lunes, 24 de enero de 2022

III VACUNA

 


         La foto es del poteo de ayer sábado por la mañana. La pongo porque me parece más chula que sacar una a la sala de Txagu donde me acabo de vacunar y escribo estas líneas mientras pasan los 15 minutos que me han pedido que espere por si empienzan a darme espasmos o no sé qué otras hostias. También lo hago para evitar coger del cuello al subnormal que tengo delante paseando todo el rato en círculos a un palmo de mis narices, que mira que no hay sitio ni nada. Ya, puede que suene un poco violento; pero, es que estaba deseando sentarme en un sitio con calefacción después pasarme media hora tiritando de frío ahí fuera. De hecho, creo que llevo tiritando de frío desde anoche. Joder qué mal lo pasé en el trayecto desde el centro al coche a eso de la una y pico de la mañana. Me helaba literalmente, fijo que he cogido algo. Por bobo ya que iba solo con una camiseta debajo de una camisa vaquera y el chamarro heredado de mi viejo y que creo que solo me lo pongo por eso. A lo que hay que añadir que ya se me había olvidado el salto térmico que hay de la cornisa a Siberia-Gasteiz; -3° a eso de la una por la zona de Lasarte. Luego ya a la mañana he visto que por Abetxuko, que está en llano, han estado a -5.5°, con lo que calculo que en casa hemos tenido que estar a -7/8°, como que cuando he bajado estaba todo blanco como una sábana de hospital. Cómo sería el frío que al llegar a casa estaba como si no hubiera trasegado con los colegas un Eguren, Piérola, Godello con el único propósito de facilitar la ingesta de la cecina, pulpo, alcachofas, litiruelas, champis y no me acuerdo qué más, postres y copas aparte. En fin, un horror que me place recordar.

Ya me voy en lo que cierro. Acabo de oirle a una ATS decirle a una moza:

-Y ahora a pasar el domingo tranquila. ¿Te vas a Paiueta a ver a la amama?

-¡SÍÍÍ!

Hay que joderse, Paiueta, ya son ganas, masoquismo en vena, probablemente el pueblo más frío de toda la provincia allí en la montaña tirando a tomar por culo. Me lo contaba mi viejo explicándome que para morirse de frío no hacía falta apuntarse en la División Azul. Lo decía cada vez que pasábamos cerca hacia el puerto de Ribas porque su padre, o su abuelo, yo qué sé, había estado cuidando ganado en Paiueta de chaval y algo ya debía saber, ya. Mira, espero que le dé una buena reacción a la chavala, siquiera como la que seguramente me va a dar a mí. Yo recién pinchado y resacoso soy un auténtico hijo de perra.


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