La serpiente de este verano a cuenta de un preso en estado terminal vuelve a darnos la medida de la crueldad intrínseca de la sociedad que nos ha tocado en suerte. Frente a la impúdica exhibición de hipocresía y desmemoria en estado puro de aquellos que cuando el reo, siendo un soldado de su organización según la terminología mafiosa, mantuvo encerrado quinientos días en condiciones infrahumanas a un funcionario de prisiones -no merecía menos de acuerdo con los parámetros de la "cosa suya"- no sólo se mofaban sino que hasta amenazaban a los que se manifestaban para exigir la liberación de su "prisionero", ahora toca asistir a la misma falta de piedad y saña de los que consideran que nuestro ordenamiento jurídico debe regirse por la Ley del Talión en lugar de por esos mismos valores demócratas y humanos que denostaban los asesinos como el reo en cuestión. Cualquier ocasión es buena para demostrar que en esta sociedad, la española, la vasca, qué más da, la voz cantante siempre la acaba teniendo el que más alto berrea sus convicciones de piedra, el que más fuerte apela a la sinrazón y resulta más eficaz en la agitación de los sentimientos más primarios. Los medios lo saben, por eso se aplican a conciencia en esa dirección en lugar de dar voz a los más templados y sensatos, a los que todavía creen que el Estado de Derecho, con todas sus imperfecciones e iniquidades en el uso del mismo, hace tiempo que dejó atrás la Edad Media.
jueves, 23 de agosto de 2012
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