LO DE LA SEMANA




Pues, ya que preguntáis, a mí me pareció muy bien que Aitor Esteban negara el saludo al franquista Espinosa de los Monteros -lo de franquista es para ahorrarme la definición que hizo de sí mismo en una entrevista como: “hombre, español, cristiano, hetero, casado, padre de familia numerosa, patriota, capitalista, conservador, taurino, madridista y de Vox”-, después de haberle sacado a Sabino Arana durante el debate con la intención de desprestigiar a su partido con las palabras de un personaje del XIX, como si el PNV de nuestros días, que nos podrá gustar más o menos pero las cosas como son y no como el nieto del general Espinosa de los Monteros, compañero de armas del Caudillo desde Marruecos, amén de sobrino del embajador de Franco en la Alemania nazi -y sí, por supuesto, qué culpa tiene uno de los actos o lo que sea de sus ascendientes: ninguna- quiere hacer creer a su (ir)respetable, fuera el de hace ya de más de cien años, como si no hubiera pasado el tiempo con sus escisiones, "comuniones", refundaciones y en general donde el legado de Sabino Arana apenas queda para darle nombre a la sede del Partido, una fundación y los retratos de los batzokis con las únicas frases presentables del ideario poco más que esquizofrénico de un personaje que no era muy de querer al conjunto del género humano y sí, como mucho, a los de su pueblo.

Esto lo dice alguien que publicó, de encargo, todo sea dicho, un libro sobre Sabino Arana en el 2008, SABINO ARANA O LA IDENTIDAD PERVERTIDA, donde procuraba contextualizar al personaje en su época y su entorno sociológico, destacando la escasa formación que atesoraba el joven para el que, como tantos otros iluminados de su época, cifraba todo a la voluntad -sí, como cierto cabo austriaco- con el fin de suplir así más de una carencia cognitiva, y en especial las que atañían a su idea del País Vasconavarro, razón por la que creó y extendió una idea sumamente estereotipada y fantaseada de lo vasco, y sobre todo partiendo casi que en exclusiva de lo vizcaíno, una visión vascocantábrica, más en concordancia con los tópicos sobre lo vasco que tenía la pequeña burguesía urbana de su época previamente castellanizada/colonizada que en el conocimiento real de la Historia, Antropología, Sociología y lo que sea del país que va desde el Ebro al Adur y desde las Encantarciones al valle del Roncal. Una idea a la que sumó dosis ingentes de invectiva absurda, y algún que otro delirio, como la de inventar nombres vascos de la nada y además en contra de la verdadera tradición vascoparlante, razón por la que hoy en día muchos hombres se llaman como sus abuelas "Josefa/Joseba" sin ni siquiera saberlo. Y claro que hubo entre sus seguidores racistas obsesionados con el apellididismo cantábrico de su fundador, y que tan absurdo resulta y resultaba mirado desde el sur del país, allí donde euskadunes monolingües desde generaciones apellidaban López, Pérez, García, esto es, como consecuencia de la voluntad propia o de la del escribano que registraba el compuesto o solo el patronímico o el topónimo, como bien atestigua la documentación de zonas navarras o alavesas hasta hace cuatro días. Un racismo que ofreció anécdotas tan chungas como la del hermano de Sabino, Luis, que, obsesionado con el origen aragonés de su mujer, quiso cambiarle su primer apellido "Egües" por otro supuestamente más vasco, "Eguaraz", ignorando, a sabiendas o no, que ambos topónimos son igual de navarros y de zonas que son y han sido históricamente vascoparlantes. Todo un sinsentido, un sindíos, producto exclusivo de la ignorancia de aquellas personas en una época que poco o nada se sabía en general de las cosas del país, sino más bien de los tópicos y estereotipos que, por desgracia, todavía están en boga entre muchos, vascos o no, por la cosa esa de que leer y documentarse en serio a algunos parece que les hace daño.
Con todo, el el propio libro hay un capítulo final de título "La Herencia Sabiniana" en el que, resumiendo mucho, vengo a explicar que en el PNV de hoy queda tanto de Sabino Arana como en el PSOE de Largo Caballero, esto es, Historia y para de contar.
Todo esto a cuenta de un libro que escribí de encargo y del que, en contra de lo que pueda pensar el listillo de guardia, no estoy haciendo publicidad encubierta porque ya se vendió lo suyo en su momento, en realidad mi único éxito de ventas o casi, y del que no voy a cobrar nada por muchos ejemplares que queden en las librerías de segunda mano, y en las online, dado que ni siquiera está activa la editorial que me lo encargó y publicó.
Y sí, el saludo se ofrece a quien se lo merece, nunca al que te ofende a conciencia, por muy extendida que esté la memez de que las formas lo son todo en sociedad y si no el malo eres tú, que se cagan en tu puta madre y luego te niegas a lo de pelillos a la mar, rencoroso, mal bicho, guerracivilista. Como si, en efecto, las palabras se las llevaran siempre el viento; una mierda clavada en un palo, el respeto hay que ganárselo.





Hace ya un rato largo en el supermercado, en el pasillo de la leche. Un señor de edad provecta (para los de la LOGSE un puto viejo), tipo Amado y así, hablando a voces por teléfono con su señora: "¡Que no me chilles, que ya sé lo que tengo que comprar, deja de regañarme, que siempre me estás regañándo!".
Mentiría si dijera que no he sentido un instintivo sentimiento de solidaridad hacia ese hombre, incluso un impulso atávico, o lo que sea, que casi me ha hecho abrazarlo al grito de: "¡TRANQUILO, NO ESTÁS SOLO, SOMOS LEGIÓN..." No obstante, ha sido colgar el teléfono, y justo cuando yo me agachaba para coger un paquete de esa mierda de leche semidesnatada que me hace comprar mi señora para ella y los cachorros, el tipo va y se me pone en medio para coger el que estaba debajo del que me disponía a coger yo, con tan mal acierto, y era de cajón, que va y tira el de arriba y los dos de abajo. Por si fuera poco, al tirar los paquetes el viejales se asusta echándose hacia atrás y me propina un empujón en todas mis partes. Ni qué decir que entonces he sido yo el que ha estado a punto de proferir un grito ensordecedor de esos de cagarse la perra por la pata abajo, que dicen los clásicos. Qué paciencia tiene que tener su señora, ya te digo.
*la ilustración de la entrada, faltaría, también era de cajón: "Lost in the supermarket" de The Clash.





Día de Todos los Santos. Nunca he sido de ir a cementerios en este día. bastante me acuerdo ya todos los días de quien me tengo que acordar. En cualquier caso, un bonito día de lluvia y frío para hacer honor a tan tétrica efeméride. Y como yo no soy muy de celebrar la parada esa de los monstruos que es el Jalobín, ya incrustado hasta en el calendario escolar de nuestros retoños, mi señora y los niños se han ido a pasar unos días con mi suegra, pero yo me he quedado en casa para ponerme en serio con algunas cosas como el dibujo que le prometí a un amigo.
Y en esas que me ha venido de repente un efluvio de no sé dónde a patxaran. Digo que habrá sido que tengo a mis espaldas el velux abierto y siento el frío y la lluvia sobre mi cogote, sensación que en seguida me remite a un copazo de patxaran de sobremesa. Empero, el caso es que yo hace ya tiempo que me he quitado de semejante brebaje, que no soporto en general el dulzor de los licores y me pirra más lo amargo de bebidas como el agua de la vida, "uisge beatha" que decimos por las Tierras Altas.
Y mira que he sido pacharanero. En realidad como casi toda mi generación. Como que no había nada más típico en mis años mozos que las cuadrillas de chavales recogiendo "aranes" (que es como decimos en Álava, y también arañones según la zona, a lo que los navarros llaman "pacharanes", "basaranes" y de otras maneras: en castellano endrinas) por los alrededores más agrestes de la ciudad, que digo yo que los verían los puretas andasendas y se dirían "qué juventud más sana, de paseo por el campo por la mañana, "yes future"... Pero era, claro está, para hacer pacharán casero en casa, el cuarto trastero, el txoko del pueblo o donde fuera. Nosotros teníamos suerte porque ya se encargaba el padre de uno de la cuadri de hacer todos los años bidones de pacharán y siempre nos caía uno. Claro que mucho cuidado con el pacharán casero, sobre todo si todavía está sin hacer y cuando lo pruebas sabe a zumo de "aranes", ahí puede pasar cualquier cosa; muchos recordaran haber visto hace años en Vitoria a chavales en calzoncillos corriendo por mitad de la carretera al grito de "¡Me lo follo todo!". Pues eso.
Y el caso es que cuando llega esta época del año y toca alguna comida por la "Tierra Llana" de Álava, Navarra o La Rioja (en la Cornisa pedir pacharán es arriesgarse a uno de esos mejunjes industriales en los que es abrir la botella y emborracharte de golpe porque sólo saben a destilado) me resulta casi inevitable, imprescindible, pedir una copa, copazo más bien, de patxaran casero según usos y costumbres; lo del puro ya como que no, vicios los justos para morir más o menos a una edad razonable. No sé, es un atavismo incrustado ahí en el subconsciente, un resorte en lo más adentro del cerebro que salta como un reloj: "¿Pero cómo te vas a levantar de la mesa después de la alubiada con sus sacramentos, media docena de piparras de fuego, el chuletón de kilo y medio a la brasa, la ración de Idiazabal con membrillo, dos tazones de goxua o intxaursaltsa, y no pedirte un patxarán, peazo de animal?¿Qué va a ser lo próximo, votar a Ciudadanos?" Y el caso es que desde un tiempo a esta parte resultaba más que difícil que te sacaran patxarán de verdad, el de verdad siempre es casero, lo otro es licor de destilería y para de contar, por no sé qué que mierdas de sanidad y otras mandangas. Vamos, que está prohibido en establecimientos públicos porque así la administración correspondiente no recauda su parte. De modo que toca currárselo con la camarera en plan Chicagos años 20, Ley Seca y así. La última vez me tocó en un muy notable restaurante de Arbizu. La dueña se hizo de rogar, que si el médico me había prescrito solo casero por sus propiedades terapéuticas, que si había venido ex profeso desde Oviedo con un cáncer a cuestas para probar el pacharán navarro, pero navarro de verdad, antes de morir; pero, al final, muy zalamera ella, me sacó un poco de lo que según ella "sukaldeko bazter batian zoon abandunaturik.. (estaba abandonado en un rincón de la cocina...). Con todo, últimamente tengo la impresión de que, o han bajado la guardia con el tema, o les renta más a los restaurantes servir casero previo pago de la gabela a la correspondiente autoridad sustractora. Lo digo porque por la zona de Trebiño, hay un lugar donde la botellica de patxaran casero viene con el menú de sidrería y eso, lo juro aquí por la memoria de la persona de la que me acuerdo todos los días, es uno de los detalles más bonitos que he visto yo en toda mi vida, riéte tú de declararte a la moza con un pedrusco de diamantes en lo alto del Kilimanjaro tras subirla a ella "arricotes" de una tacada o algo así.
De cualquier forma, puede que ahora solo con oír la palabra pacharán se me produzca una sensación de empalago psicológico; pero, la verdad es que sí, hemos sido pacharaneros a destajo. Y aquí ya no meto a los zumbados que bebían "butanitos", esto es, pacharán con Kas de naranja (la Fanta no sirve, no es foral...). Gente rara sin apego alguno a la vida y de la que conozco ya a unos cuentos que han acabado como han acabado; uno hasta ha sido alcalde de su pueblo.
Por lo demás, aquí lo dejo ya. Ya sé, ya, menuda chapa. Pero, oye, esto antes era lo que los escritores llamaban notas o apuntes que iban de cabeza a sus diarios. Ahora, como el diario viene a ser el feisbuk, el blog o lo que se tercie, pues es todo como más inmediato y por supuesto que peor. Yo además me he tirado estas líneas para hacer tiempo entre una cosa y otra, entre el dibujo y el momento para ponerme con un risotto de setas variadas y tiras de jamón serrano al parmesano. Pues eso, ya siento la chapa. Si bien a algunos ya sé que os gusta leer todas estas pijadas, a mí también las de otros, que digo yo que debemos compartir el mismo tedio vital o por el estilo. Y si no, pues ya sabéis por dónde os podéis ir directamente a tomar... unos pacharanes.






Toda la mañana a la tecla y cuando de repente me acuerdo de que tendría que haber ido a buscar al pequeño al colegio, también lo hago de que esta mañana no lo he llevado a rastras según la costumbre. No, porque, por esas maravillosas ocurrencias de los pedagogos de la consejería asturiana de educación, la chavalada está de vacatas desde ayer hasta el lunes que viene coincidiendo con la fiesta de Todos los Santos; de Todos mis Santos Cojones estaría mejor dicho. En resumen, dos días en casa tocando las narices. Y suerte que yo trabajo en mi estudio, despacho o como lo quieras llamar, en un segundo piso y apenas les oigo desde donde están hasta que empiezan a hostiarse a base de bien y tengo que acudir en plan antidisturbios total. Y suerte también que estoy en casa, y no como la mayoría de los padres que trabajan fuera, a lo siervos de la gleba y así, haciendo malabares para que alguien se encargue de sus retoños. Nosotros estamos solos, mi parentela allá en Vitoria, la de mi señora en el interior de Asturias o repartida entre Madrid y Galicia, y tampoco nos llevamos tan bien, o al menos no somos tan hijos de puta, como para pedir a un vecino que se encargue de echarle un ojo a nuestros aguerridos cachorros. Vamos, como para quejarte en un día como hoy de la adicción a las máquinas que los mantiene fijos delante de una pantalla; por mí hoy como si se meten dentro. Y gracias, gracias infinitas a la consejería del ramo, y muy en especial a los ocurrentes pedagogos con los cuales me une una relación de odio puro y duro, ríete tú del de Anibal a los romanos, desde mi época en el CAP, por complicar siempre la existencia a los padres.


Por lo demás, estaba cortando perejil de la terraza para las lentejas de hoy, un verdadero lujazo esto de echar mano del perejil fresco directamente del tiesto y sentir su aroma al corte un día tras otro, no conozco mayor relax, se me olvidan hasta los problemas de próstata que no tengo. Unas lentejas que ya adelanto que van a ser las mejores que se han hecho nunca en esta casa -antes vivía aquí mi suegra, así que lo tengo fácil...- , cuando he reparado en la gozada de la tabla de cortar que tengo entre manos, fabricada en Corian, ni un puto rasguño tras darle duro con el cuchillo de la foto, una gozada para limpiar y riesgo cero de pillar bacteria alguna. Y como es un regalo de unos amigos que lo fabrican, dedicado y toda la hostia, me permito adjuntar la dirección por si alguno estuviera interesado: https://ilaeliatelier.com/collections/tablas-de-cortar

Por lo demás, deseando ya poner las lentejas sobre la mesa con todos sus sacramentos porcinos, amén. También agradecer a la amiga Nerea Arrien que me haya animado a escuchar/descubrir a lo largo de la mañana lo viejo y lo nuevo de Keu Agirretxea. Y como hoy estoy de un generoso que ni para qué, también adjunto el link de este artistazo: https://www.keuagirretxea.com/





Nos estamos acostumbrando tanto al lenguaje bronco de la prensa que, cuando he leído en el periódico local esta noticia, lo primero que he pensado es que se refería a los vecinos de un pueblo llamado Sidrón en litigios con el Gobierno del Principado, eso con las correspondientes fotos de los miembros de la junta vecinal. Luego ya me he coscado de que se trataba de una charla acerca de los hallazgos arqueológicos del yacimiento de la Cueva del Sidrón -que así habría que denominarla siempre- y que las fotos de arriba nada tenían nada que ver con la noticia. Una lástima porque me habría "prestado" ver una réplica de la supuesta junta de vecinos en plan: "Por la presente, a los mamarrachos manipuladores de la Arriba/Nueva España. Con todo el respeto y sin ánimo de ofender a nadie: Neardentales vuestra puta madre." Por poner un ejemplo.

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