lunes, 12 de marzo de 2018

EL SOLDADO DE PORCELANA - HORACIO VÁZQUER RIAL


¿No debería existir una ley que prohibiese las novelas de más de 900 páginas sin una razón de peso, y valga la contradicción? Y no es que la novela esté mal, tiene una estructura narrativa muy clásica y que funciona muy bien, además la historia del músico y militar republicano Gustavo Durán merece la novela, si no ésta cualquier otra. Pero, también suena todo el rato a ya leído, a Arturo Barea y su trilogía, a Azcárate, Max Aub, a tantos otros... Narrar tal cual, con oficio, pero escaso estilo propio, más bien clásico, mucho, y durante tantas páginas... Y encima todo ello sobre un campo ya trillado, donde, quieras o no aparecen, los mismos personajes y situaciones leídas mil veces antes. Al final la parte más interesante, con su cuota de folletín y todo, es la de la primera novela, porque en realidad son tres en una, la de la familia Durán y sus circunstancias, porque la de la Guerra ya lo he dicho, y lo del exilio con el espionaje para la CIA y Cuba, Argentina y Hemingway de por medio, no llega a novela de espías y tampoco a retrato de una gente, un ambiente o un momento histórico. Todo se me antoja como muy de corrido. Pero claro que entretiene el el más stricto sensu, puede que demasiado. Y no vale entreverar informes o cartas en las novelas, las alargan innecesariamente y la información que aportan bien las podría haber esbozado el autor en un par de líneas. Escribir novelas de más de quinientas páginas tenía su razón de hacer cuando se publicaban por entregas; hoy en día en una insolencia, una imprudencia literaria, un imposible, casi una provocación; de no querer que vaya directamente para best seller y así, claro.

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