martes, 7 de marzo de 2017

DEL DIVISMO ENTRE COCINILLAS


Anoche, en un conocido pub del centro gasteiztarra, dos cocineros de relumbrón de andar por casa, uno un giputzi afincado en Vitoria y el otro un donostiarra de origen alavés, los acompañaba un actor de Vaya Semanita y un no sé quién. Los pavos en plan figurón, ojo que todo el mundo nos mira, famosetes de provincia, de suplemento dominical y en ese plan, se pavonean el doble o triple de los que caen desde Madrid, se esfuerzan más. Bastaba ver la reacción de la niñata que ponía los cubatas, la de las camareras vitorianas que sólo sonríen cuando un famosete se acerca a su barra y a ellas poco más que se les cae la baba, que no paran de poner posturitas y sonreír más de la cuenta, más falsa que uno del PP, Maroto por ejemplo, hablando de regeneración democrática y en ese plan. Yo esas posturitas por parte del cocinero-modernillo-fashionquetecagasohyeah y la repentina megasimpatía de las camareras de mi pueblo, por lo general ariscas a más no poder, de mírame y como lo note te pongo morros por baboso, "sabrácreidoese", solo lo había visto con las estrellitas del R&R de tercera o cuarta regional y los actores pasados de moda de tourné por provincias. Patético, a ver para cuándo unos figuras del gremio de los encofradores, o el de los chispas, en plan cantantes de Héroes del Silencio y así.

Y hoy va ElCorreo, periódico serio_serio, ay, que me troncho, y saca al Diego Guerrero en portada y lo titula de "genio", vamos, de la liga de Da Vinci, Cervantes, Caruso, Mozart, Kant y en ese plan, jua, jua, jua.

Lo tengo muy dicho y me la suda pecar de lo que pueda pecar a ojos del simple de turno, ese que en seguida te cuelga la etiqueta de envidiosillo porque es incapaz de concebir que tu crítica la anime otra cosa que no sean motivos personales, son legión: lo de los cocineros copando la atención mediática que tradicionalmente han merecido la gente de la Cultura con mayúsculas, apesta y cada vez más. Ponga un cocinero, a ser posible un imbécil intregal como el Daviz ese de la Cuatro, y tranquilo que no le planteará dilema moral o estético alguno, no le hará pensar, no removerá conciencias o pondrá de vuelta y media al poderoso de turno, no cuestionará nada. No porque lo suyo son la alquimia en los fogones, la pirotecnia con verduras o lo que sea, y la chuminada resultante más o menos digerible. Son, en suma, los artistas ideales para esta posmodernidad donde lo frívolo, lo vacuo, lo adocenado son las principales señas de identidad.

Y por si fuera poco, una vez más el más cutre y estomagante provincianismo de mis paisanos protagonizando portadas como la aquí presente. Manía de hacer comparaciones que además no se sostienen, manía de ver las relaciones con los vecinos desde el complejo "es que ellos siempre tienen mád... es que a ellos les dan más... es que ellos han hecho más..."; sí, sí, la imagen es la de los típicos vecinos acomplejados y envidiosos que están todo el rato mirando por la mirilla de la puerta al del piso de enfrente a ver qué hace, a qué horas sale o entra, quién lleva a casa, cómo va vestido, qué trae del mercado.. Toda la vida escuchando cosas por el estilo, toda. ¡Cómprate una vida!, quiero decir, aprende a ser tú mismo.

El comentario sobre el pintxopote también tiene su miga; mira los señoritos, que les jode que la gente vaya de potes y pintxos a precios económicos. Que haya hecho mucho daño a la gastronomía; ¿no será a ciertos bolsillos? Del morro que tienen se podrían sacar pintxos a gogó.

De modo que una vez más, otro de los signos de estos tiempos, los cocineros erigiéndose en conciencia de la ciudad, dando consejos al ayuntamiento para que gobierne en favor... de su bolsillo. Lo de criticar el pintxopote es de verdadera traca; q la gente se gasta el dinero en salir el jueves de pxpt y luego no van a sus fashionbars a pagar pintxos de diseño a tres euracos. ¡Vivan los bodegones de toda la vida a precios asequibles y sin camaretos estirados y figurones q te miran por encima del hombro cuando les críticas sus chuminadas culinarias! Claro que el problema, faltaría, es del "público" vitoriano que es muy tradicional y no entiende su "arte". ¿Es o no es para correrlos a palos por ir de Picassos o Oteizas de su gremio?

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