lunes, 20 de abril de 2015

IN MEMORIAM



Mis abuelos Cipriano Arinas Amurrio y Luciana Quintana Izarra (los cito para los familiares y conocidos que ayer preguntaban por los parentescos) murieron ambos pasados los noventa, eso y que según contaba mi padre también mis bisabuelos habían sido extraordinariamente longevos para su época, al menos eso me contaba y pensaba, le hacían creer a él, y puede que hasta convencerme a mí, de que llegaría siquiera a muy pasados los ochenta. Ilusiones truncadas por la fatalidad antes que por la genética, la cual a sus setenta y siete tampoco era la propia de su edad sino más bien la de su carácter, siempre fuerte como un roble. No sé, cualquier cosa para despedirlo, homenajearlo, romper la promesa o norma de reservar la intimidad lo máximo posible en este medio, sobre todo para acompañar una foto con las dos personas que le hicieron más feliz en el último tramo de su vida.

Nuestro padre era un titán que tiraba de todos nosotros incluso sin proponérselo. Que allá donde estés también seas siempre libre, aita, beti gogoan izango zaitut, beti.


*la foto, con la emoción se me olvidó detallarlo, es de Pedro Pablo Amurrio.

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