lunes, 12 de marzo de 2018

LA NEGRA PROVINCIA DE LOS COJONES



Del regreso reiterado a la negra provincia de cada cual para volver a otra que más de lo mismo, sólo se saca la convicción de que la única manera sana y hasta digna de estar en el mundo es hacerlo como si estuvieras siempre de paso en cualquier lado. Todo lo demás nostalgia y mugre autocomplaciente a raudales. El único lugar en el mundo que merece habitarse es el intramuros que levantamos alrededor de nosotros mismos. Extramuros solo hay molestias y malentendidos del trato con el prójimo, eso y banderizos agitando banderas contra otros banderizos. Vamos, gente reprochando al resto que sean diferentes de ellos, reprochando cuentos del pasado, que si ya no eres esto o lo otro, que si has hecho o dejado de hacer. Eso y la murria que te entra a cada paso sobre los escenarios de tu pasado, que siempre las cosas pudieron haber sido mejores, siempre un recuerdo ingrato, una mirada otro tanto, la constancia de que muchas de ellas te las has ganado con ganas, que la gente no olvida, no perdona los desplantes o se los guarda para siempre, así que cada cual a su trinchera, de donde la mayoría no ha salido. Y tener siempre presente que la ciudad en la que has nacido y crecido nunca será una de paso por mucho que dilates el tiempo en volver ella, siempre transitarás por ello entre las trincheras que tú y otros escavasteis en su momento, puede que ahora no caiga fuego de artillería, que hasta se pueda asomar la cabeza a ver quién anda por la de enfrente, pasarse un rato incluso a saludar, quién sabe si a echar un partido de fútbol como en aquella película de la Primera Guerra; pero, no te engañes, la sigue en uniforme de campaña, lo estará toda la vida.

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