lunes, 30 de mayo de 2016

TAMPOCO ES PARA TANTO



-Pues sí, vale. Ya sé que hace un par de años que estoy en el paro, que están a punto de desahuciarnos porque no podemos la pagar la cuota del préstamo que nos otorgó el banco cuando ambos teníamos sueldo y parecía que podríamos pagar el piso sin problemas. También sé que nuestros padres no pueden echarnos una mano porque a los míos los engañó el mismo banco con las preferentes y a los tuyos les ha quedado una pensión de miseria que además puede que no cobren en los años venideros porque Rajoy y los suyos han vaciado la hucha. Y es verdad que estás harta de oír cómo me quejo todos los días de la corrupción que asola el país y de cómo a pesar de la crisis los que más tienen todavía tienen más y el resto en cambio ha visto cómo se derrumbaban los sueldos, se imponía la inestabilidad en el trabajo y peligraba la calidad y hasta gratuidad en la sanidad y la enseñanza. Ni siquiera sabemos si podremos ofrecerles un futuro en condiciones a nuestros hijos ahora que apenas se conceden becas y que el acceso a una educación superior parece volver a ser una cosa de las clases altas, privilegiadas. Hemos dejado de ser clase media, ya ni siquiera somos proletariado, somos la verdadera clase emergente, el precariado. Así pues, tengo motivos de sobra para estar indignado, cabreado, para echarme a la calle a hacer la revolución o en su defecto a pegar cuatro gritos o echar unas piedras. Pero no lo hago porque estoy convencido en mi fuero interno de que no vale para nada, que de hacerlo incluso peligra lo poco que todavía hay de estable en nuestras vidas: ¿te imaginas que me encierran? Y con todo, claro que hoy estoy pletórico porque mi equipo haya subido a primera. Podrá parecerte una tontería, una frivolidad teniendo en cuenta el panorama, un claro exponente de una mente esencialmente infantil, primaria, simple. Pero no es eso, no lo es. Estoy feliz porque tengo un motivo, siquiera sólo uno y por muy fútil que sea, para estarlo. No está la situación, la vida de la mayoría de todos nosotros, como para estimar alegrías por muy irracionales que os parezcan siempre a los serios por principio, a los eternamente concienciados, los que no entienden de pasiones que no sean las suyas, los que viven en la convicción de que si el resto de la especie humana fuera como ellos otro gallo nos cantaría, los que nos ven siempre a los demás como borregos porque ellos van por la vida oficiando de pastores luteranos. Por eso me alegro de que mi equipo haya subido a primera, por eso lo celebro. Sé que esta alegría es en el fondo una flor de un par de días, puede que un pelín ridícula, insustancial, que no cambiará para nada el estado de nuestras cosas. Pero, yo al menos lo sé, soy consciente de ello aunque a ti te guste pensar lo contrario para poder subirte a mi chepa y poder así mirarme desde la atalaya de tu condescendencia. Y si no dime tú cuántos motivos podemos tener los que no tenemos nada, los desengañados con todo, los que sabemos que cuando se nos pase la euforia del momento volveros a estar igual de jodidos de lo que estábamos antes, para celebrar nada.

-Anda, anda, qué tienes un rollo, un morro.Pasa, quítate los zapatos, la ropa y vete directo a la cama a ver si se te pasa para mañana...

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