jueves, 5 de enero de 2023

ÚLTIMA CAMINATA DEL AÑO


 No podía, o más bien no quería, terminar el año sin darme el último garbeo por el bosque, mi bosque. Cómo no hacerlo si incluso cuando paseo por los alrededores de donde vivo en Oviedo hay tardes que imagino que ando sobre la hojarasca a las faldas del Zaldiaran. Así que ha sido levantarme de muy buena mañana para nada, porque soy idiota y no recordaba que a las siete e incluso a las ocho todavía es noche cerrada en esta época del año, y esperar a que amaneciera para echarme al monte.

Luego ya en el camino me he dado cuenta de lo bien que me está sentando haber dejado los lácteos y el tocino, amén de consumir el resto de sacramentos una vez al mes y a veces ni eso. A fin de cuenta eran los lácteos o el alcohol, y claro, no solo estaba cantado sino que ahora incluso bebo más y hasta me sienta mejor; ayer durante el poteo de la mañana cayó un maremágnum de zuritos, marianitos rojos, cosecheros y un par de gozosas y doradas Alhambras de caña que, a diferencia de antes cuando mezclaba y luego mi estómago se vengaba a patadas, me sentó de maravilla. Así que mucho que temo que entre lo de esta noche y la comida de mañana vaya a hacer ricas a un par de bodegas de la zona de Cambados y a una muy concreta de San Vicente de la Sonsierra.
El caso es que he salido a andar y, al contrario de otras veces que para salir de la hondonada donde se encuentra la casa de mi madre hay que subir un repecho que casi me dejaba sin resuello nada más empezar la caminata, en esta ocasión ni me he enterado. Iba tan pletórico que no solo he subido hasta la zona de Iñarrazabal a los piel del Zaldiaran para llegar hasta la aldea de Eskibel y de ahí de cabeza al bosque de Armentia para rodearlo y volver a casa, sino que incluso me han entrado ganas de pasar de largo por la casa de mi vieja para bajarme hasta Lasarte y seguir hasta la cruz de Olarizu para, una vez en la cumbre, sacarme la chorra a modo de rito telúrico con el que renovar mi contrato de macho cabrío, o cabrón, con la madre tierra y así; pero no, reconozco que eso habría sido ya venirse muy arriba y además de un heteropatriarcal que asusta: "A ver tú, Ama Lur, ven y mira..."
En fin, mejor si eso reservarme para la noche, incluso para las últimas compras de esta mañana, que es lo que toca cuando tu anciana madre solo abre la boca para decir frases que empiezan siempre con "Hay que comprar..." Eso o para llamar sinsorgos y chocholos a todos los que salen en la tele, que no perdona a nadie y encima se queja de que la caja tonta está llena de gente que no hace otra cosa que criticar a los demás; en una de estas no me voy a poder aguantar y le voy a coger la tele para tirársela por la ventana; qué murga, señor, pero qué murga.
Pero bueno, en cualquier caso, qué bien me ha sentado la caminata mañanera, qué pletórico y sobre todo qué libre y hasta partisano me siento desde que estoy en casa, lejos de aquellos que te quieren poco o más bien nada, con los que sabes que has de aguantarte lo que más te gusta hacer en la vida para que luego no lo usen en tu contra porque sabes que, para qué negarlo, contigo están a la que salta. Me refiero a desbarrar sin ton ni son como me gusta a mí y que tanto horroriza a mi vieja provocando sus continuos "Josemari, cállate. Josemari no digas disparates. Josemari, que no tienes edad, qué van a pensar... todos:"
En fin, tan contento que igual voy ahora y os deseo feliz año nuevo a todos y en ese plan. Aunque ya todos sabemos que el tiempo solo es una convención humana y que, por lo tanto que empiece o deje de empezar un año más o menos no es anuncio, ni siquiera motivo, para que la vida nos vaya a ir mejor o peor, eso ya cada cual como lo lleve, en popa y a toda vela o la deriva, según la racha. En fin, hasta la próxima.

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