miércoles, 31 de octubre de 2012

SUPONIENDO

Supongo que si se denuncia que para mamandurrias la del contrato de Álvaro Ramírez de Haro y Aguirre, hijo de la ex-presidenta de la Comunidad de Madrid, como asesor del gabinete del secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, desde principios del pasado mes de enero, el cual tiene a su colocada a su propia hija Carmen en puestos de confianza del Gobierno de Madrid, en seguida saldrá algún mercenario de la prensa ultracentrista diciendo que a qué viene el escándalo si el chaval se lo merece como cualquier otro, incluso puede que hasta intenten convencerme de que pese a su condición de simple abogado es el candidato idóneo para un cargo económico, y hasta puede que me afeen el comentario si digo que dudo viéndole la cara de que éste chico pueda asesorar a nadie en algo que no sea precisamente eso: mamandurrias. Supongo que si además se insiste en señalar que ese tipo de mamandurrias es práctica habitual en el PP, que al igual ahora la Espe con su hijo ya lo hicieron antes Zaplana con su hija, Cañete con su cuñado, Cospedal con su marido y un no parar, también me replicarán en seguida que lo mismo pasaba con el PSOE, como si a los ojos del ciudadano corriente eso fuera suficiente para mantener la boquita callada, como si la mayoría no hubiéramos asumido hace ya tiempo que tanto monta, monta tanto. Supongo que si a la vista de lo que hay, de lo que nos sirven sobre la mesa pasa tragar  y poco más, el que se jodan fabriano de la hija de su padre, llegamos a la conclusión de que la desvergüenza de esta gente es inconmensurable, tanta que mientras hablan de meter en vereda a los funcionarios que según ellos no trabajan todo lo que debieran trabajar y recortar por todas partes con el único fin de que la cosa pública sea, también según ellos, menos cara y más eficiente, ellos se aplican con denuedo a eso tan arraigado en nuestra cultura latina que recibe el nombre de nepotismo, como que los hay a punta pala entre nosotros que ni siquiera entienden que eso, en lo tocante a la cosa pública, no esté nada pero nada bien, es abusivo, injusto, también nos replicarán que quiénes mejores que ellos, que por algo han ido a los mejores colegios y han acumulado títulos y másteres a porrillo gracias también al dinero de los suyos, para llevar las riendas del país. Supongo que si abundo en la idea de que estamos a merced de una clase social que hace y deshace a su antojo con la coartada de millones de ilusos que los votaron para intentar remediar una situación de crisis que a ellos les viene que ni pintada para, ellos dicen reformar, nosotros modelar, ese Estado que nunca les gustó porque, sin llegar a ser del todo perfecto, ni por igualitario ni por eficaz, al menos en la letra y el espíritu se daba de bruces con su idea de una sociedad de clases en la que ellos siempre están arriba y los demás por debajo y para servirlos, vamos, un remedo del Antiguo Régimen que parece  ser a la postre su modelo perfecto de sociedad, y de ahí que se digan liberales, que aboguen por la libertad absoluta del individuo a elegir su futuro porque saben que ellos son los que están mejor situados en la casilla de salida y el resto, sin ayuda de terceros, sin las migajas del ya fenecido estado de bienestar en forma de enseñanza pública de calidad o becas, la tienen bien que jodida, apenas podrán salir nunca de donde vienen, de donde según los señoritos mamandurrios que nos gobiernan no deberían haber salido nunca porque para algo ya estaban ellos antes donde estaban, donde han estado toda la vida y lo malo cuando algún iluso pretendió que fuera de otra manera con conceptos tan bonitos y perentorios como de la igualdad de oportunidades, esa otra de todos ante la ley, la universalidad de los derechos y demás mandangas para tenernos bien engañados al populacho; pues entonces, fijo que nos espetan a la cara que somos unos resentidos sociales, unos acomplejados que no sabemos aceptar nuestro sino, nuestro lugar en la sociedad que ellos han construido para que nada se salga de madre, para tener siempre la sartén por el mango. Supongo que también seré un quisquilloso que se protesta por todo si además añado que esta sociedad es cada vez más injusta, más atrasada y desigual, porque la mayoría de las medidas que toman para paliar los estragos de la crisis tienen al conjunto de ciudadanos como principales destinatarios a pesar de que los culpables de desastre son unos pocos y están perfectamente localizados, supongo que si recuerdo que mientras se rescatan bancos se condena a la miseria a cientos de personas humildes que son desahuciados por no poder pagar las hipotecas que firmaron inducidos por el empleado bancario de turno abusando de su buena fe, de su ignorancia o simple necesidad, si señalo que mientras el Gobierno dirige toda su atención para reprimir la contestación de los ciudadanos preparando proyectos de ley cuyo principal objetivo es restringir las libertades de manifestación y opinión, la cosa esa de meter en vereda no solo a los que les tocan los cojones sino a todo bicho viviente que simplemente no se someta, mientras aprueban decretos para que los empresarios se puedan pasar los derechos de los trabajadores por el forro de sus cojones, mientras hacen todo eso no han aprobado ni una sola ley para atajar el fraude fiscal o endurecer las penas a los defraudadores, aún más, la única medida al respecto ha sido una amnistía fiscal que además de no tener ningún éxito ha mandado el mensaje a la mayoría de los ciudadanos que pagan religiosamente sus impuestos de que, más o menos, son unos verdaderos pringados, unos gilipollas al cuadrado, que en el país de los listillos si no eres uno de ellos a joderse toca y punto pelota. Supongo que también seré un rojo demagogo si afirmo que estoy convencido de que la crisis apenas es otra cosa que la coartada para tener paralizada por el miedo a una sociedad a la que se le dice que todos estos ataques a lo poco bueno que teníamos, a la enseñanza y la sanidad públicas en especial, son provisionales, incluso que lo que de verdad les inspira es el deseo de reformar lo público para corregir sus evidentes abusos y hacerlo más eficaz, por no resumirlo todo en que al final todas sus políticas se reducen a ahogar lo público para que luego cuando ya esté en las últimas venderlo al mejor postor. Y supongo sobre todo que a nadie se le habrá pasado por alto lo increíblemente curioso de que la mayoría de estas medidas coincidan una tras otras con las que el gobierno neoliberal de Aguirre ya había tomado en su momento cuando todavía no se oía hablar de crisis alguna. Supongo que todo esto ya lo han dicho y pensado miles de personas antes y aún así tampoco habrá servido para nada, que la mayoría de mis ciudadanos a lo que de verdad está es a verlas venir y cruzando los dedos para que la tormenta escampe pronto y a ellos les moje lo menos posible, confiados en que no hay mejor resguardo que no decir o hacer nada, no protestar por si las moscas, no llamar la atención, dejar que sean otros los que vengan a sacarnos las castañas del fuego ya que éstos de ahora es evidente que sólo se preocupan por las suyas. Supongo y la verdad es que sí, es mucho suponer.

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