Sueño que acompañamos a nuestro hijo pequeño para ir juntos a la manifa de ayer con el fin de poder así berrear nuestro hartazgo por lo de Gaza.
Confieso que al principio me he resistido dado que con el paso del tiempo desarrollé un rechazo instintivo a las manifestaciones como consecuencia de haber crecido el País Vasco de los 80, 90 y principios del 2000, lo que viene a ser haberme pasado más de media vida a manifa por semana y a veces hasta diaria, todo ello con sus correspondientes algaradas callejeras al final, y a veces también antes y durante. Manifas que durante mis años más mozos solían ser para protestar un día por un atentado de ETA con su correspondiente asesinato sectario y por supuesto que siempre injustificado, y al siguiente también por las torturas, cuando no también asesinatos tras habérseles ido la mano con estas o como resultas de un tiroteo de esos de primero disparar y luego preguntar, a detenidos por su supuesta militancia en la misma organización criminal. En fin, por eso y también manifas estudiantiles, antimilitares, antimachistas, antiglobalización, anti el la ley tal o el proyecto cual, anti todo lo entonces imaginable. Manifas, esto ya más tarde y cada vez más multitudinarias, por cada nueva salvajada de aquellos que querían imponer su proyecto político al resto de sus conciudadanos por las bravas.
Tantas manifas y tantas experiencias chungas y hasta dramáticas como para haber acabado desarrollando un rechazo visceral a lo de procesar por la calle en compañía de desconocidos -y aun sí creo recordar haber ido a varias también aquí en Oviedo con mi mujer por temas de esos que tienes que salir a la calle sí o sí porque, quieras o no quieras, te hierven la sangre cosas como lo de la guerra en la que nos metió ese remedo sin gracia de Charlot que tuvimos de presi, por el 11M y entonces también por cada canallada israelí contra los palestinos (sí, amiguitos, porque lo de Gaza, ni es sólo lo de Gaza ni, por supuesto, empezó el 7 de octubre del 2023, sino antes incluso de la creación del estado cruzado y colonial de Israel en 1948).
De modo que en un principio no pensaba ir con la excusa de que como ya iba mi hijo mayor eso era algo así como pasar el testigo o yo qué hostias sé; pero, no he podido evitarlo tras recordar el careto de Ayuso, Almeida, Aguirre, Feijoo, Abascal, Mariló Montero, Pilar Rahola, el alcalde de Málaga y, así en general, todos los canallas que apoyan al gobierno de Netanyahu en su genocidio contra los gazatíes dando por bueno que lo del derecho a la defensa de ese engendro histórico, ese cáncer para la paz mundial, que es el estado sionista de Israel cuando habla de su derecho a la defensa lo que está defendiendo en realidad es su derecho a la impunidad para pasarse el derecho internacional por el forro de sus cojones y con ello todos los derechos humanos habidos y por haber. Su derecho, en suma, a comportarse como lo hicieron los nazis con los judíos porque, como ellos con su "Lebensraum", su objetivo supremacista y etnocéntrico, en este caso el de la creación del Gran Israel, lo justifica todo para ellos. Pues eso, no vaya a ser que por no ir a la mani alguien pudiera echarme en cara que formo parte de esa mayoría silenciosa que en el fondo coincide con esa casta de hijos de la gran... España, una y grande, de cualquier manera.
El caso es que llegamos con retraso al centro de una ciudad, la cual en mis sueños puede ser cualquiera, cuando hace ya un buen rato que ha comenzado la manifestación. Así pues, pregunto a varios fulanos por dónde ha transcurrido la mani para ver si llegamos a tiempo antes de que acabe. Como tampoco esto es Nueva York enseguida alcanzo la mani y me incorporo a la muchachada que compone la mayoría de la mani -no puede ser de otra manera porque mi hijo pequeño me informa de que ha sido el sindicato estudiantil quien la ha convocado en exclusiva-, cuando de repente empiezo a oír comentarios que me ponen sobre aviso de que no soy bienvenido.
- ¿Y este pureta a qué hostias viene a aquí?
- Seguro que a decirnos cómo tenemos que manifestarnos, a presumir de activista en sus años mozos, o a soltar la melonada esa de que para manis las de su época con el cojo Manteca, los adoquines, los cócteles Molotov y todo en ese plan de vamos a montarla que así por lo menos salimos en los telediarios.
- Ya te digo, asco de puretas.
- Habría que devolverlos a hostias a sus madrigueras.
- Sí, si estamos como estamos es porque ellos no consiguieron cambiar nada con su violencia de mierda.
Como no soy de ponerme a discutir con desconocidos por allá cuidados la empanada mental de cada cual, paso de largo hasta llegar a otro grupo con otra pancarta en la que puedo leer:
- ¡PAREMOS EL MUNDO PARA REBOBINARLO ANTES DE QUE GANEN (del todo) LOS MALOS!
Así que cuando me he despertado al rato lo he hecho sin sobresalto alguno. A decir verdad, creo que es la primera vez en mucho tiempo que no he tenido una pesadilla de esas que me dejan un mal cuerpo durante varios días. Al revés, me he levantado de la cama con un optimismo inusitado en la especie humana, y más en concreto en las nuevas generaciones, cosa harto rara en mí, que sólo veo hipotéticos votantes de VOX en todos ellos. Ahora bien, luego ya al dirigirme hacia el baño para lo del primer meado del día, me he golpeado con el pie descalzo en una esquina del mueble que hay justo al lado de la puerta de nuestro dormitorio y he visto las estrellas. En fin, cada día me duran menos estos accesos de optimismo más o menos justificado, o no, no sé.