viernes, 7 de agosto de 2015

BREVE RELATO DE VERANO



No todo era tostarse al sol en una playa abarrotada de humanidad despojada de lo peor de sí misma, deshidratarse dándose la paliza subiendo al monte cuando el resto del año apenas te alejas de la barra de tu bar favorito. No todo eran fiestas patronales con sus verbenas al son de la música inspirada por el diablo e interpretada por aficionados con el fin de que parezca que vivimos atrapados en un ibérico Día de la Marmota. No todo son comidas familiares y de cuadrillas de amigos con su acidez de todo tipo. No todo eran interminables esperas en el aeropuerto antes de coger un vuelo a un país del que uno ya tenía ganas de regresar antes de subirse al avión. No todo era una cotidianidad en sandalias, pantalón corto y camiseta con leyendas cada vez más chorras y menos reivindicativas. No, claro que no, también estaban los mercadillos de verano de los pueblos de veraneo que en comparación hacían que las verbenas a la noche con su Paquito el Chocolatero y sus borrachos arrimando la cebolleta a las mozas delante del escenario fueran lo más parecido a una velada versallesca con sus nobles decadentes, sus damas de la corte y las correspondientes cortesanas de los primeros danzando bailes barrocos como el Sarabande, Menuet y Chacrone en la Galeria de los Espejos delante del futuro rey sin cabeza.

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