Visitamos la aldea temática de Os Teixois en la zona de Taramundi, la montaña más oriental de Asturias junto a Galicia. La visita es un recorrido guiado por lo que hasta no hace mucho era una ferrería tradicional en pleno funcionamiento, de hecho el guía es el último ferrero activo, hijo y nieto de los anteriores. Nunca le he encontrado el punto las visitas guiadas, o me aburren porque me abruman con datos o me cabrean casi que por todo lo contrario; la culpa suele ser exclusivamente mía. Pero ésta de Os Teixois se me antojó perfecta; el tipo explica lo justo de cada uno de los viejos artefactos que componen una ferrería de montaña, con ejemplos prácticos de cómo funciona cada uno y sin más estridencias que las necesarias para epatar a la chiquillería y satisfacer la curiosidad de los adultos. No se extiende en detalles o chascarrillos para arrancar sonrisas fáciles de su público y tampoco escatima explicaciones si se las piden, eso y una honradez digna de encomio cuando le preguntan algo que no sabe, que no le compete, y él, con ese precioso acento galaico-astur de la zona confiesa que ni zorra idea, que para qué engañar inventando datos o fechas, al que le pique la curiosidad que acuda al experto o libro de turno, él sabe lo justo del oficio en el que empezó de niño como antes su padre y su abuelo. Luego ya hay que reconocer que el conjunto de Os Teixois es precioso con el fulgor del verde de los prados y de las aguas cristalinas del riachuelo que arrulla a su paso, las laderas cubiertas de bosques y el perfil plateado de los picos rocosos de las montañas que rodean la aldea, la pizarra de los tejados de las casas o las calles empedradas y cubiertas de musgo. Tanto que da ganas de fantasear con la aldea de los Hobbits, la de los Pitufos, aquella peli de Jonh Ford que creo recular que se titulaba Qué Jodidamente Verde Era Mi Valle y todo en ese plan tan bucólico y pastoril. Y quizás por eso también, porque no hay que dejarse llevar por lo bucólico del lugar, porque el visitante se tiene que dejar engañar por sus sentidos lo justo, no habría estado de más algunas palabras para situar el entorno en su época a la peña mayoritariamente joven y urbana que lo visita, tan proclive en buen número a las ensoñaciones de postal, a la nostalgia de lo que nunca fue y nunca se ha vivido porque si no de qué, y más en estos tiempos de pesimismo casi que generalizado. Porque no, ni el modo de vida de estos “ferreiros”, ni del resto de los naturales de estas montañas, en tiempos no tan remotos provoca envidia alguna. El aislamiento de estos pueblos y sus gentes era la tónica general, todo era precario y a merced de los elementos, la gente trabajaba de sol a sol para apenas subsistir y además en condiciones extremas como solo pueden ser las las de un lugar tan apartado y pobre de recursos. De ahí la importancia de la fragua para aprovisionarse de los medios necesarios para el trabajo en el campo o en el hogar, el valor que se le daba entonces a éstos. Luego ya mejoraron las comunicaciones entre la montaña y el llano, el acceso a los mercados en los que proveerse de más útiles y a mejor precio, también de más alimentos y servicios que antes era privilegios de unos pocos, llegó la luz y al agua a todas las casas, llegó la ambulancia que te conducía casi que de inmediato al hospital comarcal… En realidad todas las condiciones de vida mejoraron. Porque sí, estamos muy mal respecto a todo lo bueno que habíamos alcanzado y que además creíamos asegurado, incluso nos resistimos y con razón a la idea que intentan inculcar por todos los medios de que no nos lo merecíamos, que éramos unos privilegiados y que esas cosas de la sociedad que atiende a los menos favorecidos de la misma y que asegura unos mínimos asistenciales y de equilibrio en cosas tan esenciales como la sanidad y la educación es un lujo que no nos podemos permitir porque nos sale caro; pero no, cualquier tiempo pasado nunca fue mejor, siempre fue más duro, precario, pregunta a tus padres, a tus abuelos, cómo no iba a serlo si entonces ni siquiera había facebook para comentarlo.
sábado, 7 de septiembre de 2013
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