Son la una y pico de la mañana y oigo que llaman a la puerta de casa. Retiro la mirilla para ver quién está al otro lado y solo veo oscuridad. "¿Quién está ahí?" pregunto. Entonces una voz me responde:
- ¿Truco o trato?
- ¿Cómo que truco o trato? Da la luz para que pueda verte.
Se enciende la luz de rellano de la escalera y puedo ver el rostro arrugado de una anciana vestida toda de negro y cubierta con un sombrero de ala ancha y una copa puntiaguda. Me llevo un susto morrocotudo. Hay que joderse, me digo, debe ser la vieja del sexto que hace ya tiempo que ha perdido la chaveta y seguro que con esto del Halloween, y que últimamente anda un poco alcoholizada la pobre, le ha dado por hacer la gracia... a estas horas de la noche. Así que cierro la mirilla después de pedirle por favor que vuelva a su casa antes que... no sé, ¿llamar a la policía, a los loqueros, a los de asistencia social a la la una y pico de la madrugada?
Me vuelvo al salón donde me encontraba antes viendo una película mientras mi mujer hacia ya un rato que roncaba en el sofá. Cambio de cadena porque la película me parece un tostón para no variar, y, de repente, me aperece en el televisor el rostro de la misma vieja arrugada de negro y sombrero de copa puntiaguda.
- ¿Truco o trato?
Joder con la vieja. Pego un brinco de la hostia en mi lado del sofá. Mi mujer, faltaría más, ni se inmuta. De hecho, qué coño se va a inmutar si tengo empíricamente demostrado que una vez dormidos, ni ella ni los críos se despertarían aunque cayese de repente un satélite ruso en mitad del pasillo o se viniera abajo el edificio entero como consecuencia de un proyectil israelí un poco desviado.
De modo que decido salir a la terraza a tomar el aire. Estoy en pijama y corre un frío que pela; pero bueno, no deja de ser el frío de la cornisa cantábrica, vamos, lo que para uno de Siberia-Gasteiz viene a ser poco más que algo de fresco. Me asomo por la barandilla a ver qué se cuece en nuestra calle en plena noche de Halloween. Solo veo a una vieja con un vestido negro de arriba abajo y, sí, sí, con un sombrero de copa puntiaguda, la cual levanta la cabeza de pronto y me da un susto morrocotudo, la muy hija de puta, al grito de:
- ¿TRUCO O TRATO?
Casi me caigo de espaldas del susto. Empiezo a coscarme, esto tiene que ser uno de mis sueños, una pesadilla en toda regla. Así que solo se me ocurre meterme en casa, despertar a mi mujer y guiarla medio sonámbula hasta nuestro dormitorio. Ya en la cama, y aunque solo sea ya por pura inercia de la costumbre, abro uno de los libros de mi mesilla de noche y me encuentro la foto de la vieja de negro y el sombrero de bruja:
- ¿TRUCO O TRATO?
Con decirte que del salto sobre la cama casi me doy con la lampara del techo...
- ¿Estás bien? Otra vez me has despertado con uno de tus gritos -¿qué soñabas, qué?
- He soñado que me acosaba todo el rato una bruja de esas feas y malas preguntándome si quería truco o trato.
- Vaya, eso es que auer a la mañana te quedaste con la copla que te contó mi hermana de que en Galicia al Halloween, además de Samhain, también le llaman A noite das bruxas.
- Será, será. Y en algunos pueblos de mi "paísito" también Gaba Beltza.
- Sí, claro que será. Pero, vas a tener que ir a un especialista para que trate lo de tus pesadillas. No es normal que una noche sí y otra también...
- Perdona, me está sonando mi móvil -la interrumpo con el entusiasmo del que se sabe salvado por la campana.
- ¿Quién te llama a estas horas?
- No me lo puedo creer, ya desde la mañana y encima a mí.
- ¿Pero quién, quién?
- La pesada de tu madre.
- ¡Y esa qué quiere ahora?
- ¡Qué va a ser!: "¿Truco o trato?"

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