Llevarse bien con todo el mundo es una de las tareas más improbas e ingratas que existen. De hecho, hacen falta dosis ingentes de ingenuidad, hipocresía y sobre todo tragaderas para las que una persona normal, esto es, con un mínimo de juicio y sensibilidad, no suele estar preparada. Por el contrario, la sociedad considera el llamado " don de gentes" como una de las cualidades imprescindibles para algo tan relativo, viscoso y efimero como el triunfo. Ergo, en todo triunfador hay un ingenuo, un hipócrita y puede que una put@, o en su defecto su hij@.
martes, 27 de febrero de 2018
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