lunes, 12 de marzo de 2018

8 DE MARZO



Pues pese a lo que pese a los Arcadis Espada, monseñor Munilla y por el estilo, yo también creo que hay motivos para una huelga como la de mañana cuando todavía hay tíos que dicen eso de que ayudan en casa en vez de compartir tareas, gente de ambos géneros que te dice muy ufanamente que qué morro tienes porque es tu mujer la que conduce y no tú, conduce el que le gusta hacerlo, asumiendo que ese, como tantas otros actos de la vida diaria, son propios del macho y no de las féminas, cuando todavía son mayoría los que esperan que en una relación sea el macho alfa el que tenga la última palabra dado que eso de consensuar las cosas en pareja será muy moderno y todo lo que tú quieras, pero, a la hora de la verdad el hombre comme il faut..., y si no pon la oreja a tu alrededor cuando se trata de ver quién manda de veras, porque siempre se que alguien tiene que mandar sí o sí y nunca ambos dos, ponla, que la gente por los bajines dice con toda la brutal sinceridad de sus atavismos inculcados desde la cuna lo que no se atreve decir en alto por miedo al que dirán, esto es, la tiranía de lo que se supone supuestamente correcto, el del pensamiento hegemónico de la izquierda resentida y utópica que diría un Arcadi o un Munilla. Pues eso, ponla y verás con qué desprecio dicen eso de que "ella es la que manda en casa." Cuando todavía son legión los idiotas que si te dicen eso creen que frunces el ceño porque te sientes ofendido en tu masculinidad y no en tu inteligencia. Motivos de sobra porque eso de la brecha salarial, de los techos de cristal, de la invisibilidad en ciertos sectores, es una verdad como la copa de un pino. Mi mujer me lo explica muy bien tirando de su experiencia profesional en diferentes sectores; puede que la brecha salarial no se note tanto en los puestos de menor responsabilidad, pero cuando más aumenta ésta más escasea la presencia femenina porque en más de un sector a los que ya están no les interesan tanto los mejor preparados para un puesto como colegas con los que poder irse luego de copas a echar unas risas después del curro y si se tercia también de putas. Y llegados a este punto, estoy seguro de que los que se tienen tanto por finos como por serios ya habrán fruncido el ceño, "eso no pasa en mi trabajo, eso es una leyenda urbana, purita demagogia, pues en mi empresa hay una directiva que es siempre la primera en acercarse a la barra..."; lo que tú quieras, majo, maja, pero no son pocos los sectores, y no voy a tirar de tópico apuntando el dedo hacia el ladrillo y sus concomitancias, ni mentar el nombre de multinacionales de los refrescos mundialmente conocidas, donde la excelencia de ellas es casi un lastre porque lo que peta es la testosterona, lo que da confianza, lo que se estila y se espera que siga haciéndolo para no joder el tinglado. Y luego está lo de la violencia de género, que por mucho que le guste también pensar a los señoritos, para lo de seguir creyéndose siempre mejores que el resto, no es un asunto exclusivo del pueblo llano y por ende salvaje e iletrado, creen ellos, no, afecta al conjunto de la sociedad porque tienen razón las feministas cuando lo explican como la expresión más cruda de ese heteropatriarcado ancestral que lo mismo les suelta una hostia en todos los morros por pedirle cuentas a su macho alfa, beta o gama por lo que sea, que menta al diablo porque ellas quieren cobrar lo mismo que ellos, o que explica con tono pedagógico y paternal el carácter veleidoso y revoltoso de su hija en función, dice él, de que piensa más en la bragueta de los hombres que le gustan que en ella misma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario