viernes, 3 de junio de 2022

LOS SAQUEADORES


 

  Esta noche he tenido una pesadilla de las buenas, y, como de costumbre también, sin saber muy bien a santo de qué. Resulta que estaba de vuelta a las vacaciones en Roma del año no sé cuál con mi actual esposa –esto ya puro masoquismo porque la bronca en cuanto lea esto va a ser segura-, cuando todavía faltaba un par de años o así para que acabara arrastrándome a Asturias con el fin de compartir mi vida con ella y producir un par de hijos. Acabábamos de visitar el Coliseo por la mañana, y, como habíamos pasado un bochorno insoportable y por partida doble -vamos, por el sol de justicia que hacía ese día y más de un turista impresentable al que solo le habría faltado sacarse la chorra para mear en plan “Me llamo Máximo Décimo Meridio, comandante de los ejércitos del norte, general de las legiones Fénix, leal servidor del verdadero emperador Marco Aurelio, padre de un hijo asesinado, marido de una mujer asesinada... Y alcanzaré mi venganza en esta vida o en la siguiente…”-, le había propuesto entrar en un pub irlandés de los alrededores para refrescar el gaznate.


- ¿Puedo tomarme otra, “laztana”?
- Tómate las que quieras, ya eres mayorcito; pero, te recuerdo que teníamos pensado visitar a la tarde los museos vaticanos.
- Por supuesto, los Museos Vaticanos, el Palatino, el Foro, el Panteón, las termas de Caracalla y todo lo que haga falta.
- Pues date prisa con esa pinta.
- Mejor me pido un black&white.
- ¿El qué?
- Una Guinness con un chupito de whisky Jameson dentro. En Dublín me solía tomar uno antes de…
- ¿Solo uno?
- ¿Te das cuenta? Cada vez nos conocemos mejor. Me da que lo nuestro va por buen camino…

El caso es que despierto al día siguiente en la habitación del hotel y lo primero que pienso es: “¡Qué pies más fríos tiene la asturiana!” Luego, cuando me doy la vuelta para acariciarle la espalda, me digo: “Pues sí que está rígida la tía; me da que no va a haber polvo mañanero…” Entonces le retiro la sábana y descubro que lo que tengo al lado es una estatua de esas clásicas que hay por toda Roma, en concreto la de una Venus medio en pelotas.

- ¡Pero qué cojones…?

Así que visto a toda pastilla para bajar hasta la recepción, donde me espera el soplapollas estirado y displicente del día anterior, algo así como el primo tonto y amargado de Franco Battiato, para pedirle que me ayude a resolver el entuerto antes de que aparezca la asturiana y me la monte por haber pasado la noche con una tía medio en bolas por muy de mármol que sea esta.

-Sono obbligato a denunciare alla polizia il furto della statua...
- Pero qué “furto” ni qué hostias, si no tengo ni puta idea de cómo ha llegado esa estatua hasta mi cama.
- Questo è ciò che dicono tutti i saccheggiatori di tesori classici quando vengono colti in flagrante.
- Pero qué saqueadores ni qué…

Por fortuna, justo en ese momento aparece mi asturiana atravesando la puerta principal del hotel con un dos “capucchini” en vasos de plástico y un par de deliciosos “cornetti”.

- No es lo que parece. Deja que te explique.
- Qué me vas a explicar si estuve toda la noche contigo y no había quién te aguantara. ¿Tú viste la que montaste en la Fontana de Venere?
- Pues, si te soy sincero…
- Yo solo te digo que si quieres que lo nuestro funcione tendrás que empezar a beber menos.
- ¿Y la estatua de Venus?
- Tranquilo, que no será la primera vez que la arranca un borracho de su pedestal. Y tampoco te flipes, que no se trata de un tesoro arqueológico sino una reproducción de la diosa mucho más moderna. Ahora escribimos una nota disculpándonos por lo sucedido, luego hacemos las maletas, untamos debidamente al borde este de la recepción y salimos escopeteados hacia el aeropuerto.
- ¡Qué susto! Pensaba que me había hecho un “Jon Buesa”…

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