jueves, 8 de febrero de 2018

DE KURDOS Y CORSOS

https://www.nytimes.com/2018/02/05/world/middleeast/syria-video-kurds.html

Mientras el Daesh estaba en su apogeo proliferaban por doquier artículos y reportajes que ensalzaban las milicias armadas de los kurdos de Siria, YPG, y muy especialmente las mujeres kurdas que combatían y combaten codo con codo con sus compañeros varones. Ahora que el Daesh está en retirada y la guerra de Siria apunta a quedar en tablas, si no es que con Bashar al-Ásad como vencedor gracias a la ayuda rusa y tras un más que probable e inminente acuerdo de paz con los grupos armados sufragados por EE.UU, ya apenas nadie habla de los heroicos kurdos de Siria a los que se debe en gran medida la derrota del Estado Islámico.

Han desaparecido de las noticias como por arte de magia. Con todo, sigue habiendo medios que informan con cuentagotas de la guerra sucia que Turquía está llevando a cabo contra sus kurdos con la excusa, adivina, adivinanza, del terrorismo. Una guerra que también lo es contra los kurdos del otro lado de la frontera siria, los de las YPG, y cuya razón de ser no es otra que evitar a toda costa la existencia de una identidad independiente kurda que pueda servir de ejemplo al resto de kurdos repartidos en cuatro estados vecinos.

En ese contexto donde hay que situar esta ominosa noticia del NYTIMES en la que se relata como la milicia islamista sufragada por EE.UU y la OTAN están atacando a sus antiguos aliados, está más que claro que con los mismos intereses que ese miembro de la OTAN que es Turquía.

Se trata ya del enésimo capitulo de la infamia histórica de las potencias occidentales contra el pueblo kurdo. Huelga recordarlas, esto ya me va a salir bastante largo.... Pero, a cuenta de qué, se supone de defender los intereses de su aliado turco contra su gran minoría étnica, a la cual ataca con la excusa del terrorismo del PKK tras incumplir una tras otra las promesas hechas a los nacionalistas kurdos moderados. Se trata acaso también de evitar un posible cambios de fronteras, sólo hay que recordar la reacción internacional ante el referendo por la independencia en el Kurdistan iraqí, allí donde los kurdos son independientes de facto pero se impone mantener la ficción de un Irak unido para evitar un posible efecto dominó. Porque ese es el gran miedo de los estados occidentales, el único interés verdadero, mantener un status quo en la región, y por extensión en cualquier otra parte del globo. Y de ahí también la demonización de los nacionalismos sin distinciones, poco importa lo justa o necesaria que sea su causa como en el caso de los kurdos o profundamente reaccionaria como en el caso polaco o el húngaro.

Porque el asunto no va de democracia, de valores, de justicia, va de mantener, insisto, el status quo como siempre lo han procurado mantener las potencias de turno. Poco importa la incongruencia historia de unos Estados Unidos producto de la idea de nación inspirada por la Ilustración o que la Europa actual sea el resultado de los movimientos nacionalistas del XIX, Alemania, Italia, todos los resultantes de la disolución del Imperio Austro-Húngaro... La divisa del poder establecido es que el nacionalismo, se entiende que el de las naciones sin estado, es insolidario, reaccionario, desestabilizador, peligroso. Por eso toda su superestructura, y esto en el más puro sentido marxista, está a disposición del discurso deslegitimador de cualquier reivindicación nacionalista por muy justa que sea, repito, como en el caso de los kurdos.

Y por eso también Macron va a Córcega y se marca un discurso jacobino en el que recuerda que en Francia no hay lugar para otra nación que no sea la francesa, que es al fin de cuentas, y como bien lo describía el occitano Robert Lafont, la que se ha impuesto a cualquier otra del Hexágono con todo el peso del Estado. Así puede decir Macron tan ufano, tan César él, que no puede haber otra lengua oficial en el territorio francés que el francés. Faltaría, qué esperaban los nacionalistas corsos a pesar de haber ganado por mayoría aplastante las dos últimas elecciones a la asamblea corsa; la lengua corsa es la lengua del los corsos colonizados tras la invasión francesa del siglo XVIII, a partir de entonces un corso ha estado obligado a aprender la lengua de un señor de la Île-de-Françe y sobre todo a asimilarse a la cultura del colonizador para poder aspirar a algo más que destacar como cantante polifónico, Salve Regina y tal. Es la historia de la mayoría de las naciones sin estado, las cuales, dependiendo del estado que les ha tocado en suerte, han conseguido un acomodo más o menos justo para mantener su lengua y cultura a la par que la de ese estado. O no, puede que simplemente hayan desaparecido o estén a punto de hacerlo. El jacobinismo francés siempre fue el paradigma de la uniformización etnicida. Otros lo intentaron en su momento con mayor o menor suerte. España fue uno de ellos y aun y todo fracasó. De ahí que el estado de las autonomías fuera un intento de reparación y conciliación entre las diferentes identidades nacionales que conforman España mejor o peor avenidas, me da que según la torna en Madrid. Pues los corsos, siquiera de momento, sólo aspiran a un estatuto de autonomía similar al que disfruta Cataluña. Qué paradoja, ¿a qué sí? Pero claro, el discurso oficial e imperante establece que todo es culpa de las veleidades de los pequeños nacionalismos ombliguistas, insolidarios y aldeanos. Ahora sí, sin noticias de los males de ese otro nacionalismo de estado, jacobino, de megalomanías imperiales o como le quieras llamar; está claro que estos son justos y democráticos por principio, y si no ya se encargan ellos de proclamarlo a los cuatro vientos con la careta del cosmopolitismo de pega, esa que le hace decir y creer a un francés o a un español monolingüe que es ciudadano del mundo sin haber salido de su pueblo.

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