martes, 15 de marzo de 2016

MAJESTADES




Por un lado tenemos al hombre que aparece en la foto apretando la mano del Borbón, se llama Marcelo Rebelo de Sousa y es el séptimo presidente de la República de Portugal desde la Revolución de los Claveles recién elegido ayer mismo. Rebelo ocupa el cargo tras haber recorrido su propio "cursus honorum", el nombre que daban los romanos a la carrera política o escalafón de responsabilidades públicas en la Antigua Roma. Sí, Rebelo fue diputado de la Asamblea constituyente (1975-1976), Secretario de Estado de la Presidencia del Consejo de Ministros desde su nombramiento el 4 de septiembre de 1981, ministro de Asuntos Parlamentarios en junio de 1982, lideró el PSD desde 1996, y ha sido candidato en las elecciones presidenciales de Portugal de 2016 que ganó por mayoría absoluta. En realidad nada del otro mundo, todos los anteriores presidentes de Portugal, como por lo general del resto de repúblicas de nuestro entorno, desarrollaron un "cursus honorum" similar.

Por otro el lado, el chaval, cuarenta y tantos tacos, que saluda a Rebelo también es jefe de estado, sólo que en calidad de Rey, lo que se significa que heredó el cargo por una mera cuestión de hemoglobina. Ahora bien, los exégetas de la cosa monárquica y cortesanos varios pretenden hacernos creer que el chaval en cuestión está mil veces más preparado que cualquier presidente elegido democráticamente porque para algo le mandaron a los mejores colegios, de élite se entiende, y ha tenido tiempo de sobra para familiarizarse con los entresijos de la jefatura del estado, en contraste, claro está, con esos otros que han bregado durante toda su vida con la "cosa pública" en sus más diversos aspectos y cargos. Todavía más, los monárquicos de corazón o de ocasión, los mismos que miran y opinan de los republicanos españoles con no poca condescendencia, como si de simples excéntricos o nostálgicos se trataran, suelen aludir a la presunta neutralidad del rey como una de las principales, si no la única, ventaja de la institución. Los monárquicos en cuestión, los cuales, y por lo que sea, parecen dar por hecho que los españoles son eternos menores de edad en comparación con los portugueses, franceses, alemanes, italianos, se empeñan en hacer creer al personal que la gran cualidad de la institución que defienden es que al provenir de tan alta cuna los monarcas están por encima de cualquier veleidad partidista, vamos, que no tienen ideología propia, incluso pretenden hacernos creer que no tienen simpatías por la gente de un determinado medio social sobre otro, eso y tampoco opinión sobre las cosas que pasan en su país. Ni ellos, ni por supuesto los que les acompañan en el ejercicio de tan alto cargo.

“Te escribí cuando salió el artículo de lo de las tarjetas en la mierda de LOC y ya sabes lo que pienso Javier. Sabemos quién eres, sabes quiénes somos. Nos conocemos, nos queremos, nos respetamos. Lo demás, merde. Un beso compi yogui (miss you!!!)”. Letizia Reina de España."

Al comentario de que España es un país “muy difícil”, realizado por el usuario de la 'black', el rey contesta:

“¡Y tanto! Me uno al chat, pero prefiero tener un rato para charlar sin intermediación electrónica ni telefónica. Comemos mañana? Abrazo”.

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