica pue refocilase nel fechu de qu’en 1984 un terciu
de la narrativa llarga n’asturianu yera novela de xeneru. Esi porcentax nun va

variar sustancialmente hasta bien entrada la decada de 1990.≫

 

Se puede afirmar a grandes rasgos que la novela negra asturiana evoluciona pareja a la literatura española en lengua castellana. Hablamos de los años de Manolo Vázquez Montalbán y Eduardo Mendoza, los cuales empiezan a escribir una novela que merece la etiqueta de negra porque pretende trascender a la simplemente policial, ya sea en el plano puramente literario o en el discurso implícito en los textos. Dicho de otro modo, la novela negra no quiere ser un mero pasatiempo al estilo de esas otras policiales tan en boga hasta entonces y que destacaban por su baja calidad y la reiteración hasta la nausea de su fórmula argumental. La novela negra de los Vázquez Montalbán, Mendoza, Juan Madrid, González Ledesma y demás escritores de la época, aspira a crear un producto literario en el que los autores además pueden dejar patente su mirada crítica sobre la sociedad en la que ambientan sus tramas. No es de extrañar, por lo tanto, que los contados escritores de novela negra en asturiano hagan otro tanto, esto es, que aprovechen las características del género negro para hacer una novela esencialmente realista, y entonces por lo general crítica, para retratar la sociedad en la que viven. De ese modo también, se podría decir que los escritores asturianos aprovechan el género negro para introducir la literatura en asturiano en una supuesta modernidad, siquiera ya sólo en unos ámbitos, por lo general urbanos y relacionados con los estratos más marginales de la sociedad, a los que la literatura en asturiano parecía extraña dada lo esencialmente lírico o costumbrista de su tradición literaria.

 

De ese modo, aparecen novelas como L’aire les castañes de Garcia Oliva, basada  en el asesinato de conocido personaje del barrio de Cimavilla en Gijón, barrio popular y marginal por excelencia de la ciudad. En el libro habla de un crimen que nunca pudo ser resuelto y que García Oliva utiliza para hablar del Gijón de la época, y ya por extensión de cualquier ciudad española de su tamaño y características, de la sociedad española de provincias en pleno franquismo de los años cincuenta. García Oliva lo hace introduciendo la figura clásica del inspector de policía y la investigación que le lleva a escarbar en la vida de los diferentes sospechosos, muchos de ellos personajes reales y personas destacadas de la ciudad. Del mismo tipo encontramos La ciudá encarnada de Pablo Anton Marin Estrada o Tráficu de cuerpos de Xandru Fernandez, las cuales también se basan en hechos reales para construir unas tramas en las que se mezclan la realidad y la ficción con el único propósito de hablarnos de una sociedad y una época desde presupuestos manifiestamente críticos. Eso es así porque la mayoría de los escritores asturianos nacidos en los cincuenta se rebelan contra la ideología conservadora en la que crecieron, y ya más en concreto contra el franquismo, sus modos y la represión lingüística y cultura que lo caracteriza. 

Otro de los hitos de la novela negra en asturiano es Sol reló (2008) de Nicolas V. Bardio. Una novela ambientada en Oviedo que tiene como principal hilo argumental el asesinato de un directivo de la Caja de Ahorros del Principado. En el libro Bardio construye una trama que se complica con asuntos turbios relacionados con la política y la economía asturiana. Dicho de otro modo, Sol Reló es un claro ejemplo de la utilización del género negro como vehículo para hacer una crítica social y política muy pegada a la realidad y al lugar en que transcurre la historia. Ahora bien, junto con esta novela negra comprometida sin ambages, también encontramos la novela Miénteme, dime la verdá (1989) de Adolfo Camilo, el cual incursiona en el género negro con pretensiones cultivas, pues su novela tiene que ver con la investigación de Álvaro Campos, heterónimo de Fernando Pessoa. Se trata, pues, de una novela negra con pretensiones cultistas que nos sirve como ejemplo de esa diversidad de estilos y argumentos a la que me refería antes dentro de lo que puede ser la literatura en una lengua periférica y marginada como el asturiano. De hecho, los autores del estilo de Adolfo Camilo, más literario o cultista, no escriben novela negra en exclusiva, sino que más bien suelen incursionar esporádicamente en el género. Entre estos podemos citar a Nel Amaro, Xurde Fernandez, Ismael Gonzalez Arias o Roberto Gonzalez-Quevedo.

A decir verdad, la variedad de la novela negra en asturiana llega al punto de que autores como Roberto González-Quevedo no sólo regresan al entorno rural para escribir novelas como Sangre na braña, sino que incluso no dudan en aportar dosis ingentes de imaginación sin complejos creando un protagonista que se ayuda de los investigadores más famosos del género, Pepé Carvalho, Montalbano, Wallander, Kostas Jarios, etc., para resolver su caso y ya de paso también rendir un sentido homenaje al género. Y si de homenajes literarios se trata, también tenemos que citar a Frias Conde con El nome de la cosa, donde aprovecha la trama de su novela con el fin de hacer una parodia de la sociedad actual a la vez que utiliza elementos de la famosa novela de Umberto Eco para destacar el aspecto más absurdo, cuando no puramente cómico, de los crímenes que se comenten en un convento y siempre en viernes. También es digno de destacar el experimento que hace el escritor Boni Pérez con Aparecíos en México, una novela donde ya se mezcla prácticamente de todo, lo fantástico, lo paródico, el terror incluso y ya en especial hasta la auto ficción, pues el mismo autor aparece como protagonista de la trama. Una alocada historia que además transcurre fuera de Asturias y en la que aparecen personajes conocidos como Cantinflas o Paquirri. En cualquier caso, Aparecios de México no sólo es un experimento por parte de su autor para demostrar que dentro de lo negro cabe todo, sino también la evidencia de que la novela negra en asturiano no está dispuesta a circunscribirse a los ambientes locales o al crudo realismo de la época en la que surgió.



Así pues, la novela negra en lengua asturiana experimenta a lo largo de los años el mismo proceso enriquecedor de la novela negra en castellano, el cual hace que la formula inicial del realismo puro y duro que retrata los ambientes más sórdidos o depauperados de la sociedad de la mano de la resolución de un crimen en manos del clásico investigador a imagen y semejanza del de la novela negra americana más tradicional, quede del todo superada y busque experimentar con todo lo que esté a su alcance. Tal es la variedad de novelas negras en asturiano de los últimos años que podemos citar tanto las que usan el terror como ingrediente añadido a la trama negra, El cai nunca duerme de Xoxe Nel Riego, Adós, Dvorak de Nel Amaro o Traficu de Cuerpos de Xandru Fernández, como otras de nuevo más comprometidas y a la vez mundanas, las cuales nos hablan de las mafias de todo tipo, y más en concreto de la labor de las ONG en el extranjero, como Suañé Cabu Verde de Adolfo Camilo Díaz, o de la Guerra en los años 90 en la antigua Yugoslavia como en El cuartu negociu de Ismael González. Dicho lo cual, ya sólo queda lamentar que la riqueza que caracteriza a la novela negra actual en asturiano, con la alta calidad de sus textos, y que sospecho que puede deberse en buena parte a que sus autores carecen de la presión o incluso pretensión de lo exclusivamente comercial, una literatura que insisto que superó hace tiempo ya y con creces los presupuestos exclusivamente locales con los que partió, no tenga más predicamento entre los lectores, y sobre todo entre los medios que deberían hacerla llegar a su público natural por muy acotado que parezca el campo de influencia de la lengua asturiana, esto es, una comunidad de hablantes indeterminada y además poco o mal acostumbrada a escribir o leer en dicha lengua porque no ha sido instruida en ella. Me temo que remediarlo es una cuestión de simple voluntad por parte de aquellos que tienen las claves para hacerlo y en especial las ganas. Estoy convencido de que nada que no sea la falta de voluntad hace imposible promocionar una literatura que incluso no necesitaría de traducciones para llegar a un público más amplio que el exclusivamente asturfalante, pues su lectura para un castellanoparlante apenas presenta problemas de compresión que un buen diccionario o unas pocas y muy sencillas nociones gramaticales no puedan solucionar. Por no mencionar también que la lectura en asturiano aporta un delicioso exotismo, de aquí al lado, que cualquier espíritu mínimamente curioso debería agradecer.

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