jueves, 9 de octubre de 2025

LA BALLENA DE JONÁS

                                       

    Un escritor irlandés de los de antes -porque los de ahora son todos como en el resto del mundo globalizado, muy profesionales, exitosos y sobre todo "healthy" (que no es el equivalente de sano o saludable, sino otra cosa moderna, pijotera y así como de muy de estos tiempos de mierda)-, podía ser aquel capaz de marcarse un capítulo entero en una de sus novelas donde un grupo de amigos -y aquí huelga decir lo de en diferente grado de intoxicación alcohólica, porque unos amigos irlandeses no suelen reunirse -o solían, ay, ay, shit times again- precisamente para tomar zumos- echan el rato disertando acerca de si la famosa ballena que se tragó a Jonás era en realidad un cetáceo o un tiburón dado que en la primera versión en griego de la Biblia, El Códice Sinaítico, lo que dice es que fue "un monstruo marino" sin especificar nada más. A lo que sigue un circunloquio absurdo y beodo sobre la contingencia de que de haber sido una cosa u otra habría hecho imposible que Jonás hubiera podido ser expulsado del vientre del bicho marino dado que el estómago de los mamíferos y el de los peces funcionan de maneras distintas por lo que bla, bla, bla... y así varías pintas o "whiskeys" después. Y todo esto para acabar trayendo a colación las diferentes divinidades que en el mundo hay, Dios, Yahvé, Alah, Buda y alguna otra más, como si se tratara de superhéroes de Marvel. Y eso cuando, con la excepción del tal Siddhartha Gautama, el resto vienen a ser el mismo bajo diferentes denominaciones; algo así como las diferentes versiones que hay de Supermán, como que creo que ya han hecho la peli del superman negro. Luego que si lo woke tal o cual, no hay verdadera emancipación hasta que no sale la peli con el correspondiente superman de tu minoría racial, religiosa, sexual, nutricionista, filosófica, friky a secas o lo que sea.

En fin, de cómo volver a la literatura pretendidamente insustancial, irreverebente y achispada, tipo esta de The Dalkey Archive de mi adorado Flann O´Brien que vuelvo a releer a modo de desintoxicador iónico después de tanta lectura también presuntamente sesuda, intensita y tal durante las últimas semanas. Vamos, que vuelvo, aunque sea un ratico hurtado a las obligaciones del día, a lo que de verás me gusta porque despierta el graciosillo de mierda que llevo dentro, o fuera, no sé, eso a preguntar a los allegados, lo cual, sobre todo, me alegra las tardes de otoño con sirimiri u orbayu ahí fuera.

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