jueves, 9 de marzo de 2017

A LA INVERSA


Esta es una de esas entradas que el sentido común, vamos, la autocensura, me aconsejaría que me dejara en el tintero pues no estamos en una época, y menos aun en un lugar, para los matices, siquiera para disquisiciones más o menos honestas, atrevidas.

Ayer el fue día de la mujer trabajadora, sí, ya escribí en vernáculo que es un día todavía esencial para tratar de concienciar, siquiera una vez al año, del largo camino que todavía queda por recorrer hacia la verdadera igualdad de géneros en una sociedad donde una cosa es lo que dictan las leyes y otra la praxis del día a día. Ejemplo de ello son la injustificadas desigualdades salariales según el género, los techos de cristales que los propios hombres imponen para impedir que lleguen a puestos de verdadera responsabilidad, el machismo todavía imperante en muchos comentarios y costumbres (una de estas inercias de la costumbre y que parecería baladí, pero que a mi juicio es muy significativa, fue la negativa de la directiva del Athletic de Bilbao a permitir que las campeonas de la liga femenina celebraran su triunfo bajando en la famosa gabarra por la ría según la tradición. Argumentaron que eso era exclusiva del primer equipo, vamos que el femenino pertenecía a las categorías inferiores...). Y qué decir de esas otras inercias tan interesadas como reaccionarios que hacen proferir a algunos, hombres y mujeres, que el feminismo no tiene razón de ser en nuestros días porque la igualdad está ya conseguida. Eso por no hablar de los que siguen concibiendo la feminidad al estilo del concejal del PP que las felicitaba por estar siempre ahí cuidando a los niños y llegando a casa a la hora para ponerles la mesa al resto de la familia, que lo hacía en serio, de corazón, marido ejemplar... En fin, ejemplos de ese machismo castizo que se niega a sí mismo los hay a puñados, un repaso en Google de las declaraciones de muchos "servidores de los ciudadanos" pone los pelos de punto a cualquiera, y no son precisamente carcamales, no. Y de la situación de la mujer en el tercer mundo qué vamos a decir, poco que no sepamos y que seguro que algún cínico de guardia nos sale con lo de que con la globalización todo se irá arreglando y así.

Escrito lo cual, hay una cosa que ayer empezaba a sacarme de quicio a medida que repasaba la prensa o escuchaba declaraciones de todo tipo a cuenta del día de la mujer trabajadora. En un periódico del Principado entrevistaban a varias profesionales que se descolgaban con frases del tipo "las mujeres son mejores para tal o cual", "con nosotras todo sería mejor...", "nosotras estamos mejor capacitadas para..." Si a eso le unimos la viñeta de ayer de Forges en la que se decía "si las mujeres agricultoras del mundo tuvieran el mismo acceso que los hombres a los recursos, el número de personas con hambre en la tierra podría reducirse de los 800 millones actuales a los 150 millones".

No lo entendí, sigo sin hacerlo, no me dará el coco o yo qué sé; pero, soy incapaz de concebir en qué manera las mujeres agricultoras del mundo pueden cambiar por sí mismas la orientación capitalista de la producción agrícola única y exclusiva en función de su género, por qué razón van a querer producir menos o distinto que sus compañeros varones para sacar adelante sus familias o negocios, que me expliquen qué extraña razón física o metafísica esconde semejante aserto que insisto que yo no lo entiendo. Y respecto a lo primero, me parece que hace muy flaco favor, pero muy flaco, al feminismo de verdad, el comprometido en serio con la igualdad y no el de pura alharaca cuyo único objetivo parece ser el enfrentamiento más o menos competitivo y comparativo con el otro género, memeces generalistas del tipo "las mujeres somos más... que ellos" . Se trata, en todo caso, de una tentación muy acendrada de idealizar por encima del sentido común a determinados colectivos marginados o en desventaja, algo así como querer dar una vuelta conceptual a la tortilla y según el cual ahora todo lo que nos es consustancial a los hombres por nuestro género o idiosincrasia es negativo o ya directamente heteropatriarcal, cuyo principal peligro es hacer caer toda una ideología en la pura caricatura. Porque para información de propios y extraños, entre las mujeres existe un número parecido al de los hombres de verdaderas hijas de puta o tontas del culo, también las hay tan torpes, vagas, insolidarias, envidiosas, fascistas, malas en suma, como todo lo contrario. La igualdad de géneros no puede consistir en la hiper idealización del históricamente sometido y el desprecio instintivo y militante hacia el otro género a modo de revancha por siglos de dominio. De modo que una vez más se impone estar atentos a la trivialización del mensaje que no lleva a otra lugar que al descrédito y hasta rediculización de la causa que nos ocupa.

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