En la caja del super un matrimonio de unos setenta y muchos. Él metro y medio, paticorto, brazos fornidos y pecho toro o de "asomau" que se dice por estos pagos, mostacho a lo Gerardo Iglesias al poco de salir de la mina, polo marcando todo lo anterior e indiferencia térmica y pantalones vaqueros holgados asomando el principio de la raja del culo. Ella enjuta y todavía más menuda, de punta en blanco para ir a hacer la compra y con cardado. El carro de la compra a rebosar. Se notaba que lo había llenado ella porque él no paraba de resoplar en la convinción de que el carro en cuestión parecía no tener fondo.
sábado, 18 de octubre de 2025
SEÑORU NEL SUPERMERCAU
- ¡Madre mia, si metisti mediu supermercáu!
- ¡Calla, ho, que ye la compra de la semana!
- ¡Para, para, qu'esto nun dexa de xubir! -comenta el pavo mirando el datáfono donde se anota lo que la cajera va pasando de la compra.
- ¿Vas callarte d´una puta vez -la mujer cada vez más azorada.
- Voi tener que pidir un prestamu para pagar esta compra.
Suerte que la cajera termina por fin de pasar la compra al completo. Ahora le toca respirar hondo para cojer fuerzas antes de decirle al paisano el montante de la compra.
- ¡Cagon mi mantu, arruinásteme, ho!
- Por favor, calla y paga -la pobre mujer ya no sabe dónde meterse de la vergüenza.
- Pagu, pagulo tou...
En eso que la cajera, tras devolverle los cambios del manojo de billetes que el paisano ha sacado de su cartera como el que se arranca un testículo de cuajo, va y le dice con la candencia de su acento caribeño que tiene un montón de vales, descuentos y cupones que van brotando de la caja como si de una máquina de hacer chorizos se tratara.
- ¿Y tou esti papeléu? ¡A ver si voi tener que pagalo tamién!
El caso es que, en cuanto el matrimonio desaparece por la entrada del super y llega mi turno, no puedo reprimirme hacerle un comentario a la cajera acerca del paisano en cuestión.
- Anda que no se le ha notado poco ni nada que era la primera vez que acompañaba a su mujer a hacer la compra.
- Ni que fuera el único.
- Ya te digo, las únicas que sabemos lo que cuestan de verdad las cosas somos las amas de casa como un servidor que venimos a hacer la compra casi todos los días.
Momento en el que, para qué negarlo, observo la cara de despiste, e incluso de pasmo, de la cajera, y no puedo sino establecer que se trata de un ser de luz de esos a los que, sin embargo, la divina providencia no ha dotado precisamente del don de la ironía.
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La verdad es que no le veo gracia alguna a partirle la cara a nadie con un objeto contundente, ni siquiera por el detalle de que haya sido c...
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"E ó mellor é a morte que anda de gorante de min pra me levar a par de si sen doenza.coma que se durme... Moitas veces doume ó ...
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