LO DE LA SEMANA


Ayer el Parlamento de Madrid voto a favor de ilegalizar los partidos que cuestionen la unidad de España, que es como ilegalizar la opinión de la mayoría de vascos y catalanes que votan a partidos que la cuestionan y con los que se podrá estar más o menos de acuerdo, pero a los que cualquiera con unas nociones mínimas de democracia está obligado a respetar. ¿Qué será lo próximo, prohibir las ideas republicanas o cualquier otra que cuestione el status quo de esta II Restauración Borbónica? Estamos a merced de verdaderos enanos mentales metidos en política con esquemas del XIX y de millones de ágrafos que los sostienen en la convicción de que reprimir, prohibir, perseguir al que no piensa como ellos es la única solución a los problemas, algunos endémicos, de su país. España es una nave de necios rumbo a lo peor de su pasado por incapacidad para llegar de una vez por todas al puerto de la democracia.





Ahí está ella, como diciendo:

"¡Ojito, no hacerse ilusiones, que el año que viene todavía puedo pasame a Vox. Y eso antes de volver a hacerme maoista, pasarme a Podemos como anticapitalista, competir con Sánchez en unos años por la Secretaría General, acabar de hundir a Ciudadanos y hasta crear el Partido por la Independencia de Sodupe VI Asamblea. Buena soy yo, pues."






Señores candidatos. ¿Cuál es su plan para resolver el conflicto catalán?

-¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA!

-¿Qué medidas piensan tomar para hacer frente a la crisis económica que se avecina?

-¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA!

-¿Cómo reducirían el paro?

-¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA!

-¿Su postura ante el cambio climático?

-¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA!

-¿Modelo productivo?

-¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA!

-¿Financiación autonómica?

-¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA!

-¿El coño de la Benarda?

-¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA!

-De acuerdo, ya veo. ¿Cuál de ustedes es al que le regalaron la carrera de Derecho y unos másteres, el que plagió su tesis, el que vivía de mamandurrías, el veleta del adoquín o el que iba a asaltar los cielos y se ha dejado medio partido en el camino?

-¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA!





Yo entiendo, y diría que hasta admiro, a la gente que puede pasar de hacer comentario alguno de política en la convicción de que sólo sirve para dar golpes de pecho delante del respetable, exhibir las convenciones de piedra de cada cual o acaso sólo ya como simple desahogo partidista. Todavía entiendo más a aquellos que procuran mantenerse al margen del pringue de la actualidad política a sabiendas de que hacerlo los expone a que, digan lo que digan, haya quienes los tachen de tal o cual. Cómo no curarse en salud viviendo en una sociedad tan banderiza y acostumbrada a colgar al prójimo sambenitos de ser esto o aquello a la menor fricción. Entre nosotros todo el que disiente de lo que opinamos se convierte en un enemigo en potencia, por eso procuramos estar siempre rodeados por los de nuestra cuerda y nos cuesta horrores entender que haya gente que piense distinto y aun así merezca nuestra estima. Eso y que esta también es una sociedad a rebosar de cretinos que creen que la equidistancia, el término medio donde dicen que está la virtud, es quedar bien con todo el mundo a toda costa, da igual que uno sea la víctima y el otro su verdugo.
Yo confieso que he procurado durante estas últimas semanas pasar como de la mierda de todo lo relacionado con la cosa electoral. Lo tenía muy fácil porque el hastío, enojo, verdadero asquito, que me provoca todo lo relacionado con la actual política española ha hecho que evite a toda costa seguir la actualidad más allá de lo imprescindible, esto es, el repaso diario de la prensa escrita o digital y para de contar. Sin embargo, es obvio que no soy lo suficientemente sensato, todavía menos inteligente, para evitar trasladar a este medio mi repulsa a modo de desahogo cuando, hojeando el periódico decano de Oviedo, me encuentro con una página entera dedicada al encuentro del candidato de Vox con unos jubilados en los que éste desliza comentarios como el que acompaña esta entrada. Un bulo puro y duro que servidor ha escuchado mil veces antes y en otros lugares, prácticamente calcado palabra por palabra. Un bulo por el que el periódico en cuestión no solo no exige explicaciones, pruebas, sino que hasta se permite recoger el efecto producido entre sus destinatarios, esto es, otorgándole en la práctica patente de corso. Un bulo que, (¿Un moro casado con cuatro mujeres, quién, el sultán de Omán?)y esto hay que reconocerlo, es una de las mejores y más eficaces piezas de demagogia que se han inventado nunca para consumo de espíritus, como poco, romos.
Dicho lo cual hay que convenir que nos encontramos de nuevo con el modo, tan repulsivo como sospechoso, que tiene la mayoría de la prensa española de blanquear a Vox presentándonos a la enésima versión del fascismo español en su forma actualizada, contemporánea si se quiere, como un partido normal, democrático incluso, acaso un poco exaltado en su sano patriotismo, populista incluso. Sin embargo, sólo hay que recordar cómo les asoma la patita a algunos, como al Ortega Smith, cuando no consiguen reprimir sus instintos y amenazan con legalizar partidos de acreditada solera democrática por mucho, poco o nada que se pueda uno identificar con ellos. Porque es precisamente ahí donde debería advertirse a las claras la cultura democrática de este país, si de verdad la tuviera (lo que viene a ser como pedir másteres a Casado, lecturas a Abascal, tesis sin copia y pega a Sánchez, coherencia a Rivera o autocrítica a Iglesias), en la defensa sin fisuras de un partido como el PNV con el que, insisto, no es necesario comulgar en nada para escandalizarse porque otro lo amenaza con ilegalizarlo por las buenas y basándose en exclusiva en sus santos cojones.
La amenaza de Ortega Smith habría merecido una respuesta solidaria por parte de todos los partidos verdaderamente democráticos españoles. No ha sido así, ha primado la rivalidad política, el "al enemigo ni agua", porque en la política española parece que no existen los adversarios, solo enemigos. Y tampoco ha habido un clamor contra gestos tan deleznables y presuntamente delictivos como la incitación al odio que hizo el líder de Vox, Abascal, citando con repulsiva delectación los apellidos no españoles de aquellos que habían recibido ayudas en la Comunidad de Madrid. Ya no es solo que tanto lo de Abascal como lo del memo que representa a Vox en Asturias, valga la redundancia y hasta la "rebuznancia," sean de primero de Goebbles, es que además tienen a su disposición a la plana mayor de la prensa española en cualquiera de sus ámbitos para propagar hasta el infinito su mensaje de odio.
Les están haciendo la campaña acercando su mensaje debidamente maquillado para consumo de las legiones de memos que ahora y en el pasado sucumbieron al embeleso de los salvapatrias de ocasión. Y lo hacen también con la complicidad, no solo de la prensa a servicio de sus propios intereses crematísticos o de vete a saber quiénes, sino sobre todo de aquellos que no parecen dispuestos a distinguir el fascismo delante de sus narices, ya sea porque les pesa más el rechazo hacia otros, porque el virus anidaba en su interior y no se habían dado cuenta o porque, insisto, estamos rodeados de verdaderos cretinos.
Que si no es fascismo, que eso es otra época, que todo lo más ultraconservadores, populistas, patriotas exaltados, ya se relajarán con el tiempo como les paso a los de Podemos, qué exageración todo, qué histerismo, otro pájaro de mal agüero, el alarmista de guardia. Pero, qué poco se revisan los libros de Historia, que poco o nada se lee de cualquier cosa, qué repelús sienten tantos por la memoria histórica. ¿Acaso creen que los nazis (¡Oh, Dios mío, ya está este con comparaciones con los nazis, qué vulgaridad, con lo fino que es uno...!) después del Punch de Munich y tras salir Adolf de sus vacaciones pagadas en la cárcel (lo primero que hizo el cabo austriaco al salir fue comprarse un traje con corbata para presentarse como un ciudadano respetable según en qué ámbitos, esto es, para codearse con la gente respetable...), se presentaron a las elecciones con un programa en el que abogaban abiertamente por el genocidio de los judíos, la eugenesia de sus compatriotas con taras de todo tipo, la persecución de todos sus adversarios o la invasión del Este para tener espacio vital de sobra a repartir entre los arios puros y con los eslavos haciendo honor a la etimología de su nombre? Claro que no, encandilaron legiones al grito de España. España. Espa... , perdón, Deutschland, Deutschland, Deutschland über alles.





Del repaso a la prensa en papel que había sobre la barra de la cafetería a la que he entrado por la mañana para ser abroncado por el niñato que me ha soltado todo borde que "no abrimos hasta las once...", tócate los cojones, me llevo ya la impresión definitiva, y que me he ido conformando a lo largo de estas semanas, de que la cobertura mediática sobre las protestas de Chile apesta y mucho. La canalla periodística al uso nos ha estado machacando a diario con Venezuela, donde por supuesto que no niego que haya problemas de los que además mi parentela venezolana nos mantiene al tanto semanalmente, con profusión de detalles, reportajes, testimonios, etc.. ¿Y qué pasa en Chile? Porque, dejando a un lado la gravedad de las protestas, el balance de éstas en muertos y heridos, las declaraciones de tal y cual, no encuentro, no percibo más bien, verdadero interés en informar al personal sobre el trasfondo del asunto, esto es, sobre los verdaderos motivos que han desencadenado las protestas más graves del todavía breve periodo democrático chileno tras haber aplicado su propia versión de la Transición española, y que tan familiar resulta cuando descubres que de entre los que rodean al presidente Piñera hay individuos que estuvieron implicados a fondo en el régimen de Pinochet, y esto con toda la documentación gráfica y no a disposición de cualquiera que quiera verlo, claro. Desde luego que nada que ver con el bombardeo de noticias acerca de la crisis venezolana, si bien parece que esto según conviene coincidiendo con la cita electoral de turno. Y como uno es de natural desconfiado, porfiado incluso, sospecho que en realidad no hay mucho interés, puede que hasta miedo, en cuestionar el que ha sido y es el tan cacareado modelo chileno de desarrollo democrático y económico. No vaya a ser que descubramos que para burbujas la que habían levantado los poderes fácticos de rigor con sus esbirros mediáticos aplicándose a fondo, que de lo contrario no se entiende tanto malestar si no es porque el mantra de que los beneficios de la economía desregulada al servicio exclusivo de un capital concentrado en unas pocas manos -en este caso las de la oligarquía chilena de toda la vida a la que pertenecen Piñera y otros bien posicionados antes, durante y después de Pinochet-, pero que luego van soltando migajas que tarde o temprano llegan a los de abajo, era, una vez más, la enésima pamema para aplacar, adocenar, contentar, conciencias. Vamos, que el emperador volvía a andar despelotado por la calle y así.

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