No quiero ser aguafiestas, o sí, pero sospecho que 2019 no va ser precisamente un buen año por muchos parabienes que hayamos repartido estos días a diestro y siniestro. De hecho, mucho me temo que una vez traspasadas ciertas líneas, ahora que dos impresentables sin parangón, ni ética alguna, gobiernan dos de los países más importantes del mundo, cualquier calamidad es posible. Eso y que, como ya ocurrió en el pasado, personas supuestamente juiciosas y decentes los defiendan, a ellos y a todos los de su ralea, única y exclusivamente porque son la bestia negra de sus adversarios ideológicos. O nos ponemos de acuerdo entre diferentes para establecer cuáles son las líneas que no se deben traspasar nunca en democracia o estamos perdidos. Claro que para eso se necesitán líderes con cierta altura de miras y no niñatos analfatitulados de ambición desmedida y cero escrúpulos.
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