Y no te dejes engañar porque ves el pantano de Aguilar de Campóo así. Es tan grande que si lo recorres acabas dando con las aldeas que despertaron de su letargo submarino. Contaba el paisano de la casa rural que están aprovechando para desmontar los capiteles de las iglesias, y qué preciosas son esas pequeñas iglesias palentinas, no todo es Frómista, damas y señores. Todo ello antes que el agua vuelva a sumergirlas de nuevo en el olvido y la vida recupere el verde en sus inmediaciones. Pero, ya, ya, de momento va para largo y los nativos que viven del campo miran al cielo con el alma encogida.
lunes, 20 de noviembre de 2017
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