Despierto en mitad de la noche a la madre de mis hijos, supongo, para contarle la pesadilla que acabo de tener.
- ¿Tú en Eurovisión?
- ¿Sin 155, piolines, ni Marchena de por medio?
- Lo que te estoy contando. ¿No participa el Ducado de Luxemburgo? ¿Pues por qué no el Condado de Trebiño si además es más grande que Andorra y San Marino juntos?
- Lo que no entiendo es qué pintas tú en Eurovisión si no sabías tocar ni la flauta en el colegio.
- La txirula, no sabía tocar la txirula, que como tiene menos agujeros que la flauta pensaba que sería más fácil y ni por esas. En cualquier caso, yo en sueños soy capaz hasta de arreglarte la tapa del inodoro de una vez por todas.
- Es que lo único que tienes que hacer es coger un destornillador...
- Pues resulta que este año además, y para evitar las críticas al voto del público a través de llamadas, mensajes de texto o internet, habían decido aplicar el "aplausometro".
- ¿Lo qué?
- Que sólo podía votar el público presente en la gala mediante aplausos; cuantos más recibe una actuación más puntos.
- ¡Ay, Dios! Ya me estoy temiendo lo peor.
- Y como ya sabes que a mí lo de Eurovisión me la trae floja, y nunca mejor dicho..., había decido aprovechar la ocasión para hacer una perfomance en plan protesta por lo de Gaza.
- Ya empezamos, el concienciado...
- Así que aprovechando que los del comité de Eurovisión del Condado son una panda de chavales que sólo escuchan reguetón y la Tropa do Carallo del Evaristo cuando se ponen hasta el culo los sábados por la noche en el gaztetxe del pueblo, y que por lo tanto no han escuchado en su puta vida el Imagine de Lennon, pues que les convenzo para cantarla al piano como si fuera mía.
- ¡Ay, ay! ¿Y se puede saber que con qué intención?
- Con la de aprovechar el momento de la canción que dice "It isn't hard to do/Nothing to kill or die for/And no religion, too/Imagine all the people/Livin' life in peace...", para ponerme de pie y, en medio de la catarata de aplausos y tal, bajarme los pantalones para enseñar mis calzoncillos con los colores de la bandera palestina.
- ¡Joder! No, si ya me temía yo algo así.
- Espera, que la cosa no acaba ahí. Porque, y ahí viene lo gordo, y también nunca mejor dicho..., en contra de lo que yo esperaba no me aplaude nadie. Al contrario, empiezo a recibir pitidos, abucheos, creo que hasta algún que otro zapato.
- ¿Y qué esperabas? Tal como está el patio, seguro que fue la misma chusma que votó a Israel el sábado pasado y que no consiguió que ganara por poco.
- Pues el caso es que me pongo tan nervioso que sólo se me ocurre bajarme los calzoncillos del todo y, a la vista de que la reacción de público me la había acabado poniendo dura por vete a saber qué extraña reacción psicosomática, me pongo a aporrear el teclado con la chorra hasta acabar la canción.
- No me digas más. ¿Al final te llevas el Micrófono de Cristal?
- Qué cojones, lo que me llevo es una somanta de hostias porque de repente salta al escenario la brigada OZ al completo del Mosad, la cual me arrastra fuera de los pelos, de los de los huevos, porque ya me dirás tú si no, para meterme en una furgoneta camino del aeropuerto donde me embarcan en un avión en dirección a la cárcel de Sde Teiman donde Israel hacina a sus prisioneros en condiciones que harían llorar de orgullo a sus mentores de las SS.
- Ya ves, la única democracia plena en Oriente Medio y bla, bla, bla...
- No sé si una vez despierto ahora voy a poder reconciliar el sueño.
- Ni tú ni nadie. Porque esta pesadilla sí que se lleva la palma.
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