sábado, 19 de enero de 2013

UN TRECHO



Todavía no podía dejar de alucinar por lo ocurrido en la India con la chica violada y prácticamente asesinada (le metieron un hierro por la vagina desgarrándola toda) cuando nos llega el video de la violación de una mujer por un diputado boliviano, el cual, ni corto ni perezoso, dicen que entonado tras un refrigerio con otros compañeros de partido, le echa mano a una empleada de la institución para la que trabaja y la fuerza, dejándola prácticamente semiconsciente, cosa que no debió preocuparle lo más nímimo dado que nada más acabar de consumar la violación se sienta a su lado como si nada, vamos, como el que dice a otra cosa mariposa. Por si fuera poco, esta misma semana lees que el violador de una menor en Sevilla alega al juez que no era consciente de que estaba cometiendo un delito dado que en su país eso es el pan de cada día en cuanto tienen la primera menstruación, afirmación que ya no sabes si te indigna más por falsa o porque ya no te deja duda de que en pleno XXI, y prácticamente a tu lado, estás conviviendo con gente con un cerebro todavía menos desarrollado que el de un austrolopitecus.

Pero en fin, de qué te vas a escandalizar si tampoco es que estemos hablando nada del otro mundo. Como que en este de aquí todavía, poco importa el siglo en el que estemos o el grado de desarrollo que hayamos alcanzado en algún punto del planeta o entre determinado grupo social o lo que sea, la mujer sigue siendo en buena parte del mismo poco más que una cosa a merced del macho dominante. Siempre ha existido, y además predominado en la mayor parte de las sociedades del pasado y el presente, una tendencia a cosificar a la mujer, esto es, a concebir a la mitad de la especie humana como apenas algo más que un objeto a servicio del hombre. Parece ser que dicha descriminación subyace única y exclusivamente en la inferioridad física de la hembra frente al macho, de ahí que como en cualquier manada de primates y otras especies el más fuerte sea el que domine y que, por lo general, ejerza su poder de la única manera que le permite su menguada capacidad craneal: a hostias. Por eso también hay que convenir que cuanto más retrasada e inculta es una sociedad peor es la situacion femenina. Ocultar esto último en función de una supuesta correción política según la cual todas las sociedades, culturas  y religiones del planeta son igual de respetables es la gran pamema del progresismo de salón. El machismo impera por doquier, desde Ceylan hasta la misma Noruega, pero que duda cabe de que no es lo mismo ser mujer en el primer país que en el segundo, que los derechos y oportunidades de una noruega están a años luz de una ceilandesa, tanto como lo están ambas sociedades en por lo general la mayoría de las cosas. Si esto es eurocentrismo, el enésimo ejemplo del ombliguismo ideológico occidental, pues bien, que así sea; si tendría que elegir dónde nacer mujer, a la India, Bolivia o a cualquier país musulmán ya les podrían dar bien por culo. Por supuesto que, siquiera en esto de la igualdad de género como en otras tantas cosas, las sociedades occidentales han dado pasos de gigante. O dicho de otro modo, el camino para la emancipación de la mujer ya está trazado, lo hemos hecho los europeos con todos sus altibajos e imperfecciones, no hay nada nuevo bajo el sol. 

Ahora bien, subrayo lo de "con todas sus altibajos e imperfecciones". Por supuesto que la igualdad de género en nuestro hemisferio no es la misma en una punta u otra, hay demasiados kilómetros y morralla socio-cultural entre Palermo y Bergen, tantos como puede haberlos en cualquiera de nuestros países entre la ciudad y el campo o entre determinados grupos sociales. La igualdad de géneros impera allí donde más modernas y cultas son las sociedades, y casi siempre porque también lo son más cohexionadas y justas. Y sin embargo, nada garantiza que hasta en la sociedad con mayor nivel de vida, estudios e ingresos no surja tras su patina de hombre de su tiempo el macho con vocación de dominante y por lo tanto también con tendencia a cosificar a su pareja y por extensión a cualquier fémina. Machos que aprovechan el menor resquicio de estas sociedades supuestamente modernas e igualitarias para discriminar a la mujer o minusvalorarla. Emplos los tenemos a diario y a punta pala, de hecho sólo hay que mirar los gabinetes de gobierno de muchos paises o los consejos de administración. La ley no puede preeverlo todo y se aprovechan para dar rienda suelta a su machismo epidérmico, ya sea porque no pueden concebir intelectualmente la igualdad con el género que ellos conciben más opuesto que nadie, porque no entienden que las diferencias de carácter y comportamiento no lo son de derecho, de lex, o porque su cúmulo de complejos ante el sexo femenino es tal que sólo discriminando se sienten seguros. Pasa de continuo, la violencia de género sólo es el reflejo más dramático de este machismo soterrado y vergonzoso en nuestras supuestas sociedades modernas e igualitarias. Y lo peor de todo, no podemos dar nunca nada por definitivo, siempre corremos el riesgo de ir hacia atrás cuando creíamos que habíamos avanzado algo, como que siempre hay un Gallardón a la vuelta de la esquina para verter su machismo ideológico en frases del tipo "la mujer sólo se realiza del todo cuando es madre". 

Por eso me enerva tanto la versión femenina del tío Ton, el esclavo negro que defendía al amo frente al resto de esclavos. Sólo hay que escuchar a una mujer despotricar contra el feminismo como idelogía, oirla decir eso tan manido de "yo soy femenina, pero no feminista", para saber que te encuentras delante de un tío Ton con ovarios, alguien que ha asumido como propio el discurso machista que critica los logros y reivindicaciones del feminismo porque los considera excesivos, perjudiciales incluso para la propia mujer. Son esclavas que se flagelan a sí mismas para regocijo de sus amos, son esclavas que han asimilado el discurso del amo. Y no son pocas ni nada las ocasiones en las que este machismo epidérmico, atávico, se cuela en el discurso o compartamiento diario de individuos pertenecientes a sociedades aparentemente igualitarias. Basta escuchar al macho que tacha de "poco hombre" a otro porque cree que su mujer lo tiene esclavizado ya que éste no consigue imponer sus criterios siempre que le sale de los cojones, o qué decir cuando lo que pretende es que su pareja esté disponible y hasta atractiva para él las veinticuatro horas del día porque esa y no otra parece ser su misión sobre la tierra, y eso cuando no la minusvalora delante de terceros, discute sus méritos o simplemente los obvia.

Y con todo, con las miles de violaciones diarias y sobre todo impunes porque sigue habiendo mayoría de paises en este puto planeta en los que eso es simple y llanamente pecata minuta, con millones de mujeres sometidas a una discriminación de facto por cuestiones religiosas o culturales, con el velo o el burka como distitintivo de toda una civilización, con el catolicismo y sus testaferros a lo Gallardón poniendo constantemente chinas en la rueda de la igualdad de género, con miles de chinos deshaciéndose de los fetos femeninos porque si hay que elegir ya que no pueden tener más de un hijo mejor que sea chico que siempre tendrá una oportunidad en la vida y no una chica que como nos salga floja o fea ya me dirás tú cómo o dónde la colocamos, al menos en nuestro hemisferio las malvadas y demonizadas feministas todavía pueden hacerse oír y hasta recibir el apoyo y comprensión de sus camaradas masculinos.

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