Anoche soñé con Mónica Bellucci; se veía venir. Total, que coincidía que estábamos en pleno Festival de Donosti (lo de Donostia a mi me suena como de estirados y así..) por lo de un premio, homenaje o yo qué sé que le iban a dar los muy pelotas. Yo estaba de traductor de italiano; se ve que tanto escuchar a Celentano y a Mina acaba pasando factura. Y eso porque la Mónica el francés y el inglés todo lo que quieras, pero el español dice que se le resiste. "Será por lo diferente que es del italiano, ¿no?", le suelto yo, digamos que utilizando mi vieja táctica para encandilar a las féminas de cabrearlas con indirectas más o menos ofensivas a ver si así me prestaban algo de atención; ya adelanto que casi nunca causaba efecto, o más bien sí, el contrario.
viernes, 23 de mayo de 2025
SUEÑO CON MONICA BELLUCI
El caso es que falta mucho para la entrega del premio en el Velódromo y la Mónica me dice que la lleve a dar una vuelta por la ciudad. Yo le digo que la mejor manera de empaparse del ambiente de Donosti es ir de pinchos como coartada para meterse entre pecho y espalda la preceptiva ingesta de alcohol, digamos que en este caso con el único propósito de poder así extasiarse luego admirando el "marcoincomparable" de los cojones en todo su esplendor. Supongo que asiente porque me sonríe y hace un ligero cabeceo como queriendo decir: "Vai avanti, caro, andiamo". La verdad es que la señora no es mucho de hablar, cualquiera diría que le da apuro abrir la boca; me digo que no será tanto por diva como por miedo a que le estalle el botox, yo qué sé.
De cualquier modo, ya estoy viendo que no va a ver mucha conversación con la italiana, que ésta es más de mirar mucho por encima al género humano y hacer como que no se da cuenta que todo quisque la está mirando; coquetona. De hecho, cuando le dices algo siempre está mirando hacia otro lado, lo cual a veces crea situaciones bastante comprometidas porque hay momentos que está tan erguida, tan de diva, que vas a decirle algo y te encuentras hablándole a la altura de sus pechos: "Sì, sì, quello che dici; Cornice incomparabile..."
Así que me digo, mejor llamo a un nativo como mi amigo Etxaniz para que nos lleve de bares por lo viejo, que él conoce mejor la zona y así nos evitamos la Fermín Calbetón porque de un tiempo a esta parte está intransitable con tanto gabacho en sandalias y facineroso detrás de la barras, que te ponen un trozo de txistorra sobre un plato y te cobran como si fuera un plato en el Arzak.
De modo que quedamos a la media hora en el Paco Bueno de la Calle Mayor, que es uno de los pocos baretos todavía verdaderamente jatorras, castas, que quedan por lo viejo, adonde van los donostiarras de pro sin miedo a que un camarero les ponga un plato delante de las narices y les espete eso tan humillante, indignante, miserable, de: "Take the pintxos and put them on the plate."
Entretanto, yo me voy con la Mónica a tomar algo al Gandarias, que no es que me guste especialmente porque allí las rabas, para qué andarnos con remilgos, suelen ser de potarro y eso es algo que me saca verdaderamente de quicio; pero, como la barra de pinchos da el pego por bien surtida y el local hace siglos que no ha sufrido una reforma, sino más bien una contrarreforma como la que protagonizó el de Loyola, pues oye, en plan "authentic, typical", "vero sansebastianense..."
Una vez allí conmino a la Mónica a que se tome un pincho. Pues oye, que sí, que muy bonito todo; "very tipical spanish" me suelta la pava. Momento en el casi tenemos un roce porque a nuestro cicerone le da por lo de "Basque, that´s the Basque Country, jodida chochona, que todo lo que tienes de buena lo tienes de estrella de cine".
Entonces, como entre los aspavientos del Etxaniz, que por lo que se ve se le ha subido de repente la "abertzalina", y el careto estupefacto de la Belucci me entra miedo de que la cosa acabe con una estrella internacional denunciando haber sido objeto de un ataque terrorista o algo por el estilo, me apresuro a llevarle a la boca un pincho de chatka para que lo pruebe. Ella lo coge con una mano, casi como si estuviera cogiendo un órgano vital recién extraído de un ser vivo, y pregunta: "Che cazzo è questo?"
Yo, qué remedio, le explico lo de la chatka, el surimi, el abadejo y toda la hostia. En realidad le hago una descripción detallada de todos los pinchos que hay sobre la barra. No obstante, enseguida me doy cuenta de que la italiana no me hace ni puto caso, que está ahí con el pincho en alto cogido entre dos dedos y con la mirada perdida en un punto indeterminado del bar, vamos, dejándose ver: "Sono la Belucci, premio non so che cazzo del Festival di Donostia"; se ve que la italiana tiene todo el rato el "cazzo" en la boca.
Así que la arranco del Gandarías aduciendo una norma foral que prohíbe quedarse en un bar más de cinco minutos. Etxaniz nos conduce hasta el Paco Bueno a probar no sé qué pintxo de fritos. Allí me percato de que a la moza de Città di Castello se le cambia completamente el semblante porque el Bueno está a rebosar de varones y ha sido entrar ella en el establecimiento y hacerse el silencio al tiempo que ella templaba pechamen como con De Niro en aquella película italiana "horribile", Manual di Amore, creo que se llamaba. Vamos, que se le nota que está en su salsa, es decir, en plan diva modo esfinge mientras el personal babea hasta rellenar sus vasos.
Yo, todo hay que decirlo, ya empiezo a estar un poquito harto de tanto divismo. Como que en una de esas casi le pregunto por su última película, a ver qué tipo de mierda ha rodado últimamente. Porque mucho premio y mucha hostia pero como actriz eres bastante flojita, de lucir palmito y poco más, no te lo tomes a mal, Monica, que ya llevamos unos cuantos potes encima y como si nos conociéramos de toda la vida. Como se lo digo en castellano ella apenas me dedica una mirada desde su altura de diva, lo justo también para sorprenderse por el careto que me ha puesto el camarero cuando le he pedido un txakoli de Álava y me ha contestado que de eso no sólo no tienen, sino que tampoco sabían que existiera, por lo que, si quiero uno, tendrá que ser de Getaria, comme il faut. Empero, como ya ando encabronado, vamos, que ya sólo por joder, y un poco también por los nervios y tal, reúno fuerzas y le pido al camarero un txakolí de Bakio. "Tu seí, cara, solo per rompere le palle a questti fotute ñoñostiarri...", le explico a la Belucci, me temo que ya sólo para que pueda confirmar de una vez por todas que le han puesto un idiota de acompañante.
Y en eso que llega de descargar la vejiga el Etxaniz con su vitalismo galopante -al de antes al de empezar de médicos y tal, me refiero- y le espeta a la italiana: "¡Oye, maja! ¿Qué tal si en el próximo nos apretamos un chuletón ahora que ya he hemos abierto apetito?" No sé cómo coño, o "cazzo", he debido traducir lo de "apretar" al italiano que va la Monica, profiere una tremenda carcajada, le acaricia la calva al Etxaniz y le susurra a la oreja, si bien lo suficientemente alto para que yo pueda oirla: "Tu sei molto divertente, mio caro basco pericoloso..."
Así que ya me veo una vez más de sujetavelas. ¡Pero qué les dará el Etxaniz a las tías! Así que me digo que por mis cojones treintaitrés, que en cuanto tenga la menor ocasión me despido con la escusa de que tengo que regresar precipitadamente a Vitoria porque me ha surgido un no sé qué no sé cuántos.
Pero mira si será hijo de puta el Etxaniz que al cabo de una hora o así me manda un selfi al whassapp donde aparece la parejita subida, no sé si a la Montaña Suiza, a una barca del Estanque o puede que a los autos de choque, del parque de atracciones de Igeldo. Eso y él haciendo una de sus habituales muecas de tarado recién escapado del manicomio. Por no hablar de la Belucci, con la cabellera al aire partiéndose la caja y un canuto entre los dedos. Anda que no va a llegar la italiana a la entrega del premio en el Velódromo poco contenta ni nada.
Pues eso, otro mito por los suelos. Gracias subconsciente, gracias.
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