viernes, 29 de enero de 2010
LOS SIMPSONS A MARTILLAZOS
Me había comprometido a comentar sólo los libros que realmente me han gustado, impresionado o conmocionado; por lo general menos de la mitad de lo suelo leer. El de ahora pensaba que me iba a gustar tanto como prometía, pero al final, y como me ocurre tantas veces, que o ni fu, ni fa, o ya directamente me aburre y hasta me cabrean, éste de Los Simpson y la Filosofía promete más de lo que ofrece, aunque aún así, algunos capítulos tampoco desmerecen. El problema es que el libro es un ejercicio puramente editorial que consiste en coger a académicos de filosofia y ponerles a escribir un capítulo con los Simpson como pretexto. Siendo así uno se puede esperar del todo, desde los que, en mi opinión, realmente han entendido la "filosofía" del libro, que es aportar un punto de vista original, irónico o gracioso a secas, y otros que, vete a saber si porque son incapaces de desprenderse ni siquiera por un solo momento de su acreditado halo de relumbrones de la cosa académica, aprovechan los personajes de la serie para meterte un tostón filosófico-académico de aquí te menees, mira que listo soy, ¿dónde está el novel?
Sea como fuere, resultan muy interesante todos aquellos capítulos que entienden que la serie ofrece un muestrario ideal de la sociedad, en particular de la estadounidense, con lo que aprovechan para hablar de antilectualismo nato de dicha sociedad con Lisa como prácticamente una resistente, de la moral de Marge como la de la mujer de clase media con sus contradicciones y conviciones más allá del puritanismo rancio e irritante de su vecino Flanders (el capítulo dedicado al hipócrita de Flanders es delicioso, "Holita, vecino,s tralarí, tralará") y en general aquel sobre le mundo moral de la familia Simpson en el que, como sucede con la serie, nos reconocemos todos.
También hay que señalar el capitulo dedicado al episodio en el que Lisa y los listos del lugar se hacen con el gobierno de Springfield hartos del corrupto alcalde Quency, y claro, al igual que ocurrió en la época antigua con la dictadura de los "pitagóricos", que con Pitágoras a la cabeza establecieron en Siracusa una dictadura "filosófica", en Springfiel acaba ocurriendo otro tanto con la de los listos sobre los tontos con Homer a la cabeza, pues entre la teoría y la práctica está el trecho del sentido común que a Lisa y compañía les faltan; el mejor gobierno no es el de los más listos del pueblo sino el de los que mejor conocen a ese pueblo.
Jugoso como pocos e irónico como el que más, el capítulo "Asi hablo Bart. Nietzsche y la virtud del mal", en el que el autor hace un homenaje precioso a la fina y sumamente transguesora ironía del gran filósofo.
Por lo general, todos aquellos capitulos dedicados a subrayar el carácter puramente divertido y sólo en algunos subversivos de los Simpsons, siempre al amparo de las contradiciones de nuestra sociedad, del "todos somos humanos", son deliciosos. Los otros, los de los que aprovechan para engrosar el currículo o así, para desplegar sus conocimientos y teorías personales aplicadas a la serie en plan mira que perspicaz que soy (yo cuando veo el nombre de Heidegger donde sea en seguida me entran ganas de dormir "en mi mismo"), a todos esos les diría que se multiplicaran por cero.
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